martes, 30 de septiembre de 2014

SALVADOR DÍAZ MIRÓN

 

A Déltima

 
Vuelve a mí la odorífera corola
y acoge la oblación de mis gorjeos,
¡oh tú, la rosa mística, la sola
flor viva del jardín de mis deseos!

Tu esencia, en que mi anhelo se sacia,
es tu cáliz nítido, que adoro,
gota de miel en ánfora de gracia,
grano de mirra en incensario de oro.

A ti van los suspiros y las quejas
del nostálgico mal que me consume.
Las ansias de mi afán son las abejas
y tú eres la dulzura y el perfume.

* * *

Mas estas notas que mi angustia exhala
son las últimas ¡ay! que habré de darte...
Son los batidos lúgubres del ala
de la ilusión que se despide y parte.

¡Mujer, entre mi afecto y tu cariño
hay un abismo que mi orgullo ensancha,
y sé que tu virtud es un armiño
que no consiente ni soporta mancha!

¡Altivez infernal! ¡Deber penoso!
¡Escollos de dolor en nuestra vía...!
¡Yo no puedo sin mengua ser tu esposo
y tú no puedes con honor ser mía!

* * *

¡Oh memoria... gloriosa infortunada,
llévame hacia el edén que mi alma quiso!
¡Oh mi pobre pasión... Eva enlutada,
toma con el recuerdo al paraíso!

¡Anda! ¡Riega y evoca con tu llanto
tus agostadas primaveras puras,
ángel apocalíptico en el santo
valle de Josafat de las venturas!

¡Después... oh triste mártir que palpitas
de nuevo bajo el paño de la muerte!
¡Noble Cristo interior que resucitas,
huye del cautiverio de la suerte!

¡Rocío abrasador, quema mis ojos!
¡Lluvia de tempestad, inunda el suelo!
¡Plegaria funeral, ponte de hinojos!
¡Volcán, arroja tu erupción al cielo!

¡Oh, mi amor...! ¡Sal del féretro en que yaces!
¡Brota del corazón que has hecho trizas!
¡Sube a Dios,  fénix ígneo que renaces
cantando de tus mágicas cenizas!

 

 

CHARLES BAUDELAIRE



De Spleen e Ideal:

 

2. El albatros

 

Por distraerse, a veces, suelen los marineros
Dar caza a los albatros, grandes aves del mar,
Que siguen, indolentes compañeros de viaje,
Al navío surcando los amargos abismos.

Apenas los arrojan sobre las tablas húmedas,
Estos reyes celestes, torpes y avergonzados,
Dejan penosamente arrastrando las alas,
Sus grandes alas blancas semejantes a remos.

Este alado viajero, ¡qué inútil y qué débil!
Él, otrora tan bello, ¡qué feo y qué grotesco!
¡Éste quema su pico, sádico, con la pipa,
Aquél, mima cojeando al planeador inválido!

El Poeta es igual a este señor del nublo,
Que habita la tormenta y ríe del ballestero.
Exiliado en la tierra, sufriendo el griterío,
Sus alas de gigante le impiden caminar.

  

De: Las flores del mal
(Versiones de Antonio Martínez Sarrión)

 

 

 

JOSÉ ASUNCIÓN SILVA

 

¿Recuerdas?

 
¿Recuerdas?.... Tú no recuerdas
Aquellas tardes tranquilas
En que en la vereda angosta
Que conduce a tu casita
Plegaban a tu contacto
Sus hojas las sensitivas
Como al poder misterioso
Del amor tu alma de niña...
En la oscuridad pasaban
Las luciérnagas cual chispas
Que bajo la yerba espesa
Nuestros dedos perseguían
¡Así también en las horas
De mis años de desdicha
Cruzaban por entre sombras
Mis esperanzas perdidas!...

¿Recuerdas?... Tú no recuerdas
La cruz de mayo que hicimos
Con violetas silvestres
Y con sonrosados lirios
Bajo el frondoso ramaje
De tu árbol favorito.
Como una lluvia de perlas
Sobre blanco raso níveo
Brillaba por los [...]
En las hojas del rocío!
Y los pájaros cantores
Hicieron cerca sus nidos...
Después pasé una mañana
Y vi tu ramo marchito
Como mi pasión ardiente
Por tu infamia y tus desvíos.

