miércoles, 12 de mayo de 2021


 

AIXA RAVA

 


 

 

De las esferas

 

 

Corazón, dejá la piedra
—vestimenta mineral de los últimos días
nada como sentirse a resguardo de los vaivenes
lo sé, pero ahora
sin embargo, nada
como este mareo, corazón,
dejá la piedra
a un costado de tu paso vacilante
y movete inquieto como el fuego
como el aire —que se eleva y no se escapa
que está siempre yéndose y llegando.
Corazón, dejá la piedra
y al pulso inconstante de la pulpa
— ¿porque qué hay sino este baile
travieso de las esferas? —corazón,
la piedra dejá y que te humedezca
esta lluvia temporal sobre la tierra

 

todos somos agua, corazón,
y el agua
con tan solo un soplo
se estremece.

  

De “Los sitios de mi cuerpo”

DANIEL MONTOYA

 

 

 

El sembrador de la luna

 



Para qué queréis minas de cobre
para qué queréis minas de oro
para qué queréis minas de plata
para qué queréis piedras ocultas
para qué queréis excavar la roca
si tenéis una tierra blanda
y las aves siembran las semillas

 

FERMÍN VILELA

  

 

Vincent

 


Del óleo, que es la sangre
corriendo entre mis venas,
no puedo decir nada.

 
Tan sólo puedo verlo nadar
en el vacío de la tela blanca
como blancos son los huesos de Dios.

 
Del pincel, que flota entre mis dedos,
tampoco puedo decir nada.

 
Y sin embargo rompo con la terca
unión carnosa de mis labios
para orar esta noche,
frente a una silla vacía.

 

ALEXIS ROMERO

 

 

 

Un sabio parsi

 

 

sentado los miraba como si volviera a presenciar
los inicios del mundo en las casas de pisos de rocas

 

deseaba decirles respondan con calma y hambre
no arrasen lo que brota de la memoria

 

confíen en los atropellos
oren por la violencia y el vino
sonrían cuando una mujer parta sus labios
cuando un hombre se hinque y mire sus manos
honren la ansiedad
esa nueva ley del nacimiento

 

MELISSA OLIVARES

 

 

 

3. A Roland Barthes

 


Hay una teoría a la deriva

una creación en el limbo

que podría ser la búsqueda del equilibrio

Existe una recreación de la burla

una sospecha de más en el zapato

que se camufla en el pensamiento

para no ser tonto, para no dejar huella

Una fotografía del ángulo que condensa todos los demás ángulos

sin ser escritor

Un raspado en la revelación

Un llanto no imaginativo, ni solitario

sino uno compartido, como si por fin el lenguaje condensara

y no nos separara como siempre

vendiéndonos la mentira de la unión

ofertándonos la otra de ser un babel a punto de ser sentenciado

Hay un signo detrás del otro signo

y detrás del otro signo hay otro sentido

donde la imagen y la lengua no se comparan

donde la luz y el tono no son hermanos

Hay algo que condensa todo

Por ahí caminabas, ¿verdad?

Un caballo tras otro caballo enarcando las piernas

porque sí puedo decir que las piernas se enarcan

desde que entendiste que el lenguaje se hacía de traidores

¿por ahí cruzabas?

En el -0 y no en el -1

porque la convención hace mucho que se rompió

Porque el auto-referirnos es no referirnos al infinito

vacíos, sedados, sin entender la diferencia de qué es una vereda y una autopista

Y cruzaste muy rápido buscando el sentido primario, el fuego sin castigo de Dios

porque ya no le importa, porque estoy entre dos sillas

sin poder juntar los hemisferios,

adelgazando cada cubierta

de piamadre y duramadre

Y los padres de todo esto no terminaron el trabajo

porque no había un término ni un terminar

Entonces el consuelo es no ser la enfermedad solitaria

como si todos dijeran que mientes

que aquí es de amigos

que aquí todo se une

y no es verdad, ¿si, Barthes?

Es solo una crítica de escuela

que ha matado al pensamiento y ahora este vuela como una cometa perdida

sin niños, o con todos los niños, pero no Uno

A lo lejos la cometa se vuelve un papel, casi un texto, viene una garza

la picotea hasta partirla en dos

Suenan guitarras y clavicordios a la vez

cae la tinta, todo es simbólico

como decías

Yo solo especto, y es que me supera

Veo a tus amigos venir

esos que también lo sabían

esos que ponían flechitas y barras, así el consenso ya no nos comería

Veo caer acuarelas, hay un charco de colores

que no define mi lengua ni la tuya ni ninguna

es la esencia, la veo venir

mientras tú caes a la diferencia entre la pista y la vereda

y yo no tengo nombre para eso

Solo es el charco que explotó o quizá salió de ti

Y heme aquí de nuevo entre dos sillas exigiéndote que me resuelvas

con lo que yo no doy ni puedo,

Porque hubo un día y un único grupo

en el que creí y confié que me salvaría…

Hay una acuarela que se desliza por todo tu saco

No sé definirla, no eres tú, ni yo ni nadie ni nada

Está más allá

 

ALFREDO HERRERA FLORES

 

  

 

La casa

 



Somos la mañana con su tarde
y su inevitable noche.

 
Somos el día que nos da
en esta casa o en la otra.
Somos las cuatro o cinco paredes
que nos acogen esta noche,
ojalá mañana.

 
La casa que nos cobija somos
con sus clavos y sus sorprendidos
huecos en las paredes
¡y hasta la vereda de enfrente nos pertenece!

 
Somos la casa y la ciudad
aunque no tengamos ciudad ni casa,
no sepamos a dónde ir ni
a dónde volver: si a la ciudad o a la casa.

 
En esta casa somos más que nosotros tres:
somos la casa y su mesa y la leche
y el gatopardo en el jardín,
somos los tres tomados de la mano
acomodando un jarrón y
mirando por la ventana.

 

De: “Causas naturales”