viernes, 19 de octubre de 2012


MARÍA ELENA DÍAZ CARMONA




  
No tengo la sonrisa de la Gioconda…



No tengo la sonrisa de la Gioconda
Ni el misterioso velo de su mirada
No aspiro la pose de las majas
Ni ser comparada con las bellas
Bautizadas para los ojos del arte en la Europa gentil
Soy María
por obra del imperio español y el cristianismo
Y Elena por la ilusión mítica de mis hermanos mayores
tengo la sola gracia mía
un tanto torcida
distraída desde el ombligo de mi madre
Y con la mirada de quien todavía se asombra
una melancolía indígena probable
me esculpe los huesos del rostro
El llanto de los desterrados hace quinientos años
de tierras africanas
tiene mi sangre para caminar
Soy esta
sólo esta mujer de cuarenta y uno mientras escribo
y cada vez mayor cuando alguien me lea
Y siempre fui así antes de la adolescencia
esta perseverancia de querer ser lo que soy
distinta al retrato de los calendarios
Este frágil equilibrio entre la ductilidad y la firmeza
que cada mañana me prometo
El esfuerzo me retrata íntima
En la ciudad de las aguas turbias
desde 1963
ahora y hasta siempre
cuando llegue.


De "LOS PÁRPADOS DEL DÍA"

JUAN RAMÓN JIMENEZ





Adolescencia



En el balcón, un instante
nos quedamos los dos solos.
desde la dulce mañana
de aquel día éramos novios.

-El paisaje soñoliento
dormía sus vagos tonos,
bajo el cielo gris  y rosa
del crepúsculo de otoño-.

Le dije que iba a besarla;
bajó, serena, los ojos
y me ofreció sus mejillas
como quien pierde un tesoro.

-Caían las hojas muertas,
en el jardín silencioso,
y en el aire erraba aún
un perfume de heliotropos-.

No se atrevía a mirarme;
le dije que éramos novios,
...y las lágrimas rodaron
de sus ojos melancólicos.

TOMAS SEGOVIA





La semana sin ti



Quisiera haber nacido de tu vientre,
haber vivido alguna vez dentro de ti,
desde que te conozco soy más huérfano.

¡Oh! gruta tierna,
rojo edén caluroso.
Qué alegría haber sido esa ceguera!

Quisiera que tu carne se acordara
de haberme aprisionado,
que cuando me miraras
algo se te encogiese en las entrañas,
que sintieras orgullo al recordar
la generosidad sin par con que tu carne
desanudaste para hacerme libre.

Por ti he empezado a descifrar
los signos de la vida,
de ti quisiera haberla recibido.
  

HOMERO ARIDJIS





La forma de tu ausencia



Ni un momento
he dejado de ver en este cuerpo
la forma de tu ausencia,
como una esfera que ya no te contiene.
Pero dos cosas constantes te revelan,
te tienen de cuerpo entero en el instante,
y son la cama y la mesa de madera,
hechas a la medida del amor
y del hambre

GIOCONDA BELLI





Luciérnagas



A las cinco de la tarde
Cuando el resplandor se queda sin brillo
Y el jardín se sumerge en el último hervor dorado del día
Oigo el grupo bullicioso de niños
Que salen a cazar luciérnagas.

Corriendo sobre el pasto
Se dispersan entre los arbustos,
Gritan su excitación, palpan su deslumbre
Se arma un círculo alrededor de la pequeña
Que muestra la encendida cuenca de sus manos
Titilando.

Antiguo oficio humano
Este de querer apagar la luz.

¿Te acordás de la última vez que creímos poder iluminar
la noche?

El tiempo nos ha vaciado de fulgor.
Pero la oscuridad
Sigue poblada de luciérnagas.