viernes, 10 de junio de 2016


MIGUEL GONZÁLEZ GERTH




Sueño



Algo así como una lluvia de cristales
cayó sobre tu imagen

Te vi como en una laguna
suspendida por nubes clarísimas
rodeada de luz y mariposas

Y cuando te alejaste
quise dar mis ojos al viaje de tu forma
donde el cielo navegaba
por mil rutas y entre rosas


DIONICIO MORALES



  
El árbol
  
                                              A Verónica Volkow



Frente a la puerta de la casa donde vivo
hay un árbol muy viejo, alto, grande,
desmochado de aquí, de allá, a mansalva,
por algún hijueputa —así decimos en mi pueblo—
que en tiempos lejanos quiso derribarlo.

El árbol todavía tiene ganas de vivir.
Se aferra al único sostén: su altura.
La tierra negra desgastada por el tráfago,
el ocioso cemento que cubre sus raíces,
a veces se compadecen de él.
Unas ramas medio verdes, amarillentas,
se alzan insolentes en el día, la noche,
con lluvia o sol, entre una y otra
calamidad que un Dios ciego descarga
 irreverente sobre su sabio tronco.

Cuando viaja el verano, silencioso
llega el otoño, como ahora.
Su tallo lívido no resiente los cambios.
En sus gajos ocres secos crece la soledad
con un sigilo creador de eternidades.
En el invierno, la clorofila se contrae
por falta de luz. El horizonte
cubre toda orfandad desmemoriada.
Así el hombre. Como este viejo árbol sembrado
frente a la puerta de la casa donde vivo,
cumple su ciclo, reverdece con los años,
en otra tierra,
                   con nuevas gentes,
                                               en cualquier lado.


De: Las estaciones rotas



FRANCISCO CERVANTES




Mísima



Señor, largamente he llorado entre la tempestad,
Como si deseara unir mi agua con su agua,
Como ofreciéndole mi doliente humedad,
Como incinerando carbón junto a la fragua.

¿Conoces el limo tardío de donde procedemos
y acaso lástima soñolienta te produce?
Mucho es esperar y lo es de menos
¿Y hacia dónde, cuándo y cómo nos conduce?

Tú que miras tan solo sin mirar
El transcurso de este lento mundo,
Dinos alguna vez sin contestar

Con un suave dejo mas rotundo,
¿A quién le corresponde tal aliento
Que no viene de ti ni es tu lamento?

  
De El libro de Nicole (1992)




RAÚL RENAN




Malapata



(la caída del pie
en un paso mal dado)

Caminar organiza pie tras pie
la ruta de la especie…
una cuerda en el piso
es invisible y quien la pisa
y logra eslastizarla
puede morir de aire fulminante.
En pedazos queda, lejos de la cuerda,
un trozo aquí entero pataleando,
la mitad más allá sin el zapato
que salió volando
después de cometer traspié imaginario.
Juntarlas nuevamente
pataleantes en la cama,
otro asunto trasfondan
con otras dos ajenas.
    (doncella en medio
    piso al aire
    ni quien diga,
esta pata es mía
a la hora
de estirar la andada)
dos a dos luchan
a pierna partida
como si alguna diera más de sí
para llegar primero
y no es manera
correr al aire cara al techo
es caminata ciega
y todo para qué,
para soñar que aquella
cuerda que impuso la caída
no fue de Orfeo
sino Morfeo núbil
el de la pierna suelta.

    Coda renca

duerme la pata fea si entumida
sueña caliente víspera, denota
poca gracia como de hormiga rota,
del hervidero desunida
—fabulante figura
una y otra y otra dan confusa
pieza de pernil patidifusa
que sin moverse evoca la negrura-.
Pata de peso fino
sin roncura
no obstante que no apura
ni escaso ni abundoso vino
pues como sea es malo
para una pata que nació de palo.
                                           ( )


De Parentescos (2003)


FÁTIMA VÉLEZ




Vox



andas oyendo el dictado de la olla que hierve
una voz de alimentos congelados que han perdido su valor nutricional
que dicen que tal vez tú puedas hacer de su forma un sabor organizado


De “El cuarto de los niños”



ALÍ CALDERÓN




Cuando cieno bruma y nada uno son
y ayuso arriba y todo ha fragmentado
cuando aquel que fuiste un día parece
otro un extraño pérfido a los ojos
y brama bruñe la penumbra en rostros
incognoscibles acres uno mismo
o si el terror la imagen
trastoca y envilece
y aún malogra corrompe por dentro
o si llegar a ser ha sido desasirse
de aquello que se fue y no se recuerda
si un accidente y no lo perentorio
somos un dato inocuo
sarcoma carcinoma la derrota que soy que contamina

Si desierto de mí depauperado
soy muchos a la vez y todos miserables
si dios que da la llaga
oculta niega tarda medicina
si sangre leucocitos y carne apoptosada
soy apenas los despojos
de un miedo que me lacra y trisca y lepra
al viento frágil flama que oscurece
o consume el susurro en luz ceniza
andadura y camino hacia la x
troverme so far y ostro en a punto
mutis hambre gozo gozne de la destrucción

Porque en sentido estricto nunca nada
fue tan todo jamás sino en mi ausencia
nunca ocupé el espacio
estuve siempre fuera
de lugar necrosado a la vista de la gente
en mí no hay nada mío
sólo descort y sombra y un crujido
que en oscur me perfuma de aspereza
un quebrar de cristales tras el pecho
que degrada mi condición de nadie

Y entonces desespero: me olvida la memoria de las cosas
soy lentas negras lágrimas y sangre
soy mácula y desprecio encabronamiento oprobio
y la ceguera soy la rabia contenida inoculada

Nada fui sino muerte entre las manos
Nunca podré colmar este silencio.