Vincent
Del óleo, que es la sangre
corriendo entre mis venas,
no puedo decir nada.
Tan sólo puedo verlo nadar
en el vacío de la tela blanca
como blancos son los huesos de Dios.
Del pincel, que flota entre mis dedos,
tampoco puedo decir nada.
Y sin embargo rompo con la terca
unión carnosa de mis labios
para orar esta noche,
frente a una silla vacía.
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