"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
martes, 25 de junio de 2019
EDUARDO CHIRINOS
Gnossiennes
Tous mes ennuis sont venus
de là
Burbujas
lentas
como de hierro
tristes
lentas
tristes
mirándose unas
a otras
reflejándose
sin alegría
como quejidos
de hueso
envuelto en terciopelo
golpeando puertas
y ventanas
Mira
hacia adentro no
verás nada
sólo burbujas
lentas
como de hierro
frías
cálidas
frías
como lenguas
mudas
sobre un papel blanco
palabra silencio palabra
como de hierro
tristes
lentas
tristes
mirándose unas
a otras
reflejándose
sin alegría
como quejidos
de hueso
envuelto en terciopelo
golpeando puertas
y ventanas
Mira
hacia adentro no
verás nada
sólo burbujas
lentas
como de hierro
frías
cálidas
frías
como lenguas
mudas
sobre un papel blanco
palabra silencio palabra
Las
teclas
huyen del piano
se ocultan
en el horno
en el ropero
debajo de la cama
huyen del piano
se ocultan
en el horno
en el ropero
debajo de la cama
Las
teclas
huyen
Nostalgia de árbol
y elefante
rebaños
de elefantes
y bosques musicales
como en películas antiguas
huyen
Nostalgia de árbol
y elefante
rebaños
de elefantes
y bosques musicales
como en películas antiguas
A
lo lejos
un señor enmascarado
silba burbujas
de hierro
ordena filas
de ataúdes desdentados
y ríe
seriamente ríe
sin nada que decir
sin nada
que decir
sin nada
que decir
sin nada
un señor enmascarado
silba burbujas
de hierro
ordena filas
de ataúdes desdentados
y ríe
seriamente ríe
sin nada que decir
sin nada
que decir
sin nada
que decir
sin nada
De: “Breve historia de la
música”
ELIZABETH SOBARZO GAONA
El
Mi
arquetipo es el cotidiano antojo de cada noche con todas sus consecuencias
mochila tatuajes con un sinfín de expresiones que no tienen un zeppelín de
escape el me llama por mi nombre a mi vacío me llama lumbre serpiente bruja me
llama en los sueños a mi oído a la cocina el en llama yo me quemo
KSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS
Quisiera
culpables en los bolsillos
forjas de tabernas
con ebrios que me escuchen
de esos que a trozos descifran verjas
de esos que enseñan
que la blancura es herida a campos
cuando se agota la pasta
cuando se pule el sueño
Quisiera sublevar la ortiga
con el soplo de mi paso
con el soplo del pisto de la lumbre
cuando en lomo de algún búfalo me apaño
y dejo de ser serpiente
para calar en vodka por sus vetas
forjas de tabernas
con ebrios que me escuchen
de esos que a trozos descifran verjas
de esos que enseñan
que la blancura es herida a campos
cuando se agota la pasta
cuando se pule el sueño
Quisiera sublevar la ortiga
con el soplo de mi paso
con el soplo del pisto de la lumbre
cuando en lomo de algún búfalo me apaño
y dejo de ser serpiente
para calar en vodka por sus vetas
ISMAEL LARES
Corrido
Alguna vez viví
en una ciudad sin polvo, sin caballos.
Sólo ruinas debajo de más ruinas.
en una ciudad sin polvo, sin caballos.
Sólo ruinas debajo de más ruinas.
Una nube inmensa, un algodón violeta,
eran todo cielo sobre nuestros hombros.
La ciudad respiraba con esfuerzo
el aire tóxico del nostro pecho.
Árboles en los parques, en las avenidas:
verdes inmigrantes que aún deambulan
sin respiro ni viento, sólo grises aromas.
Árboles en los cementerios de árboles,
lagos en los parques y basura en los parques:
decoración kitsch para la modernidad.
eran todo cielo sobre nuestros hombros.
La ciudad respiraba con esfuerzo
el aire tóxico del nostro pecho.
Árboles en los parques, en las avenidas:
verdes inmigrantes que aún deambulan
sin respiro ni viento, sólo grises aromas.
Árboles en los cementerios de árboles,
lagos en los parques y basura en los parques:
decoración kitsch para la modernidad.
Tuve un lindo apartamento en aquella ciudad.
Recuerdo la Colonia del Valle
con su voz turgente levantando edificios:
uno femenino, mexicana;
el otro más culino que un hotel, wtc.
Ay mi colonia, mis calles esquinadas,
La Morena entrepiernada con Adolfo
y el Prieto apretando sus nalgas con fuerza.
Dos esquinas adelante,
Enriqueta Ochoa me sabía poeta
cada vez que iba en bicicleta
y giraba y giraba y ella nomás reía.
Recuerdo la Colonia del Valle
con su voz turgente levantando edificios:
uno femenino, mexicana;
el otro más culino que un hotel, wtc.
Ay mi colonia, mis calles esquinadas,
La Morena entrepiernada con Adolfo
y el Prieto apretando sus nalgas con fuerza.
Dos esquinas adelante,
Enriqueta Ochoa me sabía poeta
cada vez que iba en bicicleta
y giraba y giraba y ella nomás reía.
¡Ay, mi ciudad!
Ahora polvo y palmeras y nuevos recuerdos.
