viernes, 6 de octubre de 2017


MARIO BENEDETTI




35


dame cobijo
con toda la ternura
que te he prestado


MOISÉS VEGA




Bajo la brasa de los años
has perdido noción del juego
quedan en cenizas

la moneda del volado
el trago interminable
de las pintas a mediodía

pero ante todo
en los cimientos
se ha quedado el amigo
su puño óseo
su envergadura
tu propio tiempo raso
prescrito por el miedo


De: “Memorias del cuerpo”


HAMLET AYALA LUGO




Andar de ciegos



Nada de esto es raro
al final
nada de esto nos extraña
su agudeza insondable
membrana sorda de saber

imágenes convulsas
que se pierden
y al tiempo se repiten
en un borrón perpetuo
que nos viene distante a la pupila
roba la claridad
nada nos promete
.
Pero cómo nos mueve
la opaca incertidumbre
una neblina pesada
que hunde nuestro andar
en algo poco claro
un día vaporoso
de noche
y sin querer.




HÉCTOR DE PAZ




(En todas las lenguas)



En todas las lenguas
el amor desborda vocablos
que lo nombran

los amantes aprenderán
-entonces-
el duro trajín
del silencio.


De: “Ahogada lumbre la sangre”


PAULINA VINDERMAN

  


Escalera de incendio



Me asomo a la ventana como todas las tardes
para escribirte.
Este cielo es tan pálido que da miedo mirarlo
(y de los jacarandáes con el abuelo basta.)
Sé que estoy viva, es decir
camino calles y Veo el trabajo del azar
en la arboleda.
Nada resplandece en los papeles que rondo,
el muchacho de la batería toca de seis a siete
mientras su madre visita amigas
con alguna receta para dejar de amar.
En todo caso la soledad es la que resplandece
y a veces la sequía,
quiero ver al infinito revolotear
en esa torpe batería:
una señal, la traición de una señal, la ficción
de una señal.
Nada es seguro, ya ni siquiera me desvelo
por una palabra para hacerle feliz.


De: "Transparencias"


MIGUEL VEYRAT




Soy rojo como aurora...



Soy rojo como aurora
y amo a Gilgamesh. En sus ojos
arden todos los colores
y su mente es el punto
en que la luz se convierte
en una forma. Mi sola posesión
mi patria será siempre su rostro
igual al claro día. Piedras
y estrellas laten en sus pechos
y en la espesura del vientre
tiembla su fruto como el mío:
¡Soy el cielo y no puedes tocarme!
¡Soy la tierra y no puedes
hechizarme! Sólo viento llevan
nuestros pies errantes.