"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
viernes, 2 de febrero de 2018
JOSÉ REVUELTAS
Redención de ausencia
Cuando
tu voz es más que la presencia
y en
los adioses detenido al aire,
nos los
vuelven las alondras grave
al
doble tacto de tu doble ausencia.
Cuando
abierto ya el cielo y su clemencia
caídos
del crepúsculo los ángeles
en
nubes reman sus oscuras naves
y te
siento mas cuerpo y mas esencia.
cuando
en el hueco de la mano caben
monedas
blancas de luna e indolencia
y se
adhiere a los arboles la calle,
¡ay,
qué venas de aguda trascendencia!
¡ay,
ay, qué blando el corazón nos sale
por los
poros de la convalecencia!
En marzo primaveral y
voladero
de mil novecientos
treinta y siete
FERNANDO DEL PASO
Como el oro, por rubio, es tu cabello...
Como el
oro, por rubio, es tu cabello.
El oro y el otoño, que es su hermano,
se despiden, volando, del verano
y viajan, río abajo, por tu cuello.
Y yo, que me robé y guardé un destello
en el hueco más claro de la mano,
una carta, en las hojas de un manzano
te escribo con su brillo, la embotello
en un litro de luz y te la envío,
y dice así: “el mar, mi casa entera,
el corazón, mis ojos, cinco rosas:
por ahogarme de nuevo en ese río
de dorada quietud, qué no te diera:
mi peso en oro, en sol, en mariposas...”
De:”Sonetos con lugares comunes”
El oro y el otoño, que es su hermano,
se despiden, volando, del verano
y viajan, río abajo, por tu cuello.
Y yo, que me robé y guardé un destello
en el hueco más claro de la mano,
una carta, en las hojas de un manzano
te escribo con su brillo, la embotello
en un litro de luz y te la envío,
y dice así: “el mar, mi casa entera,
el corazón, mis ojos, cinco rosas:
por ahogarme de nuevo en ese río
de dorada quietud, qué no te diera:
mi peso en oro, en sol, en mariposas...”
De:”Sonetos con lugares comunes”
ENRIQUE GONZÁLEZ ROJO
Final
El
helicóptero vuelve a la tierra.
Olfatea
el lugar donde debe detenerse
y
siente en su tren de aterrizaje
la
tajada del planeta
que le
toca.
El
piloto trae su informe bajo el brazo
y halla
en esta comedia de la urbe
el
pasadizo secreto invisible
que va
de la divina
a la
comedia humana.
Fue
testigo de todo
—de las
prisas
los
besos encamados en la culpa
los
dúos de gemidos de serrucho
y
violín desafinado.
Si algo
se le quedó en el tintero
fue por
obra de la fatiga muscular
de su
propósito,
de la
dolencia de finitud
que
padece su brazo
o la
anemia perniciosa
que
corroe sus versos.
Baja
del helicóptero
busca
para
esconderse
la
madriguera
del
punto final
el trampolín de la imaginación
o la
matriz del silencio
y se
nos va poco a poco de las manos
de los
ojos
del
oído
en
busca de un nuevo yacimiento de palabras
que al
parecer se encuentra en algún punto
de la
capital,
para
perderse
devorado
por una
de las avenidas 107
calles
callejones
vericuetos
de
nuestra ciudad.
Se va
regando
no
guijarros
no
mendrugos de pan
sino
letras
signos
de interrogación
palabras
para
que vayamos tras él
para
evitar que se pierda en cualquier bosque
que le
salga al encuentro.
Podemos
perseguirlo
olisquear
su pista
leer
leer
los
indicios que nos deja
la
polvareda en que termina por hacerse
el
polvo de que se halla
constituido...
Pero
tarde o temprano
daremos
con el punto final
de sus
escritos
de sus pasos
de sus
respiraciones
porque
el punto final no es otra cosa
que el
epitafio
del
silencio.
ANGELES MASTRETTA
Es impune
Es
impune.
Por las calles la llevo y nadie nota
su aplicación tenaz de corroerme.
Azúcar vivo
respóndeme: ¿y aquellos?
los de ir contigo a cuestas al ingenio
con la sentencia que por ti propagaron
¿volverán?
Mira cómo tu furia cavó sus cabelleras.
A ti te hablo.
Por las calles la llevo y nadie nota
su aplicación tenaz de corroerme.
Azúcar vivo
respóndeme: ¿y aquellos?
los de ir contigo a cuestas al ingenio
con la sentencia que por ti propagaron
¿volverán?
Mira cómo tu furia cavó sus cabelleras.
A ti te hablo.
JAIME TORRES BODET
Madrigal
Eres, como la luz, un breve pacto
que de colores fragua su blancura;
y en iris -como a ella- te figura
de la nieve menor el prisma abstracto.
Dejas, como la luz, un sordo impacto
de sombra en la retina y, por la oscura
huella que de su tránsito perdura,
recuerdo el esplendor de tu contacto.
El cristal te deshace, no el acero;
aunque, más que el cristal, la geometría,
pues transparencias sin aristas nunca
lograron traducir tu ser ligero.
Y, por eso tal vez, el alma mía
te descompone cuando no te trunca.
Eres, como la luz, un breve pacto
que de colores fragua su blancura;
y en iris -como a ella- te figura
de la nieve menor el prisma abstracto.
Dejas, como la luz, un sordo impacto
de sombra en la retina y, por la oscura
huella que de su tránsito perdura,
recuerdo el esplendor de tu contacto.
El cristal te deshace, no el acero;
aunque, más que el cristal, la geometría,
pues transparencias sin aristas nunca
lograron traducir tu ser ligero.
Y, por eso tal vez, el alma mía
te descompone cuando no te trunca.
ALFREDO R. PLACENCIA
Lucha divina
¿Tú sostienes el orbe con un dedo…?
Eso, a decir verdad, no es maravilla.
Puedo yo más que Tú. Yo soy de arcilla
y, ya lo has visto en el altar: ¡Te puedo!
¿Piensas poder más Tú…? Te desafío;
y si es así que tu potencia es mucha,
lucha conmigo, vénceme en la lucha
y a Ti no más te ame, Jesús mío.
¿Tú sostienes el orbe con un dedo…?
Eso, a decir verdad, no es maravilla.
Puedo yo más que Tú. Yo soy de arcilla
y, ya lo has visto en el altar: ¡Te puedo!
¿Piensas poder más Tú…? Te desafío;
y si es así que tu potencia es mucha,
lucha conmigo, vénceme en la lucha
y a Ti no más te ame, Jesús mío.
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