lunes, 22 de noviembre de 2021


 

RICARDO LABRA

 



 

(de la naturaleza de algunos hábitos)

Mi mirada es vertical,
soy el habitante de un pozo.

Mi cielo es un pequeño agujero
que a veces ilumina el sol

en las retenidas aguas
de mis manos

como una pálida luna.

 

De: “Versiloquios”

 

CARLOS MARZAL

 

  

El poema de amor que nunca escribirás

 


Debería nombrar (debería intentarlo) 
el afán hasta hoy por ti dilapidado 
en perseguir amor, que quizá fuera tanto 
como el afán de huir, fatigado hasta el asco, 
de todas las trastiendas, repletas de fracasos, 
que los cuerpos arrastran, y en que nos arrastramos. 

Debería acoger, dar lugar a unos labios 
que nombraran sin fe, sólo de cuándo en cuándo 
-por momentos, sinceros; por momentos, falsarios- 
diálogos de alcoba que pareciesen tangos 
(eso acaban por ser, o algo más triste acaso, 
siempre que en la distancia solemos evocarlos): 

De esta vida tan sucia, de sus trabajos vanos, 
me consuela, mi amor, el fingir, fabulando, 
otra eterna contigo, cogidos de la mano. 
Y habría de alojar dictámenes sagrados, 
con los que, ya bebidos, tanto nos excitamos: 
De entre todas las perras que en la noche he tratado, 

la más perra eres tú. 

Debería, malsano, 
contener esas citas de los domingos vastos, 
insulsas y festivas, amasadas de hartazgo, 
en que la vida toda se obstina en maltratarnos, 
con su aire de ramera experta en el contagio 
del odio hacia la vida, del tedio y del cansancio. 

No podrían faltar los cuerpos del verano, 
cuando la adolescencia ardía por el tacto, 
en especial aquél de todo lo vedado. 
Ni habría de omitir el vicio solitario, 
por el amor perdido en inventar los rasgos 
del amor, que, entretanto, no dormía a tu lado. 


Y en él habitarían con todo su sarcasmo 
-al fin y al cabo son tristes muertos de antaño, 
fragmentos de tu vida que salvas del naufragio- 
las cartas sin respuesta; yesos aniversarios, 
tiernamente ridículos después de celebrados, 
que dejan en el alma aroma a mal teatro. 

Y los reproches mutuos, merecidos y agrios, 
dirigidos al centro del dolor, como un dardo 
con toda la miseria que acarrean los años. 
El placer del acoso, cuando el amor intacto, 
y cuando la ignorancia, ese bálsamo arcano, 
no señalaba límites al indudable ocaso. 

El maldito poema tanto tiempo aplazado, 
y que no escribirás, porque el tema es ingrato, 
querría redimirte de todos tus letargos. 
Una voz que te daña diría murmurando: 
Del amor, amor mío, te quiero siempre esclavo, 
para que tus palabras no tengan que inventarlo. 

Quien a ese poema de amor dilapidado 
incauto se atreviera, sin calcular el daño, 
amaría el amor, probablemente tanto 
como el afán de huir, fatigado hasta el asco, 
de todas las trastiendas, repletas de fracasos, 
que los cuerpos arrastran, y en que nos arrastramos. 

 

 

ENRIQUE WINTER

 

  

El piso sucio y la luz prendida

 


Ningún servicio es tan básico, ni la luz ni el agua

y si de noche la ciudad pestañea sus brillos

tanto mejor se ve a oscuras. El ojo se acostumbra a todo.

El viaje en bus durará algunos meses

se habituará a dormir sentado, al pan con jamón y al café,

a ser discreto como un lago

y no como esta lluvia sobre el techo de cinc.

Un poco de baba sobre la almohada

que diga “aquí durmió”

repetirá temas siempre variables

como el clima y su opinión del país extranjero,

porque usted está en contra de la belleza que se note

―que parezca agarrable como un plato:

Andrés lava su auto en un pasaje

de Lima, Monterrey o de Santiago,

su esposa es güera o rubia como un sable.―

El bus, en cambio, es un país donde están de paso todos,

un poco trasnochados y malolientes

donde nadie hace el amor ni en los asientos ni en los baños.

 

 

BASILIO SÁNCHEZ

 

  

XXV

 

 

El otoño

me ha hecho caminar sobre un sembrado

de mariposas muertas.

Un silencio tranquilo

me lastra las palabras

y las vuelve inaudibles.

Vislumbres,

percepciones,

el lenguaje de signos de las enredaderas,

el rumor de las hojas vinculadas

con los desprendimientos

y las imantaciones

del abismo.

La vida ya vivida

crepita en el recuerdo de su primera brasa.

El que pude haber sido

y el que soy

dirimimos

nuestras contradicciones

tumbados en la hierba que nos filtra la luz.

 

De: “Esperando las noticias del agua”

 

 

SALVADOR NÉLIDA

 

  

En algún lado

 


Cuando enumero,
cuando deletreo,
cuando apreso
el contorno de las cosas,
qué procura mi voz,
qué intento:
reconstruir la nada,
organizar el caos,
crear el universo
o afirmar
por un acto de inercia
por simple gratuidad
de la palabra,
que en algún lado
está mi ser
—en algún lado—
quemándose, agotándose,
desgajándose
en días.


De: "Cantos de extramuros"

 

 

ABDULLA PASHEW

 

  

Job



Solo con palabras
Yo he dibujado un retrato de mi amor.
Lo considero:
Es ella, exactamente.
Lo único que falta son unos pendientes para sus delicadas orejas.

Deja a los diccionarios estar orgullosos,
déjalos agrandar,
déjalos adornarse con miles de palabras bonitas.
¿De qué pueden valer
cuando les falta una palabra
que pueda transformarse en sus pendientes?

* * *
Soy Job, el trabajador
mi esperanza no se dobla;
esta palabra me obsesiona
y la alcanzaré tarde o temprano-
en las alas del Simurgh, si es necesario-
palmo por palmo buscaré el cielo;
si se desliza bajo tierra,
yo soy el que va a desenterrarlo.
Es una palabra y la encontraré,
aunque la planta de mis pies se abra y ampolle.
Y, si no puede encontrarse,
la inventaré:
¡mi amor tendrá sus aretes, pase lo que pase!

 

Versión de Mohsen Emadi y Arturo Loera