"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
domingo, 6 de enero de 2019
JORGE DÁVILA VÁZQUEZ
Hora de erratas
Dice
sol
debe
decir oscuridad
dice tú
debe
decir adiós
dice
Novena Sinfonía
debe
decir tristeza mortal
dice
manos entrelazadas
debe
decir mentira
Pero
también
en
ciertas líneas
dice
sombra
y
debiera decir luz
dice
cuervos
y
debería decir palomas
dice
cardo
y
debería decir crisantemo
dice
ceniza
y
debería decir hoguera
dice
nosotros dos
y
debiera sin duda
decir
todos
Dice
tantas cosas
y no
debiera decir nada.
De: “Libro de horas”
HERNÁN LAVÍN CERDA
Decálogo de todos los días
Si está
muy aburrido de la vida
y desea
que lo maten a palos, con lentitud
y
perseverancia, no deje de sonreír y marque el 1.
Si ya
no soporta a su mujer y quiere divorciarse ahora mismo
porque
la muy ingrata es cada día más bigotona,
más
peluda y más gorda, sonría y marque el 2.
Si está
muy aburrido de la vida y sólo desea
bailar
sinuosa y suavemente con una encueratriz de origen húngaro,
pero
con los pezones al estilo de la Santa Rusia, no deje de sonreír y marque el 3.
Si ya
no puede vivir con nadie, ni siquiera en los brazos
de su
propia sombra, y sólo quiere bailar un vals de otro tiempo
bajo la
luz de la luna, aunque sea con el enemigo, sonría y marque el 4.
Si aún
tiene la esperanza de que los políticos lo sigan traicionando
por
detrás y por delante, aun cuando sea con algunas lágrimas
de
cocodrilo viejo en los anteojos, no deje de sonreír y marque el 5.
Si ya
no puede respirar en calma
y
solamente desea que lo embalsamen al morir
o
incluso antes, como le sucedió a Vladimir Ilich Ulianov,
alias
Lenin, aquel Lenin de tal vez nunca, sonría y marque el 6.
Si es
hiperkinético y no puede masturbarse en un ambiente
de
recogimiento búdico, alegría de vivir y asombro
por lo
que aún ocurre en este mundo de locura casi mística
y
felicidad envidiable o más bien insoportable, no deje de sonreír y marque el 7.
Si
todas las africanas de Mozambique
lo
vuelven todavía más loco que una cabra del monte
por
vivir con el Punto G muy enredado en el caracol del oído, sonría y marque el 8.
Si ya
no quiere saber nada de nadie y de nada porque le duelen mucho
los
dientes y las muelas con una obstinación más bien sobrenatural,
y ya
tampoco se interesa por el futuro del bendito
o
maldito Arte de la Palabra que nos abruma, no deje de sonreír y marque el 9.
Si al
fin no sabe quién demonios es quién a lo largo del mundo
convertido
en tanta belleza e inmundicia, y aún se siente más aburrido
que un
orangután sin la compañía de su simpática, su dulce, su fascinante
y muy
sutil orangutana, sonría, por favor, sonría y marque de inmediato el 10.
CARLOS MANUEL VILLALOBOS
Las espinas de la eternidad
Las
plantas, al igual que los animales, lloran, se alegran y tienen orgasmos. En
conclusión, las plantas tienen alma. Pero para evitar matorrales en el Cielo,
el Hacedor se cuidó de que el alma vegetal no fuera eterna. Pero los pérfidos
vampiros, secuaces sin cansancio del Destructor, contaron la fatal noticia a
cuanto ser pudieron. Muchas plantas murieron de terribles depresiones vegetales
y prueba de ello son los desiertos. Otras en cambio, creyendo aún en los
milagros o quizá por herejía, se arrancaron las hojas y las ramas más
sensibles, y dejaron que el viento las anduviera por el mundo andando.
Pero es
tan evidente el engaño, que los arbustos que tenían espinas, ni siquiera
tuvieron tiempo de quitárselas. Hoy los científicos, que desconocen esta verdad
primigenia, las confunden con ortópteros y las llaman fásmidos, pero no son
ortópteros: son bastoncillos arrancados de alguna rama, son hojas sin alma que
vagan por el mundo tratando de engañar a Dios.
¿Pueden
las flores desear
a gritos que los pájaros las amen?
a gritos que los pájaros las amen?
¿Pueden
las raíces
volverse un mar de ganas cuando llueve?
volverse un mar de ganas cuando llueve?
¿Pueden
las hojas
mirarse en los espejos
y soñar que los príncipes azules
están a punto de llegar
con el caballo y los anillos?
mirarse en los espejos
y soñar que los príncipes azules
están a punto de llegar
con el caballo y los anillos?
¿Puede
acaso un árbol
arrancarse los ojos para no mirar la madre
que lo abraza?
arrancarse los ojos para no mirar la madre
que lo abraza?
¿Puede
una rama bajarse
de sí misma
y darse a la fuga andando?
de sí misma
y darse a la fuga andando?
¿Puede
acaso Dios escribir un verso
y dejar perdidas las metáforas en el bosque?
¿Puede acaso esta hoja
asustadizay dejar perdidas las metáforas en el bosque?
o este bastón andante
poner un huevo
y que nazca un árbol?
KAREN VALLADARES
Quién
Quién
puede decirme cómo vivir
sin
pensar en las cosas próximas que deban ocurrirme.
Lanzarle
un zapatazo a alguien y morirme de la risa,
como si
no fuese pecado.
Pero
que alguien me diga cómo vivir,
cómo
llevar los días de mi existencia, al límite.
Y
pensar que cada instante muere frente a este cuerpo flaco y sin forma.
He de
morir algún día, o quizá nunca muera porque algunas veces pienso
que soy
inmortal.
Me han
de llevar los gusanos y las sombras oscuras, el mismo Satán.
Me he
de encontrar con lo más terrible en el camino y jamás tendré miedo,
porque
soy tan cobarde que nunca me atreví a sentirlo.
Le temo
a todo. Pero nadie sabe que le temo a todo.
He de
andar por las calles,
sola o
con algún desconocido tratando de hacerme plática,
para no
aburrir el camino.
No me
importa la vida de los demás.
Quién
puede decirme cómo vivir,
cómo
llevar los días de mi existencia,
fingir
que todo está vergonísimo.
que a
nadie le importa realmente lo que pasa.
Alguien
puede decirme, ¿cómo desaparecer
sin que
yo misma, me dé cuenta?
DANIEL TÉLLEZ
8.
Fuera
de tus vísceras deja la amputación del escrito
que las
manos cargantes reproduzcan el peso del reptil cuerpo
lleguen
dos congojas a mi oído cuando el olor membrillo de la tarde sea
y
vuelen en parejas hasta ti mis dulces cuervos
casamata
de polvo en dos mejillas asfixiadas.
Alza
los ojos cuando te veas caer en la recámara
un niño
con fiebre repetirá tu nombre de memoria
velará
la aladrada frente de tu mujer de selva
celará
la nada de tu polen de arcilla.
GIOVANNY GÓMEZ
Costumbre
Las
veces que el río dejó sus zapatos
y
corrió desnudo tras el viento
el
árbol hizo de su copa las raíces
los
pájaros caminaron ebrios
No he
conocido de donde viene la risa
sin que
deje algunas lágrimas
He
visto mis piernas huir de mí trastabillando
y las
lisonjas de tu cuerpo
devolviéndome
a un sueño
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