domingo, 13 de septiembre de 2015

AMADO NERVO



  
Y el buda de basalto sonreía



Aquella tarde, en la alameda, loca
de amor, la dulce idolatrada mía
me ofreció la eglantina de su boca.

Y el Buda de basalto sonreía...

Otro vino después, y sus hechizos
me robó; dile cita, y en la umbría
nos trocamos epístolas y rizos.

Y el Buda de basalto sonreía...

Hoy hace un año del amor perdido.
Al sitio vuelvo y, como estoy rendido
tras largo caminar, trepo a lo alto
del zócalo en que el símbolo reposa.
Derrotado y sangriento muere el día,
y en los brazos del Buda de basalto
me sorprende la luna misteriosa.


GUSTAVO OSPINA




Una triste hora




No te irás,
aunque partas.
Te quedarás,
aunque te marches.
Estarás,
aunque te ausentes.
Vivirás,
aunque agonices en mi olvido.
Seguirás en mis horas
en mis horas...
seguirás,
en mi dolor
como hace poco,
aunque te vayas.



ENRIQUE GONZÁLEZ MARTÍNEZ









Yo sueño con un viaje que nunca emprenderé,
Un viaje de retorno, grave y reminiscente...

Atrás quedó la fuente
Cantarina y jocunda, y aquella tarde fue
Esquivo el torpe labio a la dulce corriente.

¡Ah, si tornar pudiera! Mas sé que inútilmente
Sueño con ese viaje que nunca emprenderé.

Un pájaro en la fronda cantaba para mí...
Yo crucé por la senda de prisa, y no lo oí.

Un árbol me brindaba su paz... A la ventura,
Pasé cabe la sombra sin probar su frescura.

Una piedra le dijo a mi dolor: descansa;
Y desdeñé las voces de aquella piedra mansa.

Un sol reverberante brillaba para mí;
Pero bajé los ojos al suelo, y no lo vi.

En el follaje espeso
Se insinuaba el convite de un ósculo divino...
Yo seguí mi camino
Y no recibí el beso.

Hay una voz que dice: retorna, todavía
El ocaso está lejos; vuelve tu rostro, guía
Tus pasos al sendero que rememoras ; tente
Y refresca tus labios en la sagrada fuente;
Ve, descansa al abrigo
De aquel follaje amigo;
Oye la serenata del ave melodiosa,
Y en la piedra que alivia de cansancios, reposa;
Ve que la noche tarda
Y oculto entre las hojas hay un beso que aguarda...

Mas, ¿para qué, si al fin de la carrera
Hay un beso más hondo que me espera,
Y una fuente más pura,
Y un ave más hermosa que canta en la espesura,
Y otra piedra clemente
En que posar mañana la angustia de mi frente,
Y un nuevo sol que lanza
Desde la altiva cumbre su rayo de esperanza ?

Y mi afán repentino
Se para vacilante en medio del camino,
Y vuelvo atrás los ojos, y sin saber por qué,
Entre lo que recuerdo y entre lo que adivino,
Bajo el alucinante misterio vespertino,
Sueño con ese viaje que nunca emprenderé.


MIGUEL ÁNXO FERNÁN-VELLO




II - Tanta belleza pura que agiganta el sentido...



Tanta belleza pura que agiganta el sentido
puede cegar el día, invadir llama a llama
y quemar de silencio una posible muerte,
tanta desnuda belleza puede ser un prodigio
de: viva fantasía siempre inalcanzable
pero el amor existe desde los ojos al viento
y vive sin fin en los cuerpos futuros
que habiten largas noches de placer transmigrado
de estas arenas profundas que el tiempo nos destina,
querencias de las raíces más sensibles de la sangre,
vívidas como un fuego crepitando en el abismo
que nos abraza el alma en delirio infinito
de muertes transparentes, amor eternizado
de infinitos deseos, transmutación de la carne
en indecible verso, pleno conocimiento
en el corazón de la vida, encarnación invisible
de la entraña misteriosa que nos vive y desborda
en un amor para los cuerpos sol a sol, luna a luna,
en un amor de mil días con mil horas amadas
hasta la muerte más dulce, silenciosa y continua,
hasta el silencio puro de las venas colmadas
de luz líquida, sangre que resiste el incendio
del corazón abierto, carne al viento en desmayo
de nieve y lirios, rosas como estrellas ardientes,
tanto amor transfigura, puede herir sin pausa
largas tardes desiertas para un júbilo a voces
de múltiple silencio, aves de amor, ventura
en el horizonte del sueño, cuerpos como esperanzas,
deseos como un cielo o muertes tan amigas
para vivir las noches con albas esperadas,
para vivir el mundo amaneciendo todo
en ese amor transparente que llevamos en los ojos.


De Seivas de amor e transito



MANUEL JOSÉ OTHON



  
Mira el paisaje: inmensidad abajo...



Mira el paisaje: inmensidad abajo,
inmensidad, inmensidad arriba;
en el hondo perfil, la sierra altiva
al pie minada por horrendo tajo.

Bloques gigantes que arrancó de cuajo
el terremoto, de la roca viva;
y en aquella sabana pensativa
y adusta, ni una senda ni un atajo.

asoladora atmósfera candente
de se incrustan las águilas serenas
como clavos que se hunden lentamente.

Silencio, lobreguez pavor tremendos
que viene sólo a interrumpir apenas
el galope triunfal de los berrendos.


MANUEL JOSÉ ARCE




Decima





Pasaste como cantando
aquella semana aciaga.
Tú me curaste una llaga
que se me abrió no sé cuándo.
Ya me estaba acostumbrando
al calor de tu cintura,
a tu caliente ternura
y a tu modo de besar.
Pero te empecé a olvidar
con dolor y sin premura.