domingo, 22 de julio de 2018


CARILDA OLIVER LABRA





Jueves



Cogí un recuerdo para soportar la fatiga,
pasé la página de mi libreta
y escribí: te amo.
Pero era para no enseñar a todos mi puñal.
(Váyanse a la madre que los parió,
ustedes quieren regalarnos
una sentencia de muerte,
ustedes nada saben del hombre;
métanme presa,
no importa:
pintaré en las paredes de la cárcel!)

Así ha pasado el jueves.
Huí al campo,
pero no era como lo hizo Van Gogh:
llovía,
los pájaros se fusilaban unos a otros;
la tarde sirviendo qué postal estupefacta.
En fin, no queda otro remedio
y vine para casa.
Aquí arden los rincones
y no ha llegado la orden de alzamiento,
los mosaicos de mármol forman luto,
ponen la radio,
no hay teléfono para comunicarse con el absurdo,
guisan lentejas,
me desnudo.
Comprendo que es jueves,
entonces salgo.
Los ómnibus están llenos, camino
sonambulescamente,
fracaso en un semáforo;
aunque eso sí me da la noche con sus astros,
y cuando iba a sonreír
por casualidad
o porque Dios nos tiene siempre asco:
apareces
como un personaje de Deschau.
Te articulas a mi podredumbre,
el tedio entumece las corbatas,
el hambre se te ha vuelto una tira ignominiosa.
Por venganza,
en un descuido,
te adornas con el hueso
de tu hombro poliomielítico.
Verdad que es jueves,
que hay que orinar contra las ceibas.
Montamos el mismo cerdo de tortura,
tenemos la exacta humildad de locos atropellados,
te miro flamear sobre la mesa del café;
debajo duermes.
Ya no te pareces al as de bastos,
tiemblo,
nace el vino,
das un tropiezo con mi tristeza
y vuelves los ojos al humo sin desquite.
(¡Amor mío: vamos a suicidarnos!)
De pronto el crepúsculo suelta un arcoiris
y mordemos la vida.
No sé qué más ocurre
aparte del jueves.
Me pones en un automóvil
con la misma ternura que comemos peces en el
                                                              almuerzo
y quizás me he muerto cuando das ordenes:
llévela a su casa;
vive en la otra cuadra de mi suerte.

Luego se me tupe la pluma con esta lágrima.


ANTONIO PLAZA





A Rosa



A tu lado yo siento, Rosa mía,
que tenemos los dos un alma sola;
si probara una gota de ambrosía
suspendida en tus labios de amapola,

A Dios le pido que mi pobre estrella
alumbre un porvenír de venturanza,
y que siempre resbale tras tus huellas
la inmaculada luz de la esperanza.

Ojalá que en tu senda sin abrojos
nunca el llanto humedezca tu mejilla
ni el brillo apague de tus lindos ojos
donde mi cielo de ventura brilla.

Porque tu goce mi tormento calma
y con tu pena el corazón me hieres;
padece mi alma si padece tu alma,
y soy dichoso si dichosa eres.

Que mi vida, mujer, mi vida entera
se halla en tal grado con la tuya unida,
que la temible muerte no pudiera
arrebatar tu vida sin mi vida.

Te amo, Rosa, como nunca he amado;
a tus pies encadeno mi destino,
y a tu amor es final abrillantado
que encendiera el Señor en su camino.

Tu mirada tiernísima concluye
de mi penar intenso la' violencia,
que tú eres el iris que destruye
la horrible tempestad de mi existencia.

A tu lado la dicha me sofoca,
y mi ser se estremece de contento
cuando mi nombre de tu linda boca
embalsamado sale con tu aliento.

Y yo Rosa, te encuentro tan divina,
que un ángel envidiara tus hechizos,
tan pura como el aura vespertina,
jugando de las olas con los rizos.

Eres tú la ilusión de mis amores
y la diosa de mi alma enamorada,
isla preciosa de benditas flores
en un mar de pureza colocada.

Ensueño sacrosanto de ternura,
mi grande aspiración es poseerte;
si se agita la flor de mi ventura
el desengaño me dará la muerte.


II

Mas no, que pronto con eterna liga
para siempre mi bien, a ti enlazado
teniéndome a tus pies arrodillado,
me oirás hermosa, sin cesar decir:

A ti mujer, la de cabellos blondos,
de tez de raso, de inspirada frente,
la de ojos lindos, la de boca riente
a ti te amo, no más, no más a ti.

A ti tan fina como bucle de ángel,
tan blanca como hielo de Apenino,
hermosa cual topacio golcondino,
a ti te amo, no mas, no mas a ti.

A ti, mujer tan noble como el mártir,
a ti más tierno que de alondra el canto,
a ti más pura que del niño el llanto,
a ti te amo, no más, no más a ti.



DOUGLAS TÉLLEZ





Los inquisidores



Los inquisidores se niegan a morir
andan por ahí, disfrazados
de serios ejecutivos
proclamando la pureza de metales
corrompidos.
Juzgan. condenan, matan todo
Intento de llegar a ti.


MIGUEL VEYRAT



  

Tú eres el peatón del Camino Real

                                                                     A Claudio Rodríguez
                                                                               In Memoriam



Tú eres el peatón del camino real entre los bosques enanos
que bordean el río. Tú eres el peatón del camino real que arriesga
su oscuro deseo entre los bosques sin luz: Eres de azul inmenso
y sonríes al centro inaudito junto a Hércules Dionisio y Jesús el Nazareno.
Frente al insomnio del mundo a ti también te alcanzó el abismo.

 

IRMA TORREGROSA





Instructivo para amanecer



Abrirás los ojos
y escucharás las gotas
tras cortinas;
verás como mi espalda se dibuja en la luz
sobre tu cama.
Buscarás la noche entre las sábanas
y no hallarás mas que agua,
mariposas que se evaporan entre los dedos.
Toseré un poco, no debes preocuparte,
igual y es el reloj que ha parpadeado
o tu caricia que se ha salido de mi sueño.
Llenarás tus ojos con la piel
y buscarás la manera de quedarte,
de verme desnuda, con un puñado de sol
(en la mano) que no se va,
que nos toca a la puerta.
Despertaré y te habrás ido:
fuimos un punto en el mapa,
un sueño,
una llama.


JUAN JOSÉ MACÍAS





4



uno creería que hay más oxígeno en la luna
que el corazón trastornado está expulsando al alma
que de todas las puertas se traban los cerrojos

uno intercambia ruidos por estremecimientos

hay un criminal      un lunático que ríe
de la monstruosa   disparatada
por cuanto estúpida
importancia que nos damos:

el miedo
que cada noche pone a caminar
a “alguien”
a la zaga
de nosotros

  
De: “Expansión de las cosas infinitas”