"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
domingo, 25 de septiembre de 2022
DIÓGENES ARRIETA
En
la media noche
Majestuosa
la luna señorea
el ancho firmamento;
hermosos, rutilantes como soles
alumbran los luceros.
Las
nubes cuelgan de los altos montes
un misterioso velo;
las copas de los árboles se mecen
con tardo movimiento.
Escúchanse
á distancia los latidos
del vigilante perro,
fiel centinela que del amo guarda
el descansado sueño.
Ninguna
voz humana se percibe
en medio del silencio:
Las voces y el martillo del trabajo
también enmudecieron.
De
una lámpara el rayo persistente
divisase allá lejos,
la lámpara del sabio que trabaja
y vela en el silencio.
Obrero
de la ciencia que investigas
tantos hondos misterios,
tú que trabajas mientras todos duermen,
¡tú llegarás al puerto!
ENRIQUE BUENAVENTURA
A
César Vallejo
Este
César Vallejo tan loco
como siempre. Tan cuerdo
como nunca, que sigue siendo
así después de muerto y uno
lo
oye respirar pese a la invernal
tuberculosis, a la estadía en e
el hospital, pese a la pena
y a su españolísima ira llena
de
tiernos y coléricos poemas,
pese a la soledad, la lluvia,
la tristeza, la oscuridad allá
en la ciudad luz. Sin pan
allá,
donde se mide el pan
por metros. Este César Vallejo
tan poco cesáreo y más bien
Cristo que cristiano y comunista
hasta
los huesos por humano
y, sin embargo, peruano,
peruanísimo, con su perfil
de puro curaca y cholo puro
y tan inca como el inca
Garcilaso que decía: “porque
las fuerzas de un indio no
alcanzan para tanto” y
alcanzaron, sí señor, les
alcanzaron para escupir sangre
y pulmón contra las injusticias.
Este César Vallejo, hueso puro,
tocando
su huaino en una zampoña
que suena a puro tuétano
y añorando el Perú en Pére Lachaise
donde quedó enterrado y luego
el
puñado de cenizas fue
llevado al Perú, a ese Perú
saqueado y humillado, a ese
Perú del oro y de la sangre.
A
este César Vallejo me encomiendo,
te encomiendo con toda el alma
y sin encomenderos. Hay que ponerle
cuatro velas y rezarle en silencio.
DAVID REFOYO
Finde
Dirá:
papá mejor al parque de atracciones
hija
qué más arriesgado que bajar de la cruz con Van der Weyden
salir
a tiempo del escape room de la familia de Felipe IV
engañar
a Saturno que no pueda devorarnos con sus manos ciclópeas
buscas
miedo un miedo controlado que derive en risa adrenalina
y si
rendimos Breda y si paseamos por el tríptico de las delicias
qué
sentiremos entonces si no es miedo ¿acaso belleza?
como
si algo fuese más terrorífico que la belleza
que
se va como quien parece no haber estado y expira y ya nunca regresa
y tú
quieres ir al parque de atracciones y lo entiendo
a tu
edad preferí el museo y mírame ahora viejo apocado
incapaz
de mirar a los ojos a Velázquez
o
sostener esa belleza entre mis versos en un segundo de luz.
De:
“El fondo del cubo”
JOSÉ LUIS ARGÜELLES
Protesta
y alabanza
Este
triste y colérico consuelo
(algo
así dijo Geoffrey Hill que es la poesía)
reúne
luz y sombras en la página,
incendia
la memoria con sus músicas
y
excava las raíces de un jardín inverso.
Busca
la duración,
pesa
sílabas y alza imágenes sutiles,
pero
nos deja intacto el daño de los días
y
jamás restituye,
pleno,
aquel
instante en que supimos un desnudo,
la
rosa del amanecer en esos labios,
todos
los sueños de la juventud insumisa.
Solo
protesta y alabanza caben
(palabras
que escribió Sophia de Mello)
en
su recinto exacto,
aquí
donde la vida comparece
como
un eco lejano,
casi
desvanecido,
con
su rastro de amor y nada.
De:
“Protesta y alabanza”
TANIA GANITSKY
Los
caballos no iban a vivir
tanto tiempo.
Pero encontraron ofrendas
en el sueño de los muertos.
Allí pastan, beben agua y, a veces,
se acercan a las manos
cubiertas de panela
que brotan como flores dulces
a su alrededor.
Doblan el cuello y reciben la ternura
que también debió extinguirse
hace tiempo.
ZAHUR KLEMATH ZAPATA
Angustia
Estoy
viviendo mi propia angustia
Miro hacia el fondo
y solo olfateo fetidez
Me aferro a las paredes de mi carne
desgarro uno a uno mis cartílagos
y el dolor que me causa
es inferior a la tortura
que flota en mi mente
Busco
loco y desesperado una salida
a mi angustia
Solo paredes
me contienen la respiración
Pero como cualquier figura de cera
o plomo que se derrite
caigo como gotas sobre el caldero
indeleble de mis días
Mi conciencia está
en el caos
Sí
en el caos y la confusión
de la existencia
y no cesa de explotar
Golpea como púas candentes
que no me dejan respirar
Me ahogan
pero como quien nada en la escoria putrefacta
voy flotando como un feto
que va de salida a la vida
