"Sé que tengo cáncer. Lo que quiero
decir antes de morir es que odio a los psiquiatras. En el hospital de Rodez yo
vivía bajo el terror de una frase: "El señor Artaud no come hoy, pasa al
electroshock". Sé que existen torturas más abominables. Pienso en Van
Gogh, en Nerval, en todos los demás. Lo que es atroz es que en pleno siglo XX
un médico se pueda apoderar de un hombre y con el pretexto de que está loco o
débil hacer con él lo que le plazca. Yo padecí cincuenta electroshocks, es
decir, cincuenta estados de coma. Durante mucho tiempo fui amnésico. Había
olvidado incluso a mis amigos: Marthe Robert, Henri Thomas, Adamov; ya no
reconocía ni a Jean Louis Barrault. Aquí en Ivry sólo el doctor Delmas me hizo
bien; lamentablemente murió...
Estoy asqueado del psicoanálisis, de ese
"freudismo" que se las sabe todas".
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