miércoles, 9 de septiembre de 2015

GABRIEL ZAID




Alucinaciones



El vio pasar por ella sus fantasmas.
Ella se estremeció de ver en él sus fantasmas.

Él no quería perseguir sus fantasmas.
Ella quería creer en sus fantasmas.

Montó en ella, corrió tras sus fantasmas.
Ella lloró por sus fantasmas.



ALFONSO REYES OCHOA




El llanto



Al declinar la tarde, se acercan los amigos;
Pero la vocecita no deja de llorar.
Cerramos las ventanas, las puertas, los postigos,
Pero sigue cayendo la gota de pesar.

No sabemos de dónde viene la vocecita;
Registramos la granja, el establo, el pajar.
El campo en la tibieza del blando sol dormita,
Pero la vocecita no deja de llorar.

-¡La noria que chirría!- dicen los más agudos-
Pero ¡si aquí no hay norias! ¡Qué cosa tan singular!
Se contemplan atónitos, se van quedando mudos
Porque la vocecita no deja de llorar.

Ya es franca desazón lo que antes era risa
Y se adueña de todos un vago malestar,
Y todos se despiden y se escapan de prisa,
Porque la vocecita no deja de llorar.

Cuando llega la noche, ya el cielo es un sollozo
Y hasta finge un sollozo la leña del hogar.
A solas, sin hablarnos, lloramos un embozo,
Pero la vocecita no deja de llorar.


XAVIER VILLAURRUTIA GONZÁLEZ




Inventar la verdad



Pongo el oído atento al pecho,
Como, en la orilla, el caracol al mar.
Oigo mi corazón latir sangrando
Y siempre y nunca igual.
Sé por qué late así, pero no puedo
Decir por qué será.

Si empezara a decirlo con fantasmas
De palabras y engaños al azar,
Llegaría, temblando de sorpresa,
A inventar la verdad:
¡Cuando fingí quererte, no sabía
Que te quería ya!


JAIME SABINES GUTIÉRREZ




He aquí que tú estás sola y que yo estoy solo



He aquí que tú estás sola y que yo estoy solo.
Haces cosas diariamente y piensas
Y yo pienso y recuerdo y estoy solo.
A la misma hora nos recordamos algo
Y nos sufrimos. Como una droga mía y tuya
Somos, y una locura celular nos recorre
Y una sangre rebelde y sin cansancio.
Se me va a hacer llagas este cuerpo solo,
Se me caerá la carne trozo a trozo.
Esto es lejía y muerte.
El corrosivo estar, el malestar
Muriendo es nuestra muerte.

Yo no sé dónde estás. Yo ya he olvidado
Quién eres, dónde estás, cómo te llamas.
Yo soy sólo una parte, sólo un brazo,
Una mitad apenas, sólo un brazo.
Te recuerdo en mi boca y en mis manos.
Con mi lengua y mis ojos y mis manos
Te sé, sabes a amor, a dulce amor, a carne,
A siembra, a flor, hueles a amor, y a mí.
En mis labios te sé, te reconozco,
Y giras y eres y miras incansable
Y toda tú me suenas
Dentro del corazón como mi sangre.
Te digo que estoy solo y que me faltas.
Nos faltamos, amor, y nos morimos
Y nada haremos ya sino morirnos.
Esto lo sé, amor, esto sabemos.
Hoy y mañana, así, y cuando estemos
En estos brazos simples y cansados,
Me faltarás, amor, nos faltaremos.


MANUEL MARÍA FLORES




El sol



Y no buscaste un sol, no; le tenías
Dentro del corazón, y ya el instante
De su feliz oriente presentías...

¡Ese sol era Amor! Astro fecundo
Que el corazón inflama
Y, con su fuego iluminando el mundo,
Como un sol en el alma se derrama.
Ante él los sueños de la fe benditos,
Las blancas ilusiones, la esperanza,
Y del alma la virgen poesía,
Todo en enjambre celestial se lanza
A hacer en torno al corazón el día.

Así también el sol del firmamento
Fúlgido al asomar. La flecha de oro
De su rayo primer rasga el espacio...
En el pálido azul del éter vago,
Las últimas estrellas
Cintilan en sus limbos de topacio,
Tiemblan, se apagan tímidas... y luego
El astro rey desde el confín profundo
Sacude sobre el mundo
Su cabellera espléndida de fuego.

Como bocas amantes
Que se aprestan al beso voluptuosas,
Entreabren palpitantes
Su incensario de púrpura las rosas.
Las brisas se levantan
A despertar los pájaros dormidos
En el tibio regazo de sus nidos,
Y ellos, alegres, despertando, cantan.
Y cantando despiertan
El inquieto rumor de los follajes,
Y el bosque todo, saludando al día
Desata la magnífica armonía
De sus himnos solemnes y salvajes.

Y todo es vida rebosando amores
Y todo amores rebosando vida.
Desde el trémulo seno de las flores
Cargadas de rocío;
Desde el murmullo del cristal del río,
Y el retumbo soberbio de los mares;
Desde la excelsa cumbre de los montes
Y el azul de los anchos horizontes
Hasta la inmensidad del firmamento,
Es todo luz, perfumes y cantares,
Es todo amor, y vida y movimiento.

Tu sol, el de tu amor, por mucho tiempo
Dentro de tu alma retardó su oriente;
Por mucho tiempo su divino rayo
No iluminó sobre tu regia frente
Las lindas flores de tu rico mayo.
Por mucho tiempo en vano la belleza
Te revistió de sus preciosas galas,
Y en torno de tu espléndida cabeza
Impaciente el amor batió sus alas.

Por mucho tiempo así. Llegó el momento,
La ansiada aurora, el despertar fecundo:
Y tú lo sabes bien: dentro de mi alma,
Ante el sol de tu amor, alzóse un mundo.

El mundo de mi loca fantasía,
Mi mundo de poeta,
Un pedazo de cielo que se abría
En la región del alma más secreta,
Un enjambre de sueños voladores
En torno de dos almas cariñosas,
Y del alba a los tibios resplandores
Un escondido tálamo de rosas
Para el sueño nupcial de los amores.

Un cáliz desbordado de embriagueces,
De inmortales delicias,
Un torrente de besos, de suspiros,
De lágrimas de amor y de caricias.
¡Ah! ¿Dónde estaba de mi lira ardiente
La orgullosa canción que supe un día?
¿Do la palabra que, bañado en fuego,
Al oído feliz de la belleza,
En otro tiempo modular sabía?
¿Do las flores gentiles que el poeta
Al pasar la Hermosura derramaba
Con musa fácil, juvenil e inquieta?

¿En dónde está mi audacia, en otro tiempo.
En otro tiempo tan feliz y loca...?

Ante el sol del amor que vi en tus ojos,
Cayó a tus pies mi adoración de hinojos
Mi alma tembló y enmudeció mi boca.



JAIME MARIO TORRES BODET




Amor único



Ramo del corazón, el que se hace
Sólo una vez. El que se da, sin verlo.
No sería bastante todo el abril del mundo
Para hacerlo de nuevo.