"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
jueves, 9 de noviembre de 2017
MANUEL IRIS
Escrito en oquedad
I fall in love too easily, Miles Davis
Afuera,
corazón
quédate afuera
quédate afuera
no
nades en mi pecho
tuércete
respira
como pez fuera del mar
pero también de ella
respira
como pez fuera del mar
pero también de ella
no
mueras, sin embargo
y calla
no renuncies
y calla
no renuncies
aprende
a consumirte
y no solloces
y no solloces
duerme.
Afuera,
corazón
quédate afuera
quédate afuera
no
vengas a buscarla.
De: “Nueva nieve”
DOUGLAS TÉLLEZ
Aquel verano del 91
El
hermoso pargo rojo me miraba con los ojos donde
se
perpetuó la muerte.
Yacía
fresco sobre la piedra manchada de sangre.
Madre,
se afanaba quitándole doradas escamas, abriéndole
tajos
diagonales en los costados, embarrándolo de sal, tendiéndolo
al sol,
donde no lo alcanzaran los voraces pájaros o los gatos
marrulleros.
Llovía oscura arena y hedía a azufre.
Madre
freía aquel hermoso pescado, hecho en trozos,
que
saciaran la gula de toda su prole.
Llovía
oscura arena y hedía a azufre.
Era un
día de abril, sentados todos en torno a la mesa,
madre,
repartía raciones de pescado, arroz y ensalada.
Yo
regresaba de una guerra que nunca tuve.
Era
abril, cumplía veinte años.
Madre,
se jactaba de su sazó.
Gatos y
perros a colmillo y garra se disputaban escamas y espinas
Yo
regresaba y nuestro hermano partía a un lejano
país
donde nunca llueve oscura arena, ni hiede a azufre.
Madre,
sonreía, tras aquella máscara escondía una pena.
Aún la
esconde entre su pecho de plumas.
JORGE MANZANILLA
Luzma, 1990
I
Cierro
los ojos en el cuerpo enfermo de tu padre
la
cabellera de la niebla arropa el copal
de
todos mis nombres.
Ramiro
es el hijo más pequeño de las aguas
el
único sin la parvada de odio.
Vivimos
a las fueras del féretro
aquí
todos mueren
con el
vaso de leche
en los
huesos.
Estamos
solos con el sueño atragantado
ya
nadie digiere la rutina.
Me
duele hasta el filo de los fríos.
II
Ramiro
ve por la leña verde
mañana
usaremos la fogata por los ojos.
Mi
dinero está en el último bolillo
guarda
mi hambre en tus encías.
Me
llamo Luzma cuando el café
empieza
a hervir lejos del viacrucis
sin el
Cristo en llanto
sin la
cabeza al olvido.
Cortamos
la semana santa
con el
cordón umbilical.
Ramiro
ve por la leña verde
Dios
quiere quemarnos de salmos.
III
El cielo
duerme atrás de la puerta
afuera
están las vísceras del mundo.
Mi
refugio está en la única playera de Ramiro
la
saliva de su padre
reseca
los infiernos.
Junta
mis palabras en silencio.
Todos
los días el pueblo
nos
llega hasta el estómago.
La luz
maldice con nosotros
aquí
falta todo, incluso despertar.
IV
Desde
el fuego siembro mi alma
uso al
viento contra el sueño de Ramito.
Hace
falta dormir
extrañamos
dormir.
Quiero
arrancar la hiel
pero la
oscuridad nos está soñando.
Has
cambiado Ramiro
apareces
en sandalias rotas
y con
el rosario en la boca.
Miro tu
espalda y cosecho el silencio.
PAULINA VINDERMAN
Tan
antiguo esto de robar un sueño...
Tan antiguo esto de robar un sueño
a alguien que pasa.
El mismo sueño que rueda por entre las mesas
de esta fiesta abandonada.
De esta ciudad vacía de celebraciones
verdaderas.
Nadie posee nada en esta calle.
Las cosas se acumulan
en cajas, en números,
en miedos vigilantes
que se suman como otra cosa más
a las palabras impuestas.
Lo único que existe,
es este sueño oscuro e imperioso
de otra ciudad.
Donde no sea necesario
robar un sueño a alguien que pasa.
De: "La otra ciudad"
Tan antiguo esto de robar un sueño
a alguien que pasa.
El mismo sueño que rueda por entre las mesas
de esta fiesta abandonada.
De esta ciudad vacía de celebraciones
verdaderas.
Nadie posee nada en esta calle.
Las cosas se acumulan
en cajas, en números,
en miedos vigilantes
que se suman como otra cosa más
a las palabras impuestas.
Lo único que existe,
es este sueño oscuro e imperioso
de otra ciudad.
Donde no sea necesario
robar un sueño a alguien que pasa.
De: "La otra ciudad"
ALFREDO CHACON
La voz
de un poeta
se
escucha en la espesura
de
todos los poemas
y se
llama dicción.
La
prueba de la existencia de un poeta
se
encuentra
en la
invención que hace su voz
de la
palabra.
Como la
voz de un poeta
no se
puede escuchar
sino en
una palabra
inventada
por el silencio de esa voz,
tengo
la prueba
de la
existencia de un poeta
de la
invención que él y yo hacemos
del
poema
en la
espesura de su voz.
MARCO ANTONIO MURILLO
Alfabeto de pájaros
(Terredad) Nombrar la
condición tan extraña del hombre en la tierra, de saberse aquí entre dos nadas,
la que nos precede y la que nos sigue.
Rafael Cadenas
Los
niños juegan con pájaros
los
sacan de sus jaulas
amarran
un hilo casi invisible en sus patas
y los
devuelven al viento.
Entre
risas
la
felicidad es una imagen
donde
el cielo coincide con la tierra
y sólo
existe el mirar.
Entre
risas
los
pájaros buscan
cumplir
su misión de semilla migratoria
pero no
saben que el círculo
trazado
de plumas y enigmas
no
vence la mirada de los niños.
En
secreto cada pájaro
representa
una casa entregada al aire
un
deseo por levantarse más allá
de este
arte de dibujar poemas
con
hilos y alas en el calor de junio.
Por la
noche cada pájaro vuelve a su jaula
y cada
hilo de la vida es devuelto
cautelosamente
a la
madre
para
que lo zurza u olvide
en la
camisa que vestiremos mañana.
Si el
hilo se rompiera
tal vez
perdieran para siempre
su
ritual de todos los días
su
ocarina circular de cielo y de tierra.
Si
pasara, en ese instante
en que
el vínculo se rompiera
y sólo
quede el vuelo, la mirada perdida
y por
fin no exista la distancia
en ese
instante
serían
un poco más felices:
escucha
el canto entre dos umbrales: uno ávido, de aves lