De
las esferas
Corazón,
dejá la piedra
—vestimenta mineral de los últimos días
nada como sentirse a resguardo de los vaivenes
lo sé, pero ahora
sin embargo, nada
como este mareo, corazón,
dejá la piedra
a un costado de tu paso vacilante
y movete inquieto como el fuego
como el aire —que se eleva y no se escapa
que está siempre yéndose y llegando.
Corazón, dejá la piedra
y al pulso inconstante de la pulpa
— ¿porque qué hay sino este baile
travieso de las esferas? —corazón,
la piedra dejá y que te humedezca
esta lluvia temporal sobre la tierra
todos
somos agua, corazón,
y el agua
con tan solo un soplo
se estremece.
De “Los
sitios de mi cuerpo”
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