¿Recuerdas?... Tú no recuerdas
Más de esa noche amorosa,
La lumbre de tus pupilas,
El aliento de tu boca
Entreabierta y perfumada
Como un botón de magnolia,
Los murmullos argentinos
Del agua bajo las frondas,
El brillo de las estrellas
Y las esencias ignotas
Que derramaron los genios
En las brisas cariñosas,
Quedaron como una huella
Que el tiempo aleve no borra
¡Ay! para toda la vida
¡Escritas en la memoria!

¿Recuerdas?... Tú no recuerdas
Pero yo, cuando levanta
El crepúsculo sombrío
Del fondo de las cañadas
Y las tristezas inmensas
De lo profundo del alma
Al pasado fugitivo
Tiendo la vista cansada
Y nuestra historia de amores
Hacia mí tiende las alas.
¡Cuando en las horas nocturnas
Cabe el esposo que te ama
Tu agitado pensamiento
Tenga segundos de calma
De aquella pasión extinta
¡Jamás te acuerdes, ingrata!

¿Recuerdas?... Tú no recuerdas
La tarde aquella en que juntos
Bajamos de la colina,
Tus grandes ojos oscuros
Se anegaban en los rayos
Sonrosados del crepúsculo
Y tu voz trémula y triste
Como un lejano murmullo
Me hablaba de los temores
De tu cuerpo moribundo!
Si hubieras entonces muerto
Cómo amara tu sepulcro
Ahora, cuando te veo
Feliz gozar de tus triunfos
Tan sólo asoma a mis labios
Una sonrisa de orgullo!

 

Abril 18 de 1884

 

 

JOSÉ SANTOS CHOCANO




Nostalgia

 

Hace ya diez años
que recorro el mundo.
¡He vivido poco!
¡Me he cansado mucho!

Quien vive de prisa no vive de veras,
quien no echa raíces no puede dar frutos.

Ser río que recorre, ser nube que pasa,
sin dejar recuerdo ni rastro ninguno,
es triste y más triste para quien se siente
nube en lo elevado, río en lo profundo.

Quisiera ser árbol mejor que ser ave,
quisiera ser leño mejor que ser humo;
y al viaje que cansa
prefiero terruño;
la ciudad nativa con sus campanarios,
arcaicos balcones, portales vetustos
y calles estrechas, como si las casas
tampoco quisieran separarse mucho...
Estoy en la orilla
de un sendero abrupto.

Miro la serpiente de la carretera
que en cada montaña da vueltas a un nudo;
y entonces comprendo que el camino es largo,
que el terreno es brusco,
que la cuesta es ardua,
que el paisaje es mustio...
¡Señor! ¡Ya me canso de viajar! ¡Ya siento
nostalgia, ya ansío descansar muy junto
de los míos!... Todos rodearán mi asiento
para que les diga mis penas y mis triunfos;
y yo, a la manera del que recorriera
un álbum de cromos, contaré con gusto
las mil y una noches de mis aventuras
y acabaré en esta frase de infortunio:
¡He vivido poco!
¡Me he cansado mucho!

 

 

ENRIQUE GONZÁLEZ MARTÍNEZ


  

A la que va conmigo...

  

Iremos por la vida como dos pajarillos
que van en pos de rubias espigas, y hablaremos
de sutiles encantos y de goces supremos
con ingenuas palabras y diálogos sencillos.

Cambiaremos sonrisas con la hermana violeta
que atisba tras la verde y oscura celosía,
y aplaudiremos ambos la célica armonía
del amigo sinsonte que es músico y poeta.

Daremos a las nubes que circundan los flancos
de las altas montañas nuestro saludo atento,
y veremos cuál corren al impulso del viento
como un tropel medroso de corderillos blancos.

Oiremos cómo el bosque se puebla de rumores,
de misteriosos cantos y de voces extrañas;
y veremos cuál tejen las pacientes arañas
sus telas impalpables con los siete colores.

Iremos por la vida confundidos en ella,
sin nada que conturbe la silenciosa calma,
y el alma de las cosas será nuestra propia alma,
y nuestro propio salmo el salmo de la estrella.

Y un día, cuando el ojo penetrante e inquieto
sepa mirar muy hondo, y el anhelante oído
sepa escuchar las voces de los desconocido,
se abrirá a nuestras almas el profundo secreto.

 

 

 

JOSÉ MARTÍ




XXXIX - Cultivo una rosa blanca...

  

Cultivo una rosa blanca,
En julio como en enero,
Para el amigo sincero
Que me da su mano franca.  

Y para el cruel que me arranca
El corazón con que vivo,
Cardo ni ortiga cultivo:
Cultivo la rosa blanca.