sábado, 23 de julio de 2022


 

TRUMBULL STICKNEY

 

 

[Vive ciegamente…]

 


Vive ciegamente, aquí y ahora. El Señor

que era el Futuro hace mucho que murió.

El Conocimiento, que es Pasado, es tontería. Ve,

pobre niño, y no te aborrezcas de ti mismo.

Alrededor de tu tierra soplan los vientos con alas de sol

y circulan los planetas; un meteoro desenvaina la espada;

el arcoíris rompe su acorde de siete colores

y los largos torrentes de río plateado brotan.

¡Despierta! Ofrécete a las horas más hermosas.

Bebiendo de sus labios, alcanzarás el sueño volador

que hay entre el aéreo oro de sus frágiles cabellos.
Eres divino, vives, como antes

de ti Apolo emergía desnudo hacía la luz

y toda su isla vibraba convirtiéndose en flores.

 

Versión de Sergio Eduardo Cruz

 

AL-KHANSA

 

 

Su hermano Sakhr

 

 

Ningún día ha sido tan triste como el día que Sakhr
me dejó. Dulce y amargo para siempre.
Sakhr era nuestro señor, nuestro jefe.
En el invierno Sakhr hizo una fiesta
y nos llevó.
Sakhr murió cuando teníamos hambre.
Sakhr fue nuestro guía
como una montaña cuya cima es el fuego.
Firme, cara perfecta, piadoso,
encendió la guerra en la mañana del miedo.
Él llevó banderas, salvó nuestra sangre, fue
testigo de asambleas, creó un ejército de los ejércitos,
sacrificador de camellos, un refugio para los oprimidos,
liberador de los presos, componedor de huesos.
Yo digo que no había nadie como él en el mundo.

 

 

MAMTA SAGAR

 

 

Mi madre y yo

 

 

Soy exactamente como mi madre

cuerpo delgado, dedos huesudos,
círculos oscuros debajo de los ojos;
dentro, un pesado corazón
cargado de atenciones; una mente
acosada con pensamientos que no puede
acarrear completamente; y a primera vista,
una suave sonrisa.

Soy exactamente como mi madre;
sus lágrimas fluyen en mis ojos.

 

 

Versión de Nelson Roque Valdés

 

SIGURBJÖRG THRASTARDÓTTIR

 

 

Novia 15

 

con el cuchillo en la cálida palma de su mano, ella lo siente
dirigir la hoja al interior de ese pastel coronado, piensa:
tengo que dejar
de sonreír así, si no ya nadie me creerá

 

 

ROSAMEL DEL VALLE

 

  

El misterio cumple años

a Humberto Díaz Casanueva

 


Desde qué aguas y tiempo y heridas y calor
Y fábulas y permanecer en acecho como el aceite
Dispuesto a dar vida y qué fatiga de la luz
Y qué celebración de la sombra y qué andar
Sobresaltado y qué temor de lo que sigue
Siempre, siempre con la helada furia de la hoja
Al verano y de la ceniza al fuego, siempre, siempre
En el mismo peligro de cabezas celestes y voces
Pegadas al vidrio húmedo y nocturno de hallarse
Y no ser planta ni flor, ni existencia ni cuerpo,
Entre aires y sospechas y videncias y sobre todo
Entre lo que permanece como estatua y dolor.
Como llanto enemigo y paciencia de lámpara y nieve
Filuda y ojos obscuros dedicados a su muerte y al frío
Que conduce y envejece con cejas de llama.

Desde qué aguas oh estremecimiento continuado y amigo
De mi estremecimiento y de lo que se nos escapa
Porque no somos de hierro, ni de oro, ni de temblor,
Ni de ceniza, ni de corriente desnuda, ni de párpado civil,
Ni de punto de partida ni de llegada, ni de continuación,
Ni de permanencia, ni de calor, ni de sombra, ni de luz,
Ni de existencia, ni de muerte.

Y acaso seamos fábula y acaso seamos el aire
Pasajero y acaso lo que se parece a la sangre
Seamos nosotros, de viaje permanente, y acaso
Por la sangre de ahora habrá más sangre mañana
En las pupilas y en el corazón del hombre
A quién turbamos el sueño y la permanencia y la sombra
Que hace al lado de sí mismo y que es nuestra,
Como el aire del mar es de los náufragos,
Como el peligro es de la seguridad,
Como la sed es de la muerte.

Algo nos toca, oh amigo de fuego creciente y espada
En la noche de afán y fatiga y respiración
Por la costumbre de permanecer, aunque nuestra vida
Salga de noche y seamos su lecho vacío y sin embargo
Su guía, su sueño, su sed, su mensaje a lo obscuro,
Su iluminación de los muertos y su regreso
Y su entrada en la habitación y su acto
De volver a ser lámpara y carne y respiración.

Y ahora con qué fuerza, oh misterio, oh amigo,
Te hago sitio en mi calor y en mi angustia,
En mi cárcel de cielos derribados,
En mi iluminada desesperación,
En mi ciudad de piel crispada,
En mi voz que ha viajado cerca de tu lámpara
Y en las brasas de mi corazón, levantado un día
Por tu mano de admirable calor.

 

 

TOMÁS LAGO

 

  

La hija de la noche

 

 

El baile de los sifilíticos las largas torres cruzadas
la noche consiste en mi color preferido
a la sombra de los telescopios que la tenían entre sí
hoy inclinada como un cabello dulcemente
rodea la pequeña cruz de un pájaro cayendo
circunscribe afanosa una flor de dobles pétalos
como una dócil mancha de agua desanimada
al borde de mi memoria está al punto de zafarse.

Es lo mismo que otras veces la traía prontamente
que hoy hacia otra parte se la lleva
se va con ella todavía el alma está entreabierta y húmeda
adiós adiós era la hija de la noche
el alto en que las estrellas pálidos fulgores lanzan.

Entonces la perseguida brisa marítima
decapitando los pesados racimos de flores
de un árbol el árbol verde del hilan-hilan
galope de cuadrúpedo sobre el olor de las umbelas
venía hasta ella y le decía mañana estaremos muy lejos.

Canta su voz dormida quiero una bebida vigorosa
oir tranquila la música terrible del mar
todo está muy obscuro pronto estaremos lejos
oh costa azul veraneantes sin sueño.

Pero el que no sabe donde alienta el corazón por el cual suspira
que sólo lo siente a través de velos impenetrables
en todas partes con constancia ese ha perdido su alegría
y la noche cae a sus ojos llena de lanzas blancas
una sombra herida corre detrás de los viejos trenes nórdicos
observatorios sin vigilancia ahí torres momentáneas
desdibujadas declinantes yo las nombro como si partiera
adiós adiós adiós era la hija de la noche
con su estatura de miel silenciosa.