Pero aún así me levantaré
con un polvoriento barrer de palabras,
con pasito, banda o norteño
en éste poema-corrido-recuerdo.
Ahora polvo y palmeras y nuevos recuerdos.
Pero aún así me levantaré
con un polvoriento barrer de palabras,
con pasito, banda o norteño
en éste poema-corrido-recuerdo.
LUIS ALFREDO GASTÉLUM
Campo minado
Tiemblan
mis tobillos, sangran. También caí tres veces como Cristo o Maradona, también
hirieron mis costillas, destruyeron mi blindaje.
Hay un alambre de púas en cada paso reprimido, ¿qué resquicio ha de cruzarse cuando la puerta es una sucursal de dudas? ¿qué baldío ha de habitarse si un baldío precede a otro?
Algunos dicen que en cada metro de vida hay minas que estallan con remordimientos, otros como yo, huimos de los campos minados porque prohíben la entrada a bailarines.
Hay un alambre de púas en cada paso reprimido, ¿qué resquicio ha de cruzarse cuando la puerta es una sucursal de dudas? ¿qué baldío ha de habitarse si un baldío precede a otro?
Algunos dicen que en cada metro de vida hay minas que estallan con remordimientos, otros como yo, huimos de los campos minados porque prohíben la entrada a bailarines.
JESÚS DAVID CURBELO
Cuarta elegía del lobo
A
Rafael Almanza
Cuando
yo digo agua creo que lo he dicho todo.
Digo
aire, fuego, piedra, polvo, sangre.
Todo
cabe en el agua,
nace
de ella,
en
ella se fecunda, o la fecunda.
La
lengua saborea sus sílabas sedosas:
agua,
digo,
y
me recorre un río la garganta y las vísceras;
pienso,
agua,
y
me hundo, transparente,
en
su alivio tan húmedo;
agua,
suspiro,
y
reaparece el fuego, el derrotado;
la
piedra, la pulida;
el
aire, macho rápido del agua;
el
polvo, novio ardiente que la espera.
¿Y
la sangre?
¿Y
la usura más cálida que nos lleva a morder,
como
si el diente no naufragara en la virtud del agua?
Agua
y sangre se beben.
Bajo
a beber al cuello y la laguna.
En
el cuello descubro el polvo antiguo
del
orgullo y la estirpe,
la
piedra de la gloria,
el
aire que macera la ignorancia,
el
fuego donde arden la pulcritud y el grito.
Me
aguarda en la laguna el fango torvo
donde
mis patas se hunden, fallan, tiemblan
con
la fragilidad del cazador que yerra el blanco
y
se queda a merced de mis colmillos.
Agua
y sangre pernoctan en mi boca.
Cuando
yo digo sangre el mundo me penetra y lo penetro.
Digo
músculo, hembras, huesos del vendaval que me calcina.
Todo
canto es mi sangre y flota en ella
porque
la sangre acata los clarines, los címbalos, la euforia,
y
también la miseria del mendigo,
el
llanto de la puta que soñó con ser reina,
las
llagas del enfermo, sus humores,
la
carne palpitante que habrá de ser carroña sin remedio.
Agua
y sangre confluyen.
Por
mi sangre navegan las historias del hombre y la manada,
del
tigre y del rebaño,
de
los bueyes que pastan su desidia y los premian con hierro,
de
los caballos prestos a cocear en la frente al suplicio,
de
los perros procaces que lamen siempre el sexo de sus dueñas,
de
las castas, los clanes,
la
espuma en que se asfixian la angustia y el recuerdo.
Agua
y sangre se mezclan.
Son
como un gran torrente donde nacen la perfección y el odio,
el
perdón y los crímenes,
las
guerras y las nupcias,
la
paz y la leyenda de las patrias.
Agua
y sangre en mi sueño.
Agua.
Sangre.
Cuando
yo digo agua creo que lo he dicho todo.
Digo
aire, fuego, piedra, polvo, sangre.
Las
palabras que faltan son inútiles:
pues
truecan agua en sangre y sangre en agua.
Yo
sólo sé el secreto de mi idioma
y
en él bebo el enigma de la muerte,
de
la naturaleza y el vacío.
Mi
sed es tan intensa como el fuego,
tan
dúctil como el aire,
como
la piedra, altiva,
como
el polvo, recóndita,
infinita,
inasible, tortuosa como el agua y la sangre.
Cuando
yo digo agua firmo un pacto
y
la sangre de un lobo nunca engaña
porque,
¿qué he de perder si ya no tengo
la
pericia del aire,
la
voluntad del fuego y de la piedra,
la
sapiencia del polvo,
el
candor y las náuseas de la sangre y del agua?
Cuando
yo digo agua digo vida
y
cuando digo sangre
entro
en la eternidad, me instauro, gozo.
ABRAHAM PAZ
Encuentro con el Buda
Venía
yo por la calle -la de Madero-
cuando
un viandante pasajero
invisible
como espectro
me
tomó con dos manos por el cuello.
“Ese
caminar apagado -hermano-
es
una metáfora de lo trágico.
Tú
vives del caos -del pánico-
y
en esta vida no hay tiempo
de
jugar al cuerdo o al pragmático
¡Déjate
ya de cuentos y teatros!
No
seas solo un hombre -sé humano-.”
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