"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
sábado, 11 de noviembre de 2017
ALEJANDRA RETANA BETANCOURT
Los
pájaros reconocen los cielos que volaron sus padres.
Cuando duermen, sueñan con ancestrales horizontes.
Los recuerdos de esos sueños los guían al migrar por primera vez.
Los hombres, con suerte, heredan una canción o dos.
Con un poco más de suerte, esas canciones hablan del mundo por venir.
Y sí son de verdad afortunados, esos hombres, pueden soñarlas y entonarlas.
Cuando duermen, sueñan con ancestrales horizontes.
Los recuerdos de esos sueños los guían al migrar por primera vez.
Los hombres, con suerte, heredan una canción o dos.
Con un poco más de suerte, esas canciones hablan del mundo por venir.
Y sí son de verdad afortunados, esos hombres, pueden soñarlas y entonarlas.
PATRICIA LABORDE
Al acecho
Sosegada
observo
el vasto
territorio de tu cuerpo
emergiendo
luminoso
como
pantera en la sinuosidad de la espesura.
Mis
brazos
esperan
hacerte
prisionero
para
amarte
hasta la
saciedad
antes que
tu sombra alcance el horizonte.
PABLO OSORIO
VII
Barbie y Ken quieren ser de verdad.
En la plasticidad de sus sueños no mojados
se imaginan de carne-hueso-grasa y tristes
Barbie y Ken se echan desnudos
disfrutando la inocencia de no poderse tocar
Sin con quépordónde
Barbie y Ken toman té
y se abrazan con las brazos extendidos
como queriendo alcanzar
algo que nunca tuvieron
Barbie y Ken siempre sonríen
aunque les duela no poderse llorar
por saberse cruelmente felices
eternamente contentos
con su desgraciada perfección corporal
que tú y yo envidiamos
en nuestra propia plasticidad.
Barbie y Ken quieren ser de verdad.
En la plasticidad de sus sueños no mojados
se imaginan de carne-hueso-grasa y tristes
Barbie y Ken se echan desnudos
disfrutando la inocencia de no poderse tocar
Sin con quépordónde
Barbie y Ken toman té
y se abrazan con las brazos extendidos
como queriendo alcanzar
algo que nunca tuvieron
Barbie y Ken siempre sonríen
aunque les duela no poderse llorar
por saberse cruelmente felices
eternamente contentos
con su desgraciada perfección corporal
que tú y yo envidiamos
en nuestra propia plasticidad.
JESSICA FREUDENTHAL
Sophokleis
Hay que ser glamoroso
pero sin caer en la extravagancia obvia.
Hay que tener un peinado a go-go,
un piercing y un tatoo.
Hay que ser punky,
glam, rocker hippie,
raver y darketo.
Pero ante todo
hay que ser fashion.
Hay que tener un novio que piense
que la palabra “monogamia” es el nombre
de una comida japonesa.
Hay que oír música de elevador o de supermercado,
Pop desechable, enlatado,
easy listening digerido y masticado.
Pero ante todo hay que taparse los oídos.
Hay que ser culto,
Intelectualoide de café,
periódico y cigarro.
Pero ante todo hay que leer a Paolo Coehlo.
Hay que ser glamoroso
pero sin caer en la extravagancia obvia.
Hay que tener un peinado a go-go,
un piercing y un tatoo.
Hay que ser punky,
glam, rocker hippie,
raver y darketo.
Pero ante todo
hay que ser fashion.
Hay que tener un novio que piense
que la palabra “monogamia” es el nombre
de una comida japonesa.
Hay que oír música de elevador o de supermercado,
Pop desechable, enlatado,
easy listening digerido y masticado.
Pero ante todo hay que taparse los oídos.
Hay que ser culto,
Intelectualoide de café,
periódico y cigarro.
Pero ante todo hay que leer a Paolo Coehlo.
CARLOS MARZAL
Decrepitud
Asilados
en una infancia obscena,
en el exilio de su misma sombra,
desde un limbo de hielo,
derritiéndose,
los viejos testimonian, sin enigma,
sobre el enigma viejo de estar vivo.
Gota a gota en presente, son futuro,
evanescencia al fin fuera de tiempo,
que en la fronda del tiempo anda perdida.
Espectros de la carne en su derrota,
se acogen al sagrado de la carne,
que en deserción de sí no los ampara.
pabilos sin fulgor de inteligencia,
arden a fuego extinto en su hendidura,
ascuas de quienes fueron, balbucientes.
Isla del fin del mundo, conmovidos,
vemos flotar en pasmo la vejez,
a la lunar deriva del asombro.
Nos resulta del todo inconcebible
nuestra decrepitud, nuestra mudanza
hasta desconocernos en nosotros
y en nosotros errar entre lo ajeno.
Cómo subsiste ciega la energía
en su impúdico afán de propagarse.
Madre senilidad, nunca te amamos.
Madre senilidad, no te amaremos.
Qué frágil, en su ser, la fortaleza.
Qué sólido el vivir, de sumo frágil.
en el exilio de su misma sombra,
desde un limbo de hielo,
derritiéndose,
los viejos testimonian, sin enigma,
sobre el enigma viejo de estar vivo.
Gota a gota en presente, son futuro,
evanescencia al fin fuera de tiempo,
que en la fronda del tiempo anda perdida.
Espectros de la carne en su derrota,
se acogen al sagrado de la carne,
que en deserción de sí no los ampara.
pabilos sin fulgor de inteligencia,
arden a fuego extinto en su hendidura,
ascuas de quienes fueron, balbucientes.
Isla del fin del mundo, conmovidos,
vemos flotar en pasmo la vejez,
a la lunar deriva del asombro.
Nos resulta del todo inconcebible
nuestra decrepitud, nuestra mudanza
hasta desconocernos en nosotros
y en nosotros errar entre lo ajeno.
Cómo subsiste ciega la energía
en su impúdico afán de propagarse.
Madre senilidad, nunca te amamos.
Madre senilidad, no te amaremos.
Qué frágil, en su ser, la fortaleza.
Qué sólido el vivir, de sumo frágil.
ANTONIO PLAZA
Flor de un día
Yo di un eterno adiós a los placeres
cuando la pena doblegó mi frente,
y me soñé, mujer, indiferente
al estúpido amor de las mujeres.
En mi orgullo insensato yo creía
que estaba el mundo para mí desierto,
y que en lugar de corazón tenía
una insensible lápida de muerto.
Mas despertaste tú mis ilusiones
con embusteras frases de cariño,
y dejaron su tumba las pasiones
y te entregué mi corazón de niño.
No extraño que quisieras provocarme,
ni extraño que lograras encenderme;
porque fuiste capaz de sospecharme,
pero no eres capaz de comprenderme.
¿Me encendiste en amor con tus encantos,
porque nací con alma de coplero,
y buscaste el incienso de mis cantos?...
¿Me crees, por ventura, pebetero?
No esperes ya que tu piedad implore,
volviendo con mi amor a importunarte;
aunque rendido el corazón te adore,
el orgullo me ordena abandonarte.
Yo seguiré con mi penar impío,
mientras que gozas envidiable calma;
tú me dejas la duda y el vacío,
y yo en cambio, mujer, te dejo el alma.
Porque eterno será mi amor profundo,
que en ti pienso constante y desgraciado,
como piensa en la gloria el condenado,
como piensa en la vida el moribundo.
Yo di un eterno adiós a los placeres
cuando la pena doblegó mi frente,
y me soñé, mujer, indiferente
al estúpido amor de las mujeres.
En mi orgullo insensato yo creía
que estaba el mundo para mí desierto,
y que en lugar de corazón tenía
una insensible lápida de muerto.
Mas despertaste tú mis ilusiones
con embusteras frases de cariño,
y dejaron su tumba las pasiones
y te entregué mi corazón de niño.
No extraño que quisieras provocarme,
ni extraño que lograras encenderme;
porque fuiste capaz de sospecharme,
pero no eres capaz de comprenderme.
¿Me encendiste en amor con tus encantos,
porque nací con alma de coplero,
y buscaste el incienso de mis cantos?...
¿Me crees, por ventura, pebetero?
No esperes ya que tu piedad implore,
volviendo con mi amor a importunarte;
aunque rendido el corazón te adore,
el orgullo me ordena abandonarte.
Yo seguiré con mi penar impío,
mientras que gozas envidiable calma;
tú me dejas la duda y el vacío,
y yo en cambio, mujer, te dejo el alma.
Porque eterno será mi amor profundo,
que en ti pienso constante y desgraciado,
como piensa en la gloria el condenado,
como piensa en la vida el moribundo.
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