sábado, 9 de marzo de 2019


GUILLAUME APOLLINAIRE





Cuarto poema secreto a Madelaine



Mi boca tendrá ardores de averno,
mi boca será para ti un infierno de dulzura,
los ángeles de mi boca reinarán en tu corazón,
mi boca será crucificada
y tu boca será el madero horizontal de la cruz,
pero qué boca será el madero vertical de esta cruz.
Oh boca vertical de mi amor,
los soldados de mi boca tomarán al asalto tus entrañas,
los sacerdotes de mi boca incensarán tu belleza en su templo,
tu cuerpo se agitará como una región durante un terremoto,
tus ojos entonces se cargarán
de todo el amor que se ha reunido
en las miradas de toda la humanidad desde que existe.

Amor mío
mi boca será un ejército contra ti,
un ejército lleno de desatinos,
que cambia lo mismo que un mago
sabe cambiar sus metamorfosis,
pues mi boca se dirige también a tu oído
y ante todo mi boca te dirá amor,
desde lejos te lo murmura
y mil jerarquías angélicas
que te preparan una paradisíaca dulzura en él se agitan,
y mi boca es también la Orden que te convierte en mi esclava,
y me da tu boca Madeleine,
tu boca que beso Madeleine.


Versión de José Umaña

LOUIS ARAGON





Carlitos místico



El ascensor descendía siempre hasta perder aliento
y la escalera subía siempre
Esta dama no entiende lo que se habla
es postiza
Yo que ya soñaba con hablarle de amor
Oh el dependiente
tan cómico con su bigote y sus cejas
artificiales
Dio un grito cuando yo tiré de ellos
Qué raro
Qué veo Esa noble extranjera
             Señor yo no soy una mujer liviana
Uh la fea
               Por suerte nosotros
               tenemos valijas de piel de cerdo
               a toda prueba
Ésta
               Veinte dólares
Y contiene mil
Siempre el mismo sistema
Ni medida
ni lógica
                  mal tema

                                                                   Feu de joie


Versión de Aldo Pellgrini


MARCO ANTONIO CAMPOS




  
Una carta demasiado tardía

                                          Contudo, esto é urna carta.
                                   Carlos Drummond de Andrade
                                                            Carta



No sé en verdad si esto sea una carta.
No sé si disculparme por el retraso
de la explicación, ni si te importan
disculpa o explicación ¿Para qué
hacerlo después de veintisiete años
cuando ya una vida se hizo o se deshizo
y nosotros sólo soñábamos hacerla?
Quizá por eso. Quizá porque contigo
yo habría hecho una vida real
y no este mundo sin casa que he desecho.
Desde hace días o semanas
los recuerdos me ciegan como un pozo,
y vuelves callada, quieta,
inmensamente quieta y luz en el diciembre
horizontal y frío, y allí te quedas.
A cierta edad los recuerdos se vuelven
como las flechas de San Sebastián
pero disparadas sólo al corazón.
Tenías diecisiete años,
edad clarísima de las ventanas,
y eras tenue para que los álamos no olvidaran
esbeltez ni linaje de luna.
Podría decir, con el estilo del melodrama
mexicano: "Amaba a otra", y era cierto,
humanamente cierto, pero ahora aquí,
queriendo ver desde mi casa las montañas
del Ajusco, me digo, me digo que eras
la que pudo dar, no el país de maravillas
(como tu nombre lo dice), pero sí
una vida lúcida, leve, quizá feliz.
Eso me hago suponer. Supongo.
Creo sentir alivio al escribir estas líneas.
Son del todo sinceras pero inútiles,
porque lo que fui destruyendo
no se puede explicar en un poema.
Tampoco me sueño en sueños de entonces,
porque ya hace años, cinco o diez, que no
tengo sueños. Tampoco me hago ilusiones,
aunque lo diga a menudo, sabiendo que engaño
0 me engaño, mientras miro mi cuerpo como reloj
que marca las cinco y media de la tarde.
Hoy por hoy sólo aspiro a terminar una obra
(mala o buena), hacer a los otros algún bien
en lo que puedo, y viajar por un mundo que
a veces me cansa más de lo que me maravilla.
No sé, como te dije, si esto sea una carta.
Tal vez no la vayas a leer (lo más probable),
y no sé si decir: "Te quise" o "Me equivoqué",
o "Cómo quitarte la begonia". No sé siquiera,
no sé, qué fue del bosque cortado a ras del bosque.
No lo sé. Pero te dejo estas líneas:
Tómalas, aunque no las leas.

                                                                            1995


De: "Los adioses del forastero"


ANTONIN ARTAUD






Una de sus últimas declaraciones



"Sé que tengo cáncer. Lo que quiero decir antes de morir es que odio a los psiquiatras. En el hospital de Rodez yo vivía bajo el terror de una frase: "El señor Artaud no come hoy, pasa al electroshock". Sé que existen torturas más abominables. Pienso en Van Gogh, en Nerval, en todos los demás. Lo que es atroz es que en pleno siglo XX un médico se pueda apoderar de un hombre y con el pretexto de que está loco o débil hacer con él lo que le plazca. Yo padecí cincuenta electroshocks, es decir, cincuenta estados de coma. Durante mucho tiempo fui amnésico. Había olvidado incluso a mis amigos: Marthe Robert, Henri Thomas, Adamov; ya no reconocía ni a Jean Louis Barrault. Aquí en Ivry sólo el doctor Delmas me hizo bien; lamentablemente murió...
Estoy asqueado del psicoanálisis, de ese "freudismo" que se las sabe todas".

NINA CASSIAN





Un hombre



Cuando al luchar por la patria
se pierde un brazo, surge el miedo:
En adelante,
haré todo a medias.
Recogeré,  la mitad
de la cosecha de los campos.
Y al practicar en el piano
sólo tocaré la melodía
o el acompañamiento,
pues no estoy capacitado para toda la partitura.
Sólo golpearé
con un puño
en las rígidas puertas,
y mi amor se dejará abrazar
sólo a medias.
Hay cosas que nunca haré,
por ejemplo,
aplaudir en las grandes fiestas.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Desde ese instante, todo lo hará
dos veces.
Y en lugar del brazo descuajado
le crecerá un ala.


Versión de Jorge Torés


ÁLVARO CUNQUEIRO





8. Ya no hay aquella simple desnudez...



Ya no hay aquella simple
y turbia desnudez.
Tus muslos ya no huelen
a canciones agrestes.
Tus manos ya no tientan
la risa curva y acre.
Como si hubiese pleno oscuro.


De: "Mar ao norde"

Versión de Vicente Araguas