sábado, 30 de abril de 2022


 

HEBERT ABIMORAD

 

 

Magnificencia

 

 

había magnificado hasta las pequeñas cosas
que a mi regreso
casi no pude entrar por la puerta

 

 

LUIS CARLOS LÓPEZ

 

 

¡Adiós…! 

 

…Abandoné mis lares
marcando rumbo hacia
remotos climas
NÚÑEZ DE ARCE

 

 

¡Adiós, rincón nativo! Me voy y mi pañuelo
parece una ave herida que anhela retornar,
mientras singla el piróscafo, bajo el zafir del cielo,
cortando la infinita turquesa de la mar.

¡Nunca podré olvidarte, noble y heróico suelo
de mis antepasados!… No te podré olvidar
ni aún besando a una chica que sepa a caramelo;
ni aún jugando con unos amigos al billar…

¡Pero al imaginarme que yo no pueda un día
tomar a tu recinto, con qué melancolía
contémplote a lo lejos, romántico rincón!…

Porque, ¡ay! todo es posible, no exótico y extraño,
si el destino de pronto me propina un buen baño
para darle una triste pitanza a un tiburón.

 

 

 

CECILIA VICUÑA

 

  

Amada amiga

 

 

Las personas que me visitan
no imaginan
lo que desencadenan en mí.
C. no sabe que sueño
con acariciarla
sin que me vea
mientras le echa dulce de camote
al pan parece que juega
con cálices y piedras sagradas,
el modo como levanta la mano
para llenar el cuchillo
de mantequilla
es un gesto
donde los mares hacen equilibrio
donde las mujeres que tienen frío
se solazan.
Tiene oleajes y consecuencias
como una línea en el radar.
Cuando se levanta la falda
para mostrarme el calzón plateado
veo grupos ondulantes de caderas
que repiten la redondez
y la perfección
hasta alcanzar una estridencia grande.

Anhelo que no se mueva demasiado
par a alcanzar a vivir en ella
a respirar y dormir
en esas planicies.
Está tan oscuro el muslo
tan brillante el pelo
que parece habla en otro idioma.
Lo que digo es tan torpe
pero cómo voy a decir:
“Eres tan hermosa”
“Me alegro tanto
de que hayas llegado.”
Cuando subo el libro del Renacimiento
donde vemos primitivos italianos
quisiera decirte:
“En esta ciudad te encuentro”
“Tú eres esas colinas”
“Tú las pintaste.”
Tus dedos son iguales
a la curva de las aletas
de la sirena
representada en la alegoría.
Pero no es exactamente esto.
Tú eres de un país con ciudades
de Lorenzetti.
Tú y yo alguna vez
volveremos a esa ciudad.

No sufras porque en este cuadro
dos mujeres se acarician
yo alguna vez te acariciaré.
No te preocupes de que estés envejeciendo,
tú vas a otra clase de tiempo
y yo también.
Aliméntate del relato que me haces
de la copa de vino
cruzando el umbral.
Aliméntate y enjóyate,
no dejes de soñar con el cuadro.
del maestro de Fontainebleu
donde una mujer
le toma a otra un pezón:
durante épocas enteras
nadie soltará tu pezón.

Quiero sufrir
enterrarme en ti,
ahorcarte y hacer un hoyo profundo,
donde te empiece a tapar la tierra
lentamente y ver tus colores
pudrirse bajo el café.
¿No te gusta tanto la combinación
de violeta y café?

No quería hablarte de la muerte
pero ya que la temes tanto
¿cómo no voy a hablar?
Es escaso el tiempo
que tenemos para vernos
y conversar.
Me gustaría ser hombre
para seducirte y obligarte
a que abandones tu casa
y te olvides de todo,
pero esta idea no me gusta.
Separados y solitarios
los hombres siempre están fuera
y nada necesitan con más urgencia
que estar dentro,
probar alguna tibieza,
altas y bajasmar.

Estoy cansada de ti
de tus resistencias
y conciencias.
Nunca te dejas llevar,
me gusta más que no lo hagas,
cuando lo haces
parece que el corazón te va a estallar
te va a florecer
te va a doler.

Es mentira que me haya cansado.
Es de mí que me canso.
Deseo verte nada más
que te enamores de otros
y nunca te apercibas de mí.

Cuando te vistes con camisa de franela
y calcetines de lana
por una semana
y te afeas y avejentas
para morir un poco
quiero estar cuando resucites
y sea una gloria de ojos húmedos
y oscuros.

Quiero ser un indio
que está escondido en las montañas
y nunca viene a las laderas
porque todo le duele.

 

 

JOAQUÍN CIFUENTES SEPÚLVEDA

 

 

Mi jardín encantado

 

 

La mire dolorosa y sentí dolorosa
y la viví en un sueño blando de eternidad.
Para mí fue la espina y para ella la rosa.
¡Rosa tan espinuda nunca vi en mi heredad!

Todo fue una mirada y otra y otra mirada…
mis labios no pudieron rebelar lo indecible.
En mis ojos ingenuos el imposible hablaba
y ella miro a mis ojos y no oyó al imposible.

Del jardín encantado que hice en mi soledad
y que ella perfumaba con la dulzura inquieta
de su andar silencioso lleno de gravedad,
ella cogió la rosa y yo por ser poeta
recogí sólo espinas y más espinas, más…
¡Rosas tan espinudas nunca vi en mi heredad!

 

 

LUIS ROGELIO NOGUERAS

 

 

Ama al cisne salvaje

 

 

No intentes posar tus manos sobre su inocente
cuello (hasta la más suave caricia le parecería el
brutal manejo del verdugo).
No intentes susurrarle tu amor o tus penas
(tu voz lo asustaría como un trueno en mitad de la noche).
No remuevas el agua de la laguna no respires.
Para ser tuyo tendría que morir.

Confórmate con su salvaje lejanía
con su ajena belleza
(si vuelve la cabeza escóndete en la hierba).
No rompas el hechizo de esta tarde de verano.
Trágate tu amor imposible.
Ámalo libre.
Ama el modo en que ignora que tú existes.
Ama al cisne salvaje.

 

 

FRANCISCO MADARIAGA

 

  

Tembladerales de oro

In memoriam Alfredo Martínez Howard

 

 

El dolor ha abierto sus puertas al agua de oro del oro que
arde contra el oro el oro de los ocultos tembladerales
que largan el aire de oro hacia los rojos destinos
pulmonares con el acuerdo de los fantasmas de oro
coronados por los juncos de oro bebiendo los
caballos de oro los troperos de oro envueltos en los
ponchos de oro -a veces negro a veces colorado
celeste verde- y el caballero que repasa las lagunas de
los oros naturalmente populares el que se embarca
en las balsas de oro con todos los excesos de
pasajeros de oro que manejan los caballos de oro con
los rebenques de oro bebiendo en la limetilla de oro
del barro de oro de los sueños de los frescos del
oro entre la majestad de las palmeras de oro y de los
ajusticiados y degollados en las isletas de oro bajo de
yacarés de oro del oro del Amor