lunes, 22 de noviembre de 2021

ENRIQUE WINTER

 

  

El piso sucio y la luz prendida

 


Ningún servicio es tan básico, ni la luz ni el agua

y si de noche la ciudad pestañea sus brillos

tanto mejor se ve a oscuras. El ojo se acostumbra a todo.

El viaje en bus durará algunos meses

se habituará a dormir sentado, al pan con jamón y al café,

a ser discreto como un lago

y no como esta lluvia sobre el techo de cinc.

Un poco de baba sobre la almohada

que diga “aquí durmió”

repetirá temas siempre variables

como el clima y su opinión del país extranjero,

porque usted está en contra de la belleza que se note

―que parezca agarrable como un plato:

Andrés lava su auto en un pasaje

de Lima, Monterrey o de Santiago,

su esposa es güera o rubia como un sable.―

El bus, en cambio, es un país donde están de paso todos,

un poco trasnochados y malolientes

donde nadie hace el amor ni en los asientos ni en los baños.

 

 

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