Cuando el fondo de este espejo,
imágenes de reyes y reinas, cartas que se juegan al olvido,
y el contenido de las palabras
se hace polvo.
A mis ojos
aparecen ciertos relieves
que, poco a poco,
van perdiendo forma.
Un
hervor recorre el cuarto,
no hay puertas que impidan el paso/
el espíritu siempre tuvo una vía libre.
El hervor entra por la nariz
da pie a la imaginación
y hace próximo lo que está al otro lado del mar
dormido.
Dormir
es guardar los brazos y las piernas,
para un mundo que nunca sabremos
cual será.
En
el sueño,
tengo el agua rodeándome el pecho
y en el pecho un árbol que se hunde
en algo parecido a lagos salados.
De mis brazos crecen hojas y dedos
de la boca salen frutos silenciosos.
El
sueño acaba,
cuando comienza el diluvio de la luz.
Y el día trae a las aves,
sus cantos que nunca se escucharán
en este sótano.
De: “Una pantera feliz en el sótano”
No hay comentarios:
Publicar un comentario