domingo, 2 de agosto de 2015

MARÍA ROSA SERDIO


 

Estoy cerca de ti
bajo la luna llena
farol silente.

 

 

GERARDO DIEGO

 
 

Insomnio

 

Tú y tu desnudo sueño. No lo sabes.
Duermes.  No. No lo sabes. Yo en desvelo,
y tú, inocente, duermes bajo el cielo.
Tú por tu sueño, y por el mar las naves.

En cárceles de espacio, aéreas llaves
te me encierran, recluyen, roban. Hielo,
cristal de aire en mil hojas. No. No hay vuelo
que alce hasta ti las alas de mis aves.

Saber que duermes tú, cierta, segura
- cauce fiel de abandono, línea pura -,
tan cerca de mis brazos maniatados.

Qué pavorosa esclavitud de isleño,
yo, insomne, loco, en los acantilados,
las naves por el mar, tú por tu sueño.

 

JOSÉ MARÍA VALVERDE


 
 
Miro cantar la vida como fuente...

 
Miro cantar la vida como fuente
al pie de mi ventana desdeñosa;
miro estallar las gracias de la rosa
y no embriago en su olor mi triste frente.

Está el mundo lejano en mí presente
doliéndome y latiendo, cosa a cosa,
y toda la tristeza misteriosa
de la vida me embriaga en el poniente.

¿Y eso es todo; mirar, sentir la vida?
¡Qué más quisiera yo, en la primavera!
Mas ¿qué hacer, en las manos del mandato,

sino servir? Y ya, la orden cumplida
y muerto tras mi voz, sólo me espera
esta paz orgullosa de algún rato.

 

De "Nuevas elegías. Anticipo"

 

ENRIQUE LIHN




Contra los pensamientos negros

 
Pensamientos
no pensamientos negros
La relación paradigmática de éstos con la muerte es un recurso fácil
una mala metáfora
Los pensamientos no lloran
no se conduelen de sus objetos
tampoco deben ser pensados como auxiliares de la razón contra la locura
(Fourier no anunció sin razón las ciencias de la locura)
El desahuciado observa que, en la perspectiva de la muerte, las cosas
forzadas a ocupar un espacio limitado antes que a fluir en un
                                                                    tiempo amorfo supuestamente ilimitado
se ordenan como en un cuadro de Mantegna
Nunca antes se había visto así, al centro del escenario
Como un santo con un león a sus pies
Nunca fui un santo ni domestiqué un león
lo importante es el centro del cuadro
como lo veo como lo ven
en el andén de la equidistancia
el de ser sin que esto sea un motivo de orgullo
(¿qué orgullo puede tener el que va a morir?)
el centro de un pequeño sistema planetario
al que, en honor a la claridad, le falta la cuarta dimensión

el tiempo que ciega en punto a la perspectiva.

 

 

JOSÉ GOROSTIZA


 

¿Quién me compra una naranja?

                                                               A Carlos Pellicer

 
¿Quién me compra una naranja
para mi consolación?
Una naranja madura
en forma de corazón.

La sal del mar en los labios,
¡ay de mí!
la sal del mar en las venas
y en los labios recogí.

Nadie me diera los suyos
para besar.
La blanda espiga de un beso
yo no la puedo segar.

Nadie pidiera mi sangre
para beber.
Yo mismo no sé si corre
o si se deja correr.

Como se pierden las barcas,
¡ay de mí!
como se pierden las nubes
y las barcas, me perdí.

Y pues nadie me lo pide,
ya no tengo corazón.
¿Quién me compra una naranja
para mi consolación?

 

VICENTE ALEIXANDRE


 
 
Quiero



Dime pronto el secreto de tu existencia;
quiero saber por qué la piedra no es pluma,
ni el corazón un árbol delicado,
ni por qué esa niña que muere entre dos venas ríos
no se va hacia la mar como todos los buques.

Quiero saber si el corazón es una lluvia o margen,
lo que se queda a un lado cuando dos se sonríen,
o es sólo la frontera entre dos manos nuevas
que estrechan una piel caliente que no separa.

Flor, risco o duda, o sed o sol o látigo:
el mundo todo es uno,, la ribera y el párpado,
ese amarillo pájaro que duerme entre dos labios
cuando el alba penetra con esfuerzo en el día.

Quiero saber si un puente es hierro o es anhelo,
esa dificultad de unir dos carnes íntimas,
esa separación de los pechos tocados
por una flecha nueva surtida entre lo verde.

Musgo o luna es lo mismo, lo que a nadie sorprende,
esa caricia lenta que de noche a los cuerpos
recorre como pluma o labios que ahora llueven.
Quiero saber si el río se aleja de sí mismo
estrechando unas formas en silencio,
catarata de cuerpos que se aman como espuma,
hasta dar en la mar como el placer cedido.

Los gritos son estacas de silbo, son lo hincado,
desesperación viva de ver los brazos cortos
alzados hacia el cielo en súplicas de lunas,
cabezas doloridas que arriba duermen, bogan,
sin respirar aún como láminas turbias.

Quiero saber si la noche ve abajo
cuerpos blancos de tela echados sobre tierra,
rocas falsas, cartones, hilos, piel, agua quieta,
pájaros como láminas aplicadas al suelo,
o rumores de hierro, bosque virgen al hombre.

Quiero saber altura, mar vago o infinito;
si el mar es esa oculta duda que me embriaga
cuando el viento traspone crespones transparentes,
sombra, pesos, marfiles, tormentas alargadas,.
lo morado cautivo que más allá invisible
se debate, o jauría de dulces asechanzas.