martes, 17 de diciembre de 2024


 

ELENA GARRO

 

 

 

A A.B.C.

 

 

Que cada una de mis lágrimas
ahogue en sal cada uno de tus días
y cada uno se te convierta en roca
y cuando sueñes sólo seas tú solo
perdido en las salinas,
muerto bajo un viento de sal.
Que mires los ojos de la muerte
en los ojos que mires y te miren
y los caminos intrincados de mis lágrimas
de aquel viernes
se hundan en tu piel
hasta volverte una máscara tatuada.
Que ellas tengan la virtud
de borrarte la memoria de la dicha
y días vacíos encadenen tu tedio.
Baste una sola
para amargar el más dulce de los frutos
y otra para cegarte a la belleza.
Una, ligera, leve,
se te convierta en roca
y todas en río caudaloso
en el que nades a contracorriente
por todas las edades venideras
persiguiendo un punto luminoso
engañosa estrella fija
como esta inexplicable desdicha
de perseguir aquel viernes
aquel balcón de piedra
aquel adiós
aquel árbol flotando solo en el aire nocturno
alejándose más a medida que avanzo
en la memoria.

 

 

Tokio, 11 de octubre de 1952

 

JORGE VALDÉS DÍAZ-VÉLEZ

  

 

 

Cifra



Los papeles dispersos
encima de la mesa
cobran vida, disgregan
su palabra en las torres

de esta hora perpetua
que dejó entre cenizas
un crepúsculo ajado.

La noche, o su señal,
devolverá en sentencia.
Sobre la destrucción
del mundo hablan las cosas

 

 

RAÚL GARDUÑO

 

  

 

La palabra ardiente

 

 

Misteriosa y ardientemente mía,
la soledad de tu cuerpo
se tiende a mi lado para inaugurar la vida.
Y no dejas de pasar con tus racimos de sangre,
lúcida y desnuda,
desnuda hermosamente,
ofuscada como la vela de un barco en el aire,
rotunda:
así la imagen del mundo
sólo es una sonrisa a tus pies.

Conoces el remolino que hay en nuestros corazones,
un remolino profundo,
algo así como un vacío
que va sumando nuestras abundancias,
la forma de la abundancia que eres tú
quitándote las ropas con mis manos,
diciéndome una palabra de la vida,
una palabra oscura y silenciosa,
indecible,
como a ciertas horas el corazón.

Todo es una selva en guerra,
un hundirse en la delicia,
ya no saber nada, ya no ignorar nada,
la lujuria vaga en nuestros cuerpos,
la lujuria es una campana
despertando en tu boca,
todo es el mar, todo es la tierra,
la elegancia con que el sol entra en el cuarto
como si no supiera nada;
los recuerdos, los recuerdos…

 

 

CAROLINA ESCOBAR SARTI

 

 


 

Cerrada por inventario

 

 


No estoy.

Estoy CERRADA POR INVENTARIO
hasta nueva orden.

Vean las cortinas oscuras
que he colocado
para que nadie se atreva
siquiera a tocar.

Más cerca de la muerte
que entonces
necesito saber cuánto de mí hay
cuánta desnudez me queda.

Parada necesaria
para nombrar la propia vida
pra revisar
los haberes y los saldos
del sentimiento.

Por favor no vengan
no toquen no entren
no vuelvan...
estoy rompiéndome el pico
sacándome las uñas
quitándome todas las plumas.

Cuando me brote nueva
nada esconderán mis alas.

Entonces vuelvan.

 

JOAQUÍN VÁSQUEZ AGUILAR

 

 

 


Poema con muerte acalorada



me pongo a discutir con mi muerte
y me acaloro
y nos acaloramos
y en llamas
seguimos discutiendo

se necesitan trancas
fuertes sogas
ríos enfurecidos
para detener mi muerte

mi muerte echó a correr como un caballo

agárrate
viento
que traigo
mi muerte relinchando
mi muerte desbocada

¡ay!
mi enloquecida muerte

 

ABRIL MEDINA

 

 

 

Madre colócame

donde están los santuarios del templo del sida
los santos del templo del cáncer
los santos del templo del covid
en la trituradora de las hembras esquizofrénicas
en la picadora de las hembras psicóticas
en el aserradero de las hembras adictas

Madre
en la prisión de los huérfanos por abulia
en la correccional de los cachorros crueles
en el calabozo de las bestias adolescentes
en el nicho de la virgen de la peste
en el regazo de la virgen de la sífilis
en el seno de la virgen del sarampión

Madre colócame
donde está el veneno de las aguas
donde está el veneno del aire
donde está el veneno de la semilla
en los hornos de mujeres de madera
en los hornos de hombres en las minas
en los hornos de niños de carbón

Madre
en el uniforme de los hijos sangrientos
en el saqueo de las mentes enajenadas
en el plato para las hienas de mi especie
en el vagón de los trenes del hambre
en el vagón de los trenes de la demencia
en el cenicero de los trenes del horror

Madre colócame
donde no encuentre alegría vergonzosa

Madre
donde no hiera a nadie mi paz