viernes, 10 de junio de 2016

FRANCISCO CERVANTES




Mísima



Señor, largamente he llorado entre la tempestad,
Como si deseara unir mi agua con su agua,
Como ofreciéndole mi doliente humedad,
Como incinerando carbón junto a la fragua.

¿Conoces el limo tardío de donde procedemos
y acaso lástima soñolienta te produce?
Mucho es esperar y lo es de menos
¿Y hacia dónde, cuándo y cómo nos conduce?

Tú que miras tan solo sin mirar
El transcurso de este lento mundo,
Dinos alguna vez sin contestar

Con un suave dejo mas rotundo,
¿A quién le corresponde tal aliento
Que no viene de ti ni es tu lamento?

  
De El libro de Nicole (1992)




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