miércoles, 19 de agosto de 2020


OSIP MANDELSTAM




Hay turpiales en los bosques, y una única medida...



Hay turpiales en los bosques, y una única medida
En la permanencia de las voces y en los versos melodiosos.
Pero sólo una vez al año en la naturaleza sucede
El desborde de lo estable, como en la métrica de Hornero.

Este día ha abierto sus puertas a la pausa:
Desde la mañana hay quietud y largos y difíciles momentos
El ganado pasta, mientras la pereza divina
Extrae de la caña de la riqueza de sus notas.

1914
Versión de Jorge Bustamante García



ELIZABETH BARRETT BROWNING




¿Es verdad que de estar muerta sintieras…



¿Es verdad que de estar muerta sintieras
menos vida en ti mismo sin la mía?
¿Que no brillara el sol lo mismo que antes
sabiéndome en la noche del sepulcro?

¡Qué estupor, amor mío, cuando vi
en tu carta todo eso! Yo soy tuya…
Pero… ¿tanto te importo? ¿Cómo puedo
servirte vino con mi mano trémula?

Renunciaré a los sueños de la muerte
volviendo a las miserias del vivir.
¡Ámame, amor, tu soplo resucita!

Otras cambiaron por amor su rango,
y yo por ti el sepulcro, la dulzura
celestial por la tierra aquí contigo.


ROBERT BRIDGES




La tarde va oscureciendo



La tarde va oscureciendo
Después de este día tan luminoso,
Olas bravías descubren
Que salvaje será la noche.
Suena a lo lejos un profundo trueno.

Las últimas gaviotas cubren el horizonte
A lo largo de la pura altura del precipicio;
Como vagos recuerdos en la memoria,
Los últimos estremecimientos de deleite,
Las alas blancas ya perdieron su blancura.

No queda una sola nave a la vista;
Y, cuando el sol se va ocultando,
Las espesas nubes conspiran para cubrir
A la Luna, que debe subir más allá.
Únicamente vida, anhelada amante.



JUAN CARLOS SUÑEN




33



Y los preceptos se desordenaban en nuestra boca
          para que el número no tuviese lugar,
Y allanaba las noches nuestra lengua (entrenada)
para estorbar la falsedad del número.

Pero fue condenado y orecido,
tasado en el quiosco de las anchas maneras,
visitado y mentido nuestro idioma.

Y la duda se interpuso entre nosotros como la certeza
          se interpone entre los esposos.

Mas si hubiera ganado su secreto
la palabra esperada habría salido limpia
contra toda angostura. Habría sido
mudo reparto y sido
reparación. Habría
hecho de ese momento un canto de partir:
eso fue lo siguiente que perdimos.


De: "La prisa"



LUIS LLORÉNS TORRES




Como medialuna blanca…



Como medialuna blanca
en la medianoche negra,
tu blanca piel es la lumbre
que aluza mi hosca tristeza.

Tu piel le reza de noche
a la noche de la sierra
la letanía de la espuma
del salto de agua en las piedras.

Y a los luceros les trova
la más blanca cantarela:
la de la leche de ensueño
de la errante azul camella
panda en la travesía
entre la luna y la tierra.

Es la carne de tu cuerpo
carne de nuez cocotera,
cuajo de recién cuajado
queso de hoja de Isabela,
nieve de Blanca de Nieve,
y blanco vellón de oveja.
Alas de garzota blanca
son tus brazos y tus piernas.

Y eres toda ensueño blanco:
leche de la azul camella.

Luna y blanca, blanca
y luna novia en traje do azucena:
novia desnuda en la noche:
blanca la carne de soda,
blanca la cola de espuma
y blanco el velo de niebla.
Flor rociada de rocío
y llena de luna llena.
Flor que se desnuda
para que la gocen las estrellas.

Blanca sal. Azúcar blanca.
Cal. Cal viva en la cantera.
Polvo de almidón de yuca.
Polvo de arroz de Valencia.
Caracol de limpio nácar.
Vaso de horchata de almendra.
Huevo del cisne del cielo.

Leche de la cabra negra:
de la cabra de la noche
que en la inmensidad berrea,
paciendo sobre los astros,
y Dios lo sopla las tetas
quo se hinchan de infinito
y en vialácteas se deslechan.

Toda eres claro de luna:
la luna en tu carne riela.
Y toda, blanca vialáctea:
leche de la cabra negra.



MARIANO BRULL




El niño y la luna



La luna y el niño juegan
un juego que nadie ve;
se ven sin mirarse, hablan
lengua de pura mudez.

¿Qué se dicen, qué se callan,
quién cuenta una, dos y tres,
y quién, tres, y dos, y uno
y vuelve a empezar después?

¿Quién se quedó en el espejo,
luna, para todo ver?
Está el niño alegre y solo:
la luna tiende a sus pies

nieve de la madrugada,
azul del amanecer;
en las dos caras del mundo
—la que oye y la que ve—
se parte en dos el silencio,
la luz se vuelve al revés,
y sin manos, van las manos
a buscar quién sabe qué,
y en el minuto de nadie
pasa lo que nunca fue…


El niño está solo y juega
un juego que nadie ve.