"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
sábado, 29 de octubre de 2016
JULIETA MORENO
Cuervo
La
única forma de romper el vínculo
es la
traición:
abrir
el pecho
escindir
la piel
penetrar
el cuerpo
cortar
las arterias
llegar
al corazón
a la
médula del dolor.
MARCELO DÍAZ
Tierra
Por
el camino de tierra —te decía— la camioneta de mi padre
inicia
la temporada de caza. Lejos del puerto
la
vegetación nunca crece. Despacio
descarga
el arma, calibra el instante y el cielo
se
agrieta en dos agujeros que perforan el aire.
La
liebre envuelta en llamas rueda de manera
que
el dolor desaparece al apoyar su cabeza
en
nuestros pies como cuidándonos de la intemperie.
La
imagen pintada con la delicadeza
de un
animal dócil doblándose en el viento.
¿Habremos
venido a despedirnos en este safari de película
como
si el resto de la realidad careciera de existencia?
Ya no
recorreremos el camino descendente
de
los carteles indicando la sucesión de kilómetros
paralelos
a los cables de alta tensión. Se mira
la
misma cosa por años como si el impulso de las especies
se
hubiera detenido ante la trayectoria
de la
familia de perdigones. Y cuando
se
observa el cuadro a la distancia
se
vuelve un fuerte aliado
para
convertir nuestro desconsuelo
en
una forma de cobardía igual a la dinámica
de
aquellos roedores corriendo
en
plena fuga sin saber qué dirección tomar.
SUSANA THÉNON
Aquí,
ahora
Sé
que en algún lugar
la
alegría se desparrama
como
el polen
y que
hace tiempo
los
hombres se yerguen
como
jardines definitivos.
Pero
yo vivo aquí y ahora,
donde
todo es horrible
y
tiene dientes
y
viejas uñas petrificadas.
Aquí,
ahora,
donde
el aire
se
asfixia
y el
miedo es impune.
ESTHER M. GARCÍA
Mujer
solitaria cuidando a su madre
Christina Rico González
(Saltillo, Coah.
1980 – Zacatecas, Zac. (-) )
Dicen
que su madre se volvió loca al nacer ella
que
su padre se esfumó entre una nube negra de incertidumbre
e ida
por cigarrillos a la tienda
—¡Ahorita
vengo, no tardo! —dijo y pasaron 25 años
y
nunca volvió
Todavía
es fecha en que ella lo espera
vestida
de niña detrás de la puerta
detrás
del reflejo de su madre
de
toda su amargura
La
locura es un arma silenciosa
Juega
a no querer herir a nadie
más
que al enfermo
pero
es mentira
Es
una bala penetrando
carnes
abriendo heridas
dejando
rastros imperceptibles de sangre
por
aquí y por allá
Un
arma llena de municiones es su madre
y
ella por defender el amor
o por
obligación
deja
pasar su vida anudada siempre al mismo cordel
la
locura de mamá
que
la embrutece bellamente ante los ojos de los vecinos
de
los parientes
de
los que alguna vez la han acechado con pasión
y
luego fueron manchas en la memoria
borrones
imprecisos
Cada
noche su loca madre aulla hacia la luna
y
ella besa el botón entre sus labios
con
los dedos de su mano derecha
Todas
las noches es la misma cosa
la
misma tonada
el
mismo ritual
Una
aulla locura y otra se casa con la almohada
entre
el sudor del “¿y si se enteran los vecinos y los tíos?”
Y el
“¿Qué pensaría mamá de mí?”
Pero
su madre ya no es
sino
el abismo de otra cosa
que
al final de un día cualquiera acabará consumiéndola
también
a ella
MARÍA NEGRONI
Prosa
desnuda
antes nunca hubo
o fue imposible aún
ninguna inspiración
que hiciera piedra del instante
ni siquiera un interior
de un exterior
una y otra vez
no supe algo de poco
no di la pertinente
información
-anoche tomé pastillas
nadie lavó los platos-
en tal condición precaria
la luna me ve girar
soy yo la que funda un cielo
de fase en fase
antes nunca hubo
o fue imposible aún
ninguna inspiración
que hiciera piedra del instante
ni siquiera un interior
de un exterior
una y otra vez
no supe algo de poco
no di la pertinente
información
-anoche tomé pastillas
nadie lavó los platos-
en tal condición precaria
la luna me ve girar
soy yo la que funda un cielo
de fase en fase
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