"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
sábado, 7 de noviembre de 2020
LUIS ZALAMEA BORDA
Partida de la mujer rosada
A Guillermo Payán Archer
¿Te
acuerdas, acaso, de los barcos cargueros,
que arrimaban sus lomos andrajosos al muelle,
para escuchar más cerca el quejido terrestre,
en noches en que hervían estrellas sobre la soledad?
¿De esos barcos cansados, híspidos de mástiles,
sus cuadernas plagadas de lapas sempiternas,
su fondo un sol de óxido, alarido del hierro,
y en el puente un corazón hastiado para marcar el rumbo?
¿Recuerdas, también acaso, cómo en noches de juerga,
huíamos de la cálida órbita, a una hora imprecisa,
soñando zarpar en esos fondos de alma calafateada,
para dejarlo todo en la indecisa estela de las quebradas hélices?
Nunca huimos de veras.
Mientras veíamos la estela de nuestro barco naufragar,
cómo odiamos las cadenas que a tierra nos ataban,
e invocamos una vez más la libertad del mar.
Mas hoy zarpé. Sí, Guillermo. Zarpé.
No me fui con el loco capitán de un barco matrícula de Dublín
Ni me contrató el tuerto contramaestre del tanquero Amarú
Ni quise viajar de polizón, rumbo a nuestro amado Dar-el-Salaam
La mitad mía se desprendió de golpe,
y zarpó, muy ceñida, a una mujer rosada
de ojos claros de isleña sobre su rosa piel.
Y ambos vimos desde la popa la estela en su tremenda desnudez
Toda rosada ella, vikinga de tez color bermejo,
de olor a nuezmoscada, cabellos en cascada,
de senos amaranto con cráteres de aloque.
Su carne tornábase granate y su temblor reinaba.
Esta fue, pues Guillermo, la partida de mi mitad marina.
Se fue anidando, suave, en su rosado fondo y su rosada miel.
Atrás ya no había nada: quizás mi ser terrestre.
Adelante, el mar era rosado y mi canto también.
FERNADO CHARRY LARA
Pensamientos
del amante
Ya que la intimidad la noche la criatura
El hombre que la sueña y al sol con sangre de
la tarde
Cuando por corredores de azulada piedra
Los pasos que ahora esperas
En vasto espacio enardeciendo callan
(Es más hondo el amor que nadie nombra
Más amarga la desdicha de un espejo
Cuando de pronto lo empaña el lento vaho
De una tristeza a lo lejos de alguien
Que ignorado cruza errante el vacío)
El arco de las cejas encendiéndose
La multitud del oro los hombros en reposo
Un río subterráneo entre su pecho
Los muslos firmemente dueños de la tierra
La mirada que en un duelo trémula estallaba
Vencida por el tiempo la esperanza
Un caminar perpetuo entre la lluvia
Una ciudad de nubes y agonías
Contra todo y sin fin seguirte siempre
Oh roce frío de invisible llama
(¿Por qué retrocedías y callabas
Te pensabas temblando como un niño
Lamento entrecortado en tu garganta
Devorado en la red de una tiniebla
Entristecido por tu propio sueño?)
Luego por yertas calles la alborada
Trajo al azar indescifrable un rostro
Rubio fulgor y el frágil embeleso
De en otro paraíso hallarte vivo
Lejos del sol occidental ensangrentado
Mas te persiguen la sed y el pensamiento
La ausencia te la invade sólo un cuerpo
Ese convulso perfil del deseo volando
Hacia nubes donde son verdes los ojos
Donde implacables son verdes aún y sombríos
Confusos giran grises en sucesión los días
Pálidos de lloviznas e incertidumbres
Cuando junto al anochecer existes
Con penumbra de seres a tu alrededor
Su desdeñosa sordera impenetrable
Enrojece delira Bogotá como un incendio
La multiplicidad de luces gentes bullicios
Luego el aire nocturno abriendo lunas
Y escondido en lo oculto de un afán
Oh tú que ignorada rodeas y estrechas y amas.
(Sólo dentro de tu corazón pasan las cosas
Solamente oyes una ronca bocina por tu sangre
El tiempo acumulándose en cenizas
Vuelves a mirar las luces en el atardecer
en la noche te adormecen otra vez mudos labios)
Cuerpo que no camina sino
Por constelaciones de incandescente destierro
Trae tus pies acostumbrados a la aurora
A pisar esta isla de nadie esta puerta
Donde el amor golpea con fantasmas.
(No es el sueño sino somos nosotros
Como el destino es áspero y contrario
La desierta esperanza sin sustento
En duermevela fluyen días y pensamientos
Cadáveres de sol y lluvia en la memoria)
Tras sigilosos pasos voces ecos
Eterna eterna ven
Gestos callando sombra que sospecha el aire
Pero al desvanecerse de nuevo tus huellas
Como al final el cuerpo será noche
Otra vez insondable tu luz fuera del tiempo
CARLOS LOPEZ NARVAEZ
Mi
pensamiento es la suspensa forma
de tu presencia;
mi corazón, la forma palpitante.
Como bridones blancos,
mis sentidos galopan en la tierra
de tus cinco hermosuras con el carro.
La
voz te anuncia
con dorados rumores germinales
lo mismo que los astros y las frutas.
Nacen de tu palabra
manantiales y céfiros
que sosiegan mi tórrida comarca.
Y en tu inefable cercanía
verdean los oteros
y elevas la colina donde pace
mi cándido rebaño de silencios.
ROQUE ESTEBAN SCARPA
Sobre ojos resecos
Aquí
estoy, envuelto en el sudario de la noche.
Mis
ojos se enceguecen por lo que intuyeron.
Breva
negra que no sabe renunciar en su tiniebla
a
la dulzura que mana, es mi corazón.
¿Será
la última miel que se siente en la muerte
siempre
la que cae en sombra de una funesta higuera?
Aquí
estoy, tendido. La soledad me urde cuerpo
de
silencio, de fatiga alada sin sosiego
en
esta habitación donde recreció el árbol:
no
debo olvidar que en él la tentación se esconde,
que
sus hojas son vergüenzas recubiertas, fruto sesteante
aterrado
ahora por el canto rojo tres veces encendido.
Aquí
estoy, yacente, lágrima de sequedad,
en
sábanas de frío, en sudario de fuego.
OSIP MANDELSTAM
La vida adentro discurre
Entre
una y otra circunstancia y cielos despejados
Ahora
que es julio –como mi hijo–
Y
las salamandras salen por la luminosidad
En
el año Paulino –como Pablo, mi otredad, mi otro hijo–
Lleno
de relámpagos y verbos
Esta
es mi radicalidad ahora
Que
estoy/ estás
Maravillado
de Sol
Y
la Luna aparece a las 8 p. m.
Solitaria,
todavía de día, pero inconfundible
En
su máxima poética
Pero,
¿Qué
clama mi corazón
De
desharrapado?
DINA POSADA
Carta final
Quiero morir
con tu espuma carnal
envolviendo
mi pulso casi de polvo
pulpa y zumo
del íntimo adiós
trazarán la sonrisa
que en tus labios de luto
habrás de repetir
mientras el reloj
te aparte el recuerdo