viernes, 15 de noviembre de 2019


MATSUO BASHO






El rostro de las flores
Intimida
A la luna

ADAN ECHEVERRIA GARCIA





Convertirse en niebla



Cascada que mana de tus vertebras
Rio de caricias escurre por tus muslos
Riega el secreto de tus inocencias
Te inunda y te transforma en la dársena
Anegándote hasta que, hirviendo,
Trasmuta su materia en equilibrio
Y te sacia al convertirse en niebla.


JUAN EDUARDO CIRLOT



  

Contemplo entre las aguas de tu cuerpo...



Contemplo entre las aguas de tu cuerpo
la celeste blancura del pantano
desnudo bajo el campo con relieves
y circundado por el verde fuego.

No muy lejos el mar y las estrellas
en las arenas grises de las nubes.
Manos entre las piedras con las olas
y tus ojos azules en las hierbas.

Las alas se aproximan. Descomponen,
perdidas en las páginas del bosque,
Bronwyn, mi corazón, y cenicienta
sobre la tierra negra y en los cielos.


JUAN GUSTAVO COBO BORDA





Viena 1930



El insomnio cada día más persistente
ha obligado a la vieja condesa
a tener sobre la mesa de noche
un libro que hojea al azar.
Hoy, en la página abierta,
está la carta que en 1807 Bettina le envió a Goethe:
“¿Por qué escribo de nuevo? Solamente para volver a estar
contigo una vez más, del mismo modo que fui a Weimar
para estar contigo a solas. En realidad, no tengo nada
    que decir,
tampoco antes tenía nada que decir, pero podía verte
    y alegrarme.
Repréndeme, si quieres, dueño de mi alma,
¿pero no puedo, acaso, hablar de amor?
Si es así enmudeceré, ya que no sé hablar de otra cosa”.
La lectura le ha permitido conciliar un breve sueño.
Ve un café
a través del cual muchachas de cofia y falda ancha
se deslizan veloces llevando en lo alto
delgadas copas de cristal.
Sobre las mesas se ovillan los gatos
y en el jardín interior
el helecho se convierte de pronto en una mancha de sol.
Desaparecen los emblemas de la claraboya.



GERARD MANLEY HOPKINS





Belleza jaspeada



Gloria a Dios por las cosas de color mezclado.
Por los cielos con manchas de vaca berrenda;
Por los lunares que rosa granean sobre las truchas a nado;
Los raudales de castañas como brasas frescas; las alas
    del pinzón;
El paisaje partido y parcelado — aprisco, barbecho
    y labranza;
Y todos los oficios, sus aperos y avíos y atavíos.

Todas las cosas contrarias, originales, escasas, extrañas;
Cuanto es veleidoso, veteado (¿quién sabe cómo?)
De rápido, lento; dulce, amargo; vívido, opaco;
Engendra Aquel cuya belleza no conoce mudanza:
                              Alabadlo.


EDGAR LEE MASTERS


  


Juez Somers



¿Cómo puede ser, dígame,
que yo, el más erudito de los abogados,
yo, que me sabía a Blackstone y Coke
casi de memoria, el que hizo el más grande discurso
que la Corte jamás escuchó, el que escribió
un informe que ganó los elogios del Juez Breese...?
¿Cómo puede ser, díganme,
que yazga aquí sin losa, olvidado,
mientras Chase Henry, el borracho del pueblo,
tiene lápida de mármol, coronada por una urna
en la que la Naturaleza, de irónico ánimo,
ha sembrado mala hierba, floreciente?