lunes, 22 de agosto de 2022


 

FRANCISCO ACUÑA DE FIGUEROA


  

Autorretrato

 

 

Era algo trigueño,
de rostro festivo,
de talle mediano,
ni grande ni chico.
De nariz y boca
un poco provisto
y el lacio cabello
algo enrarecido.

Eran apacibles
sus ojos y vivos,
a veces locuaces,
y a veces dormidos.
Su rostro era feo,
mas no desabrido,
sino que inspiraba
confianza y cariño.

Tuvo algunas veces
defectos y vicios,
mas su alma era noble,
su pecho sencillo.
Un lunar tenía
con vello crecido,
fijado en el medio
del diestro carrillo.

Su acento era suave
y asaz expresivo,
mas una dolencia
lo puso ronquillo.
Usaba antiparras,
tomaba polvillo
y era con las damas
atento y rendido.

No era su carácter
adusto ni esquivo,
y así era de todos
amado y bienquisto.
Contaba mil cuentos
con sus ribetillos,
dejando lo exacto
por lo divertido.

Formaba renglones
largos y chiquitos
que se le antojaban
versos peregrinos.
No invocaba a Apolo
por ser Masculino
y sólo a las Musas
pedía su auxilio.

 

 

MYRIAM ALBISU

 

 

Limosna

 

 

Tuve que pedir ayuda
y me dieron de limosna
una palabra…
la pronuncié y sentí
que ella me daría el Don.
que buscaba con ansias.
Más, de tanto pensar
el tiempo fue pasando
y la palabra que decía
«mañana» se quedó quieta
y ante mi angustia
se volvió ayer.

 

 

TERESA AMY

 

 

Hacia Javier Héraud

 

 

pisa fuerte y sereno
la noche una metralla de alquitrán
una lluvia feroz de partículas divinas
un cauce sin saberlo un túnel
francotirador muerte furtiva
joven brillo /estalactitas estalagmitas/
malaquita ermitaña
todo huele a noche inconclusa
para el rebelde que atrocha los caminos
fugaz alud de carne joven
en magnífica espera
ebrio de enardecido corazón
reproduce la esquirla /será así en esta noche/
experto en sombras resplandeces/
obsidiana en lo oscuro/
conquistas con tu ungüento
pectorales de cuero crudo no sirven sólo exhalan
y recibes sin más el disparo en la espalda

 

 

HUGO ACHUGAR

 

 

Que viva la vida

 

 

viva en muerte viva
llaga. Quito mano
quito columna cornisa
desmorono canciones
desarmo atalayas. Rompo
todo tiro por ventanas
testigos. Que no quede
piedra sobre piedra.
Ingrese la noche sucia
no haya soles canciones
muerte viva muerte.

 

 

LUIS CARLOS LÓPEZ

 

  

A Satán

“Acude, rey infernal”
Fausto

  

Satán, te pido un alma sencilla y complacida
como la tuya. Un alma feliz en su dolor.
Tu gozas —Y yo envidio tu alegre carcajada—
si un tigre, por ejemplo, se come a un ruiseñor.

Mi vida, esta mi vida te ofrece una trastiada!…
—Mi vida, flor inútil sin tallo y sin olor,
se dobla mustiamente ya casi deshojadas…
Y el tedio es un gusano peludo en esa flor.

¡Pensar diez disparates y hacer mil disparates!…
Pues tu, Satán, no ignoras que yo perdí el camino,
y es triste —aquí en la tierra del coco y del café—

vivir como las cosas en los escaparates,
para de un aneurisma morir cual mi vecino…
¡Murió sentado es eso que llaman W.C.!

 

ARMANDO RUBIO HUIDOBRO

 

 

Ciudadano

 

 

No sé de donde viene mi costumbre
de agravarme a las siete de la tarde.
Quizá solo por ser un transeúnte
sin bigote o pañuelo, sin zapato ni amante.
No sé para qué vivo y por qué muero,
si ha tiempo me dijeron las gitanas
que tendré vida cara con final de perros:
o sea que no pienso morir como dios manda.
Conozco bien las piedras de andar, la vista gacha;
recojo los cigarros que pueblan las cunetas
agradeciendo todo en mis andanzas
de oscuros pies de barro y de madera.
Si yo fuera un cantor como soñaba,
me iría por el mundo cantando mis desdichas
para vivir del canto mío y que me escucharan
los que sueñan con una risa limpia.
Pero no tengo voz, ni pañuelo, ni amante;
no sé por qué me vuelvo amigo de los perros
cuando soy un transeúnte de la tarde
sin saber por qué vivo y por qué muero.