"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
domingo, 11 de septiembre de 2022
DANTE GABRIEL ROSSETTI
Insomnia
Delgadas
son las faldas que la noche dejó atrás,
antes de que el día quiebre el cielo con su crepitar.
Delgados son los jirones del sueño,
oscilando en el espíritu cansado del viento;
pero en medio de aquel reposo inquieto
que desgarra la trama del olvido y el recuerdo,
mi alma se estira hacia la tuya,
cada vez más cerca.
Nuestras
vidas nunca se unen;
nuestros pensamientos nunca se distancian,
aquello que aferra tu corazón al mío,
parece disolverse en un brillo sombrío.
Esta noche, el Amor ejerce un control total,
y con deseo y con pesar,
mi alma se arrastra hacia la tuya,
cada vez más cerca.
¿Existe
un hogar, dónde la pesada Tierra
se derrita en el aire brillante,
y dónde el mal no se respire;
dónde el agua barra el eco de la sed,
y el fuego sea el reflejo de nuestra fe?
Si la voluntad yace atada al objetivo,
tal vez allí pueda su esperanza engendrar.
Mi alma, en esta hora desolada,
se agita hacia la tuya,
cerca, siempre un poco más.
CHRISTINA ROSSETTI
Recuérdame
Recuérdame
cuando haya marchado
Lejos en la Tierra Silenciosa;
Cuando mi mano ya no puedas sostener,
Ni yo dudando en partir, queriendo permanecer.
Recuérdame cuando se acabe lo cotidiano,
Donde revelabas nuestro futuro pensado:
Solo recuérdame, bien lo sabes,
Cuando sea tarde para plegarias o consuelos.
Y aunque debas olvidarme por un momento
Para luego evocarme, no lo lamentes:
Pues la oscuridad y la pena dejan
Un vestigio de los pensamientos que tuve:
Es mejor el olvido en tu sonrisa
Que la tristeza ahogada en tu recuerdo.
RÓMULO BUSTOS
El
corazón es un cuenco sediento y extraño
El
corazón es un cuenco sediento y extraño
Toda el agua del cielo cabe en él
sin derramarse
Nunca se colmaría aunque lloviera
todo el cielo
Aunque todo el cielo se derramara
como una cosecha de llanto
DALIA ALONSO
Autobiografía
sentimental
La
que compra flores y viste
los lares de su altar,
el fuego al viento
otorgado en sacrificio
y de Amor la cierva herida:
yo
soy yo
y la trémula rosa abandonada al mar.
Mi
epitafio, de líneas claras:
un silencio,
de un cisne el canto ahogado,
un frasco de perfume
sin terminar.
MARÍA CODES
Agradecimiento
Por
el lamentable estado del cuello
sangriento se deduce
que ayer hubo festín de buitres.
Una víctima cándida de torpe lengua
sin duda alguna
por no imaginar su despiece
y desamparo.
Ignoraba la mala entraña
el icónico riesgo del deambular
en lo tocante a los campos de reyerta
y la noble labor de guillotina necrófaga.
Suturar
la cabeza desmembrada
los flecos del escote
no dar el brazo a torcer
y declarar
con la boca llena de hormigas
que tiernos órganos vigilantes
de mamífero hembra
ofrendarán el cadáver
al voraz apetito público
que muestran los carniceros de mujeres
en mitad de una mano.
No
es nimia la tortura
de reconstruirse, trozo a trozo
de acomodar el cigarrillo en la boca
y echar a andar errante en páramos
sin remedio ni pomada
como convicto fantasma holandés
a la busca estéril del resto propio
de la perpetua sombra intolerable.
De: “Conservar
al vacío”
JUAN VICENTE PIQUERAS
Canción
del suicida
Yo
soy aquel que sabe la fecha de su muerte.
Soy el que la decide.
Nadie puede negarme este poder.
Nadie podrá después responder a las muchas
y feroces preguntas que dejaré en el aire
como herencia y condena
a quienes me quisieron. Tan en vano.
Quien
ama no conoce la respuesta.
Yo sí. No la diré.
Moriré
contra todos. Soy el único
que sabe de su vida la segunda
fecha, la que teméis,
la que cierra el paréntesis,
la que dicen que solo Dios conoce.
A
Él, que todo lo sabe, preguntadle
por qué me fui, y así, por qué hice esto.
Nadie
os dirá más claro,
más oscuro,
lo que yo os digo yéndome.
De:
“Qué hago yo aquí”
