"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
jueves, 9 de septiembre de 2021
ROBERTO MALATESTA
La estrella roja
Vimos
a Marte,
los dedos de mis hijos señalaron
hacia la estrella roja.
Nunca, en años, se había aproximado
tanto a nuestra tierra.
Lucía realmente muy bella
en el cielo final
que tocaban los dedos de mis hijos.
Mi casa también era bella
con Marte adornándole el cielo
y mis hijos felices
con aquella visita.
Aquella noche nada se interpuso
entre ellos, nuestra casa y las estrellas.
DENISSE VARGAS
El ruido de la ciudad que abandonas
Antes
de cada mudanza
comienzo por desprenderme de la ropa,
lo más cercano a las heridas.
Aquella falda de seda que dejaba tan poca distancia
entre mis muslos y tu deseo
es la primera en irse.
Descarto
luego las cosas robadas:
el bolígrafo de un hotel
con que escribiste unos versos en una servilleta;
el suéter que nunca te devolví,
los lentes azules demasiado grandes para mi rostro,
todos nítidamente en un cajón.
Luego
repaso los obsequios, nunca sé qué hacer con ellos.
Rozo con mis dedos la inicial
que se hunde en el hueco de mi garganta
y de pronto dudo de esta manía de ahogar
el ruido de cada ciudad que abandono.
Quizás
es hora de llevar cada historia colgada del cuello
como un cascabel. Portar esta falda de seda
sin temer el espectro de tu mano en mis caderas.
Quizás
es hora de llevar conmigo
el estruendo de cada ciudad
como un indómito botín.
LAURA CÁRDENAS
Adiós
1
Te
tocas. La adolescente que hay en ti te toca. Piel
tersa, tacto que no es igual a otro. Te oyes, lentamente,
profundamente, te oyes, rascando las piedras. Tus uñas
vigorosas. Tu lengua fuerte. Tus dientes.
Te tiendes en el pasto y sientes el sol penetrando en cada
uno de tus poros.
¿Y qué de los sueños? los grandiosos. Del dolor, el grandioso.
Se fueron. Te basta el límite abismal de tu cuerpo, de tu
propio cuerpo. Acaricias tu vientre redondo, hueco, redondo,
hueco, tus piernas. Te ves en un espejo. Tu cara. ¡Por fin!
2
El
parto de ti misma se retarda. Lo retardas. Tú, tu
miedo lo retardan. Mira, respira afuera, llénate de afuera.
Equilibra tu yo. Equilíbralo. Rómpete. Rómpete. Sal, permite
que entre. Sal permite que entre… Sal.
7
La
rotura debe convertirse
en cicatriz, no en gangrena.
9
Sientes
tus brazos, tus piernas, tu boca
tienen un por qué, porque sin
soluciones
Ser.
12
Todo
comienza y termina con lo mismo.
Un atardecer en medio de la noche y del día.
Las alas de la mariposa se han vuelto duras,
como un capullo que vuela.
13
De
veras, la tierra es negra.
De: “Perseguido olor a casa”
DIEGO ALEXANDER
Verano
Arde
la tarde mientras orbita el sol
y lo consume todo.
Arde mi sombra
bajo el amparo verde de las hojas
que esperan, ya resecas,
la sed que vuelve de los pájaros.
MIGUEL SANZ CHUNG
A
pesar de las enseñanzas del maestro
seguimos limpiando la casa sin ordenar
la mente, fustigamos los muebles con
bayetas, preparamos los alimentos
sin maravillarnos, regamos las plantas
a baldazos y vamos por la ciudad con
nuestros hijos como encomiendas sin
destino. Pero aún miramos el patio
deseando un jardín de arena,
rociado con un puñado de piedras
que imiten la posición de los astros.
LUIS ALONSO CRUZ
Cuando el fondo de este espejo,
imágenes de reyes y reinas, cartas que se juegan al olvido,
y el contenido de las palabras
se hace polvo.
A mis ojos
aparecen ciertos relieves
que, poco a poco,
van perdiendo forma.
Un
hervor recorre el cuarto,
no hay puertas que impidan el paso/
el espíritu siempre tuvo una vía libre.
El hervor entra por la nariz
da pie a la imaginación
y hace próximo lo que está al otro lado del mar
dormido.
Dormir
es guardar los brazos y las piernas,
para un mundo que nunca sabremos
cual será.
En
el sueño,
tengo el agua rodeándome el pecho
y en el pecho un árbol que se hunde
en algo parecido a lagos salados.
De mis brazos crecen hojas y dedos
de la boca salen frutos silenciosos.
El
sueño acaba,
cuando comienza el diluvio de la luz.
Y el día trae a las aves,
sus cantos que nunca se escucharán
en este sótano.
De: “Una pantera feliz en el sótano”