"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
sábado, 2 de marzo de 2019
MANUEL SCORZA
Dalmacia
Como Jonás viví mi juventud en el vientre
de Dalmacia.
Brisas eran mis cabellos, tifones mis cejas.
En tu vientre más alto que Orión millones
de estorninos revoloteaban.
Yo me sumergía a buscar pececillos, recorría
ramblas, penetraba a los iglúes a dormir con
ondulantes hembras.
El viento de marzo quiebra los frascos
donde Dalmacia guarda nuestros fetos.
Villanos: éste es el tiempo en que menstruan
los años.
Éramos felices: por nuestros anillos Saturno
saltaba dichoso.
Jaulas de alisios, auroras palpitantes
Dalmacia me traía.
Pero faltaron las brisas, las pestes
despoblaron los mares.
Bajo soles negros, la lengua seca, vagamos
por océanos calvos.
Dalmacia agonizante me vomitó sobre las playas,
Yo quise besarla,
hacia países verdes en brazos conducirla.
Yo grité desde los acantilados:
¡Dalmacia, es difícil vivir!
¡Es difícil llevarse a los labios tazas
humeantes de sueños!
No me oía.
Entre los témpanos nadaba para siempre neblina.
Como Jonás viví mi juventud en el vientre
de Dalmacia.
Brisas eran mis cabellos, tifones mis cejas.
En tu vientre más alto que Orión millones
de estorninos revoloteaban.
Yo me sumergía a buscar pececillos, recorría
ramblas, penetraba a los iglúes a dormir con
ondulantes hembras.
El viento de marzo quiebra los frascos
donde Dalmacia guarda nuestros fetos.
Villanos: éste es el tiempo en que menstruan
los años.
Éramos felices: por nuestros anillos Saturno
saltaba dichoso.
Jaulas de alisios, auroras palpitantes
Dalmacia me traía.
Pero faltaron las brisas, las pestes
despoblaron los mares.
Bajo soles negros, la lengua seca, vagamos
por océanos calvos.
Dalmacia agonizante me vomitó sobre las playas,
Yo quise besarla,
hacia países verdes en brazos conducirla.
Yo grité desde los acantilados:
¡Dalmacia, es difícil vivir!
¡Es difícil llevarse a los labios tazas
humeantes de sueños!
No me oía.
Entre los témpanos nadaba para siempre neblina.
De: "El vals de los reptiles"
OCTAVIO PAZ
Tu nombre
Nace de
mí, de mi sombra,
amanece por mi piel,
alba de luz somnolienta.
amanece por mi piel,
alba de luz somnolienta.
Paloma
brava tu nombre,
tímida sobre mi hombro.
tímida sobre mi hombro.
JUAN DE TASSIS
Villamediana a una dama en El Escorial
En este sitio frailesco
donde es escuela de ardor,
más es menester, señora,
remedio que tentación;
porque se levanta un hombre
-no es mentira, voto a Dios-
más rebelde que un peñasco,
más erguido que un pendón.
En este sitio frailesco
donde es escuela de ardor,
más es menester, señora,
remedio que tentación;
porque se levanta un hombre
-no es mentira, voto a Dios-
más rebelde que un peñasco,
más erguido que un pendón.
GABRIEL CELAYA
Vivir
es fácil y, a veces, casi alegre.
Esta
tarde -mar, pinares, azul-,
suspendido entre los brazos ligerísimos del aire
y entre los tuyos, dulce, dulce mía,
un ritmo palpitante me cantaba:
es fácil y, a veces, casi alegre.
La brisa unía en un mismo latido
nuestros cuerpos, los árboles, las olas,
y nosotros no éramos distintos
de las nubes, los pájaros, los pinos,
de las plantas azules de agua y aire,
plantas, al fin, nosotros, de callada y dulce carne.
La tierra se extasiaba; ya casi era divina
en las nubes redondas, en la espuma,
en este blanco amor que, radiante, se eleva
al suave empuje de dos cuerpos que se unen
en la hierba.
¿Recuerdas, dulce mía, cuando el aire
se llenaba de palomas invisibles,
de una música o brisa que tu aliento
repetía apresurado de secretos?
Vivir es fácil y, a veces, casi alegre.
Contigo entre los brazos estoy viendo
caballos que me escapan por un aire lejano,
y estoy, y estamos, tocando con los labios
esas flores azules que nacen de la nada.
Vivir es fácil y, a veces, casi alegre.
Al hablar, confundimos; al andar, tropezamos;
al besarnos no existe un solo error posible:
resucitan los cuerpos cantando, y parece
que vamos a cubrirnos de flores diminutas,
de flores blancas, lo mismo que un manzano.
Dulce, dulce mía, ciérrame los ojos,
deja que este aire inunde nuestros cuerpos;
seamos solamente dos árboles temblando
con lo mismo que en ellos ha temblado esta tarde.
suspendido entre los brazos ligerísimos del aire
y entre los tuyos, dulce, dulce mía,
un ritmo palpitante me cantaba:
es fácil y, a veces, casi alegre.
La brisa unía en un mismo latido
nuestros cuerpos, los árboles, las olas,
y nosotros no éramos distintos
de las nubes, los pájaros, los pinos,
de las plantas azules de agua y aire,
plantas, al fin, nosotros, de callada y dulce carne.
La tierra se extasiaba; ya casi era divina
en las nubes redondas, en la espuma,
en este blanco amor que, radiante, se eleva
al suave empuje de dos cuerpos que se unen
en la hierba.
¿Recuerdas, dulce mía, cuando el aire
se llenaba de palomas invisibles,
de una música o brisa que tu aliento
repetía apresurado de secretos?
Vivir es fácil y, a veces, casi alegre.
Contigo entre los brazos estoy viendo
caballos que me escapan por un aire lejano,
y estoy, y estamos, tocando con los labios
esas flores azules que nacen de la nada.
Vivir es fácil y, a veces, casi alegre.
Al hablar, confundimos; al andar, tropezamos;
al besarnos no existe un solo error posible:
resucitan los cuerpos cantando, y parece
que vamos a cubrirnos de flores diminutas,
de flores blancas, lo mismo que un manzano.
Dulce, dulce mía, ciérrame los ojos,
deja que este aire inunde nuestros cuerpos;
seamos solamente dos árboles temblando
con lo mismo que en ellos ha temblado esta tarde.
Vivir
es más que fácil: es alegre.
Por caminos difíciles hoy llego
a la simple verdad de que tú vives.
Sólo quiero el amor, el árbol verde
que se mueve en el aire levemente
mientras nubes blanquísimas escapan
por un cielo que es rosa, que es azul, que es
gris y malva,
que es siempre lo infinito y no comprendo,
ni quiero comprender porque esto basta:
¡amor, amor! , tus brazos y mis brazos
y los brazos ligerísimos del aire que nos lleva,
y una música que flota por encima,
que oímos y no oímos,
que consuela y exalta:
¡amor también volando a lo divino!
Por caminos difíciles hoy llego
a la simple verdad de que tú vives.
Sólo quiero el amor, el árbol verde
que se mueve en el aire levemente
mientras nubes blanquísimas escapan
por un cielo que es rosa, que es azul, que es
gris y malva,
que es siempre lo infinito y no comprendo,
ni quiero comprender porque esto basta:
¡amor, amor! , tus brazos y mis brazos
y los brazos ligerísimos del aire que nos lleva,
y una música que flota por encima,
que oímos y no oímos,
que consuela y exalta:
¡amor también volando a lo divino!
ANNA AJMÁTOVA
El poeta
Piensas
que esto trabajo, esta vida despreocupada
Escuchar a la música algo y decirlo tuyo como si nada.
Y el ajeno scherzo juguetón meterlo en versos mañosos
Jurar que el pobre corazón gime en campos luminosos.
Y escucharle al bosque alguna cosa y a los pinos taciturnos ver
Mientras la cortina brumosa de niebla se alza por doquier.
Tomo lejos o a mi vera, sin sentir culpa a mi turno
Un poco de la vida artera y el resto al silencio nocturno.
Escuchar a la música algo y decirlo tuyo como si nada.
Y el ajeno scherzo juguetón meterlo en versos mañosos
Jurar que el pobre corazón gime en campos luminosos.
Y escucharle al bosque alguna cosa y a los pinos taciturnos ver
Mientras la cortina brumosa de niebla se alza por doquier.
Tomo lejos o a mi vera, sin sentir culpa a mi turno
Un poco de la vida artera y el resto al silencio nocturno.
Traducción de Rafael Alberti
PABLO DE ROKHA
Poeta de provincia
Parezco un gran murciélago tremendo,
lengua del mundo a una edad remota,
con un balazo en la garganta, ardiendo
y rugiendo de horror la forma ignota.
Provincias de polillas en lo horrendo
que se desangra en lluvias gota a gota,
y es una trial frazada del estruendo
o un piano negro con la lengua rota.
Definitivamente masculino,
me he de encontrar con el puñal talquino
en el desván de las calles malditas.
Sólo contra la luna, dificulto
que haya un varón en los antiguos cultos
con un cacho de heridas más bonitas.
Parezco un gran murciélago tremendo,
lengua del mundo a una edad remota,
con un balazo en la garganta, ardiendo
y rugiendo de horror la forma ignota.
Provincias de polillas en lo horrendo
que se desangra en lluvias gota a gota,
y es una trial frazada del estruendo
o un piano negro con la lengua rota.
Definitivamente masculino,
me he de encontrar con el puñal talquino
en el desván de las calles malditas.
Sólo contra la luna, dificulto
que haya un varón en los antiguos cultos
con un cacho de heridas más bonitas.
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