"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
miércoles, 28 de febrero de 2018
MARÍA CLARA GONZALEZ
Desasosiego
1
Me siento extraña
Percibo
el ruido
del tiempo que camina
por mi piel.
del tiempo que camina
por mi piel.
2
Siento miedo
de acercarme al instante
en que la red se rompa
y el torrente impreciso
no fluya más en mí.
De: "Pulso interno"
MARCO FONZ
Oración
Santo
Niño altísimo mío,
¿por
qué lloras ante las puertas del cielo?
¿Te han
corrido del paraíso
o
gritas para poder entrar?
Ayer
fui a buscarte a la iglesia
pero
encontré tu silla vacía,
tu
capa, ropa, corona y cetro abandonados.
Salí registrando
el humo del incienso,
miré al
parque y a la calle, pero no te encontré.
Recordé
tu desnudez,
cerré
mis ojos, te vi llorar.
Santo
niño queridísimo mío,
si esto
te pasa a ti
que
fuiste concebido en su gracia,
imagina
lo que va a pasar conmigo
que fui
procreado con su odio.
Hoy,
entonces, miré mis ropas
ahí
colgando como buitres,
dejé mi
camisa, pantalón y zapatos abandonados.
Salí
desesperado a tocar junto a ti
las
puertas cerradas del cielo.
Cerré
mis ojos, nos vi llorar.
De: “Cantos siniestros a Chiapas”
JORGE ROBLEDO ORTIZ
Entre
el mínimo incendio de la rosa
y la máxima ausencia del lucero,
se quedó tu recuerdo prisionero
viviendo en cada ser y en cada cosa.
y la máxima ausencia del lucero,
se quedó tu recuerdo prisionero
viviendo en cada ser y en cada cosa.
Te
recuerdo en la cita milagrosa
que se dan la mañana y el jilguero,
y en el aire, traslúcido tablero
donde escribe en color la mariposa.
que se dan la mañana y el jilguero,
y en el aire, traslúcido tablero
donde escribe en color la mariposa.
Todo me
habla de ti. Sobre la brisa
persiste la nostalgia de tu risa
como una dulce música remota.
persiste la nostalgia de tu risa
como una dulce música remota.
En los
labios tu nombre me florece,
y al saberte lejana, me parece
que me bebo tu ausencia gota a gota.
y al saberte lejana, me parece
que me bebo tu ausencia gota a gota.
ÁLVARO VALVERDE
Trenes en la noche
Imagina dos trenes,
rodando en la alta noche,
que se cruzan de golpe,
camino cada cual de su destino.
En cualquier parte,
en medio de un empalme en ningún sitio,
por vías oxidadas, los vagones,
de pronto, se detienen.
Miras por el cristal y allí,
en lo negro,
se ilumina una cara justo enfrente.
De momento has pensado que es la tuya
reflejando tu insomnio y tu cansancio.
Es una sensación. Dura un instante.
Te fijas con cuidado en la ventana
y el rostro que se enciende al otro lado
es, sin duda, de otro.
De una oscura mujer, para más señas.
Es hermosa, te dices, mientras miras
sus ojos en los tuyos duplicados.
La escena es momentánea.
Tras un ruido metálico
y muy seco, el movimiento
empieza a separaros para siempre.
Ninguno de los dos hacéis ya nada
que impida lo que es inevitable.
Con el ruido del tren y el traqueteo
supones que pensabais en lo mismo:
que fue un vano espejismo,
que fue un sueño.
MIJAIL LAMAS
Cuando todos ya duermen, el silencio es una
pesada perra que vigila la casa, pero que llega tarde. Mi hermana María Julia y
mi hermano Tomás no dejan de morir en estos cuartos, casi puedo escuchar esa
renuencia a desaparecer.
Sólo entonces enciendo un cigarrillo y puedo
sentir cómo todo va a consumirse entre mis labios. Esta pequeña flama ilumina
los rostros de mis muertos. La noche de mi voz claudica en mi garganta.
De: “Canción del navegante de si mismo”
PAUL CELAN
No
obres de antemano,
no envíes nada fuera,
mantente
dentro:
transfundido de nada,
libre de cualquier
plegaria,
sutilmente acordado según
la pre-inscripción
insuperable,
yo te acojo
en lugar de toda
paz.
no envíes nada fuera,
mantente
dentro:
transfundido de nada,
libre de cualquier
plegaria,
sutilmente acordado según
la pre-inscripción
insuperable,
yo te acojo
en lugar de toda
paz.
De "Compulsión de luz"
Versión de José Ángel Valente
martes, 27 de febrero de 2018
RICARDO LÓPEZ MÉNDEZ
Intima
¡Tuyo,
muy tuyo
como la
perla es del mar:
dentro
de ti soy amor
y
ansiedad de vivir!
¡Tuyo,
muy tuyo,
de
nadie más!
¡Mía,
muy mía,
como
del sol es la luz,
dentro
de mí
eres
flor
y rumor
de canción!
¡Mía,
muy mía,
de
nadie más!
Poema musicalizado por Ignacio Fernández
Esperón (Tata Nacho).
DAVID ESCOBAR GALINDO
Niños
que cargan otros niños
semidormidos y pidiendo
centavos por las ventanillas
de los carros, mientras regresa el verde
del semáforo. Niños de intacta suciedad,
niños igual de ancianos que la música,
duros como semillas en un plato de peltre;
y en esta levedad el verano, los juegos,
las personas que entran y salen del hospital, los ríos
de vehículos, y una
fosforescencia triste y furiosa en los vellos
de mi antebrazo izquierdo. Pasaje de luciérnagas
por una puerta llena de candados. Pronuncio…
¿Cuál palabra?
semidormidos y pidiendo
centavos por las ventanillas
de los carros, mientras regresa el verde
del semáforo. Niños de intacta suciedad,
niños igual de ancianos que la música,
duros como semillas en un plato de peltre;
y en esta levedad el verano, los juegos,
las personas que entran y salen del hospital, los ríos
de vehículos, y una
fosforescencia triste y furiosa en los vellos
de mi antebrazo izquierdo. Pasaje de luciérnagas
por una puerta llena de candados. Pronuncio…
¿Cuál palabra?
De: "Vigilia memorable"
MAYRA OYUELA
I
La poesía no es una
joya, es como el amor,
tiene
que ser aniquilada para existir.
Karl
Vennberg
Toda
desnudez es mediocre si se está a solas,
mediocre
la alegría,
insuficiente
si no es en el cuerpo amado.
Humillante
es toda pasión
si no
hay manos para besar
ni
recuerdos para roer.
Sufrir por amor es paz,
Atolondrarse
en los resquicios de un amor
como la
memoria primaria,
como la
necesidad primaria
y
ahogarse por lo inocuo de un deseo.
Protuberante
es el amor,
camafeo
tras la piel que no se deja ver.
La
rabia es la parte más febril de los amantes,
terrible
es el amor, terrible
y cada
vez es vez primera.
Amar es
dejarse devorar,
es toda
ausencia de sigilo,
amar no
es para amantes,
amar es
para astronautas
y para
personas con pies en tierra
y
cabeza en el espacio que ocupan las dudas.
Una vez
más como caída en desgracia,
ardiente
la pálida luz de las palabras que convoco,
la
sensatez no ha de ser mi mejor aliado,
presta
a todo lo dicho
alimento
con alfabetos a las esperanzas
que
mueren en mi casa
¡Estoy
perdida!
Retorno,
el amor
ha sido el mayor de mis vicios.
JORGE CADAVID
Versos que crecen con el sonido de la lluvia
Dios es el aire
el
espacio vacío dentro del árbol
Es
imposible de contar
las
hojas que tiene
las
gotas de lluvia que lo atraviesan
El
primer habitante
del
árbol
tuvo
que ser la luz
un
pájaro de luz.
ESTHER DE CACERES
Canto de las flores
Desde un rincón del día dorado
escondidas flores me llaman.
-¡Por tu amor sé escucharlas!-
Me recuerdan tu alma,
¡ay, sólo conocida por los ángeles!
Sólo flores,
las escondidas flores
cantan!
Desde un rincón del día dorado
escondidas flores me llaman.
-¡Por tu amor sé escucharlas!-
Me recuerdan tu alma,
¡ay, sólo conocida por los ángeles!
Sólo flores,
las escondidas flores
cantan!
Sabemos
sólo flores
sobre ellas,
apenas apoyadas
tu cara -y tu alma
y mi cara- y mi alma.
Desde un rincón del día dorado
escondidas flores me llaman.
sobre ellas,
apenas apoyadas
tu cara -y tu alma
y mi cara- y mi alma.
Desde un rincón del día dorado
escondidas flores me llaman.
lunes, 26 de febrero de 2018
JOSÉ REVUELTAS
La palabra
Alguien,
derribado, pide palabras:
pero ya
no hay; la asamblea ha terminado.
Ha
terminado él en cuanto usó de la palabra
pues de
la palabra no debe usarse porque es muerte.
Todo
está prohibido, ante todo el cuerpo,
más aún
la mirada.
Ya
nadie debe ser;
hay una
manera de tener silencio
y otra
de no tener palabras.
yo te
espero donde nadie espera:
en
donde todo está habitado
y
alguien vaga sin cuerpo, pero
a veces
con sollozos.
No lo
detengas. No. Ésa es la nada.
Marzo de 1968
De: “El propósito ciego”
FERNANDO DEL PASO
Que te acaricie yo,
tus pechos, ave...
Que te acaricie yo, tus pechos, ave,
como rezar las cuentas de un rosario.
Y que mi amor badajo y campanario
te lo repique yo, que yo te clave.
Que sean mis manos, de tus muslos, llave.
Tu rosa, de mis dedos, relicario,
y en su fronda la lengua de un canario
con mi lengua, la sal, que yo te lave.
Nada más eso pido, quiero, ruego.
A eso me dedico y a adorarte
a quererte, y a eso me consagro.
Y te juro, las manos sobre el fuego,
que volveré otra vez a codiciarte
cada vez que cumplas el milagro.
De: “Nuevos sonetos marianos”
Que te acaricie yo, tus pechos, ave,
como rezar las cuentas de un rosario.
Y que mi amor badajo y campanario
te lo repique yo, que yo te clave.
Que sean mis manos, de tus muslos, llave.
Tu rosa, de mis dedos, relicario,
y en su fronda la lengua de un canario
con mi lengua, la sal, que yo te lave.
Nada más eso pido, quiero, ruego.
A eso me dedico y a adorarte
a quererte, y a eso me consagro.
Y te juro, las manos sobre el fuego,
que volveré otra vez a codiciarte
cada vez que cumplas el milagro.
De: “Nuevos sonetos marianos”
ENRIQUE GONZÁLEZ ROJO
Penélope
Digámoslo:
Penélope no se queda en la casa.
No
permanece aquí para cuidar la hortaliza.
Para
lavar la cara sucia de los pepinos,
peinar
a los elotes, plancharle a las lechugas
los
puños y los cuellos. No se queda en la casa,
al
frente de la escoba que al moverse reparte
un
infarto en cada uno de los granos de polvo.
No teje
la calceta de su matar el tiempo.
No le
zurce a la ropa sus corrientes de frío.
No se
halla en la cocina todo el día incrustada
mirando
cómo hierve poco a poco su tedio,
probando
a qué le sabe su propia servidumbre
cuando
el dedo le pasa su información al gusto,
ordeñándole
rayos de sol a las naranjas,
tomando
de la mano diferentes sabores
que
van, endomingados, a ornamentar la mesa.
No
aletea, pelando cebollas y recuerdos,
el
pañuelo custodio. No lava los pañales.
No
cuelga en un alambre la exposición completa
de todo
su fastidio, frustración, amargura
encarnada
en manteles, calcetines, calzones
«y
camisas que lloran lentas lágrimas sucias».
No teje
una promesa que desteje en la noche
como el
flujo y reflujo de un océano de estambre 41
en que
está a la deriva su destino acosado
por la
piel pretendiente. No se entierra en la casa.
También
sale de viaje. También forja su propia
odisea
Penélope. No se queda en la casa.
Se va
haciendo camino. Pisa distintas piedras.
Halla
flores e insectos que aún no tienen nombre,
que
escapan a las fauces de todo diccionario.
Acumula
países, aventuras, crepúsculos.
Con su
experiencia al hombro va adelante Penélope.
Es
cierto que en el viaje, me vive en su conciencia
como yo
me la adentro también en el espíritu:
en
verdad mi equipaje tiene excedido el peso
por
cargar sus caricias, sus ojos, su memoria.
Pero
nos separamos. Con un mapa distinto
cada
quien en los dedos. En barcos diferentes
que ni
una sola gota del mismo mar comparten.
Digámoslo:
Penélope no se queda en la casa.
ANGELES MASTRETTA
De pronto tengo sed
De
pronto tengo sed
no basta el agua dentro.
Tanta resequedad al paso
entre azúcar y hormona.
En cualquier río claudico
del grano saco lodo.
Es una sed sobrante
la que me retrocede
hasta el mar de mi madre.
No, más allá.
no basta el agua dentro.
Tanta resequedad al paso
entre azúcar y hormona.
En cualquier río claudico
del grano saco lodo.
Es una sed sobrante
la que me retrocede
hasta el mar de mi madre.
No, más allá.
JAIME TORRES BODET
Invitación al viaje
Con las manos juntas,
en la tarde clara,
vámonos al bosque
de la sien de plata.
Bajo los pinares,
junto a la cañada,
hay un agua limpia
que hace limpia el alma.
Bajaremos juntos,
juntos a mirarla
y a mirarnos juntos
en sus ondas rápidas...
Bajo el cielo de oro
hay en la montaña
una encina negra
que hace negra el alma:
Subiremos juntos
a tocar sus ramas
y oler el perfume
de sus mieles ásperas...
Otoño nos cita
con un son de flautas:
vamos a buscarlo
por la tarde clara.
Con las manos juntas,
en la tarde clara,
vámonos al bosque
de la sien de plata.
Bajo los pinares,
junto a la cañada,
hay un agua limpia
que hace limpia el alma.
Bajaremos juntos,
juntos a mirarla
y a mirarnos juntos
en sus ondas rápidas...
Bajo el cielo de oro
hay en la montaña
una encina negra
que hace negra el alma:
Subiremos juntos
a tocar sus ramas
y oler el perfume
de sus mieles ásperas...
Otoño nos cita
con un son de flautas:
vamos a buscarlo
por la tarde clara.
ALFREDO R. PLASCENCIA
El libro de dios
Aquí sí que no puedo
nada, si no es temblándome la mano.
Tu nombre es inefable y soberano;
tu nombre causa devoción y miedo,
y, no puedo, no puedo.
¿Cómo voy a poder…? Soy un gusano.
Déjame antes llorar, eso es muy mío.
Deja que piense en Ti y en Ti me abrase.
Aguarda a que me pase
esta ola de frío
y luego escribiré, si es que ya puedo,
tu libro este, que me causa miedo.
Mientras anda la noche y todo duerme,
me sentaré a raíz, sobre la tierra,
dando tiempo a tu amor de que me enferme.
Así voy a ponerme,
y el dique romperé, que el llanto encierra,
y, en seguida vendré a desmorecerme.
Los misterios del llanto son los mismos
que los solemnes del Amor. El llanto
sabe salvar o ciega los abismos,
tal como aquél, y sana y melifica.
El Amor puede tanto,
que a un tiempo lava y cura y deifica.
Así lo voy a hacer, por ver si puedo
con este Libro que me causa miedo.
Me sentaré a raíz, sobre la tierra,
mientras la vida calla y la luz duerme,
y el dique romperé, que el llanto encierra.
Voy a desmorecerme
y a sentarme en la tierra.
Tan sólo aguardo que tu amor me enferme.
Aquí sí que no puedo
nada, si no es temblándome la mano.
Tu nombre es inefable y soberano;
tu nombre causa devoción y miedo,
y, no puedo, no puedo.
¿Cómo voy a poder…? Soy un gusano.
Déjame antes llorar, eso es muy mío.
Deja que piense en Ti y en Ti me abrase.
Aguarda a que me pase
esta ola de frío
y luego escribiré, si es que ya puedo,
tu libro este, que me causa miedo.
Mientras anda la noche y todo duerme,
me sentaré a raíz, sobre la tierra,
dando tiempo a tu amor de que me enferme.
Así voy a ponerme,
y el dique romperé, que el llanto encierra,
y, en seguida vendré a desmorecerme.
Los misterios del llanto son los mismos
que los solemnes del Amor. El llanto
sabe salvar o ciega los abismos,
tal como aquél, y sana y melifica.
El Amor puede tanto,
que a un tiempo lava y cura y deifica.
Así lo voy a hacer, por ver si puedo
con este Libro que me causa miedo.
Me sentaré a raíz, sobre la tierra,
mientras la vida calla y la luz duerme,
y el dique romperé, que el llanto encierra.
Voy a desmorecerme
y a sentarme en la tierra.
Tan sólo aguardo que tu amor me enferme.
domingo, 25 de febrero de 2018
MARIA EUGENIA VAZ FERREIRA
Yo quiero un vencedor de toda cosa,
invulnerable, universal, sapiente,
inaccesible y único.
En cuya grácil mano
se quebrante el acero,
el oro se diluya
y el bronce en que se funden las corazas,
el sólido granito de los muros,
las rocas y las piedras
los troncos y los mármoles
como la arcilla modelables sean,
A cuyo pie sin valla y sin obstáculo
las murallas amengüen,
se nivelen los pozos,
las columnas se trunquen
y se abran de par en par los pórticos.
Que posea la copa de sus labios
el licor de la vida,
el virus de la muerte,
la miel de la esperanza,
las beatas obleas del olvido,
y del divino amor las hostias sacras.
Que al erótico influjo de sus ojos
se empañen los cristales,
la nieve se calcine,
se combustione el seno
virginal de las selvas
y se empenache con ardientes ascuas
el corazón de la rebelde fémina.
Que al rayar de su testa iluminada
resbalen de las frentes
las más bellas coronas,
los lábaros se borren,
repliegue sus insignias
la faz del estandarte
y vacilen los símbolos ilustres
sobre sus pedestales.
Yo quiero un vencedor de toda cosa,
domador de serpientes, encendedor de astros
transponedor de abismos...
Y que rompa una cósmica fonía
como el derrumbe de una inmensa torre
con sus cien mil almenas de cristales
quebrados en la bóveda infinita,
cuando el gran vencedor doble y deponga
cabe mi planta sus rodillas ínclitas
KO UN
Tienes prisa
mucha prisa
mucha prisa
Le dice
un leño al fuego.
Versión de Joung Kwon Tae - Revisada
por Isabel R. Cachera
De: "108 poemas Zen"
MARTA GARCÊS
Sotto voce
Murmura
el aliento del aire.
Una
tenue lluvia expira
al
enfrentarse a los cristales.
Las
horas pasan lentamente,
cierro
los ojos, alcanzando el ardor de mi codicia.
Silencio.
La
lumbre arde con fuerza.
El
recuerdo es un triste sueño.
Una
cálida voz que
susurraba
dulcemente en mi oído,
unos
palpitantes labios
que con
ansia besaban los míos;
tus
manos, ahora espinas,
antes
inquietantes pedazos de cielo
que
trazaban senderos
por mi
cuerpo.
Nubes
de tormenta se acercan,
acallado
mi dolor,
abiertas
todas las heridas
y las
frías lágrimas
enlutan
mi yerto rostro.
Bajo el
silencio de la noche,
aún me
parece oír tus hondas palabras,
susurrándome,
en voz baja,
mentiras
que me harán sufrir
durante
el resto de mi mortal vida.
Deslizando
la noche,
a
través de mis pupilas, de nuevo
en
soledad, yo y mi recuerdo.
Se
entreabre mi nostalgia,
Se
marchita mi dicha.
Sotto voce, tú susurrabas, yo moría…
De: “Días de vinos y de espinas”
ADRIANA TAFOYA
Quebradiza
Apago
la luz
mis
ojos se mueren
con el
zumbido de un pájaro
que me traga
que me
esparce
y no
deja guarecerme
de la
lluvia y de mi cara
de los
cantos del dolor
que el
sonido marca
en las paredes
con los
rasguños
trozados
en mi espalda
cuando
me fui con los hombres
para no buscarte
y con
algunas parejas
para no
envidiarlas
¿por qué me dejaste?
La
carne grita de mi cuerpo
El
abandono de mí es desposeerme
desgarrarme el vientre y odiarte
para
querer morderte la lengua cuando me beses
y dejo
caer mi cabello
caer
los labios menguados
mis ojos se mueren
en el
silencio del sonido me alejo
de los
colores del misterio
para
arrinconarme
cerca de ti
con los pies amoratados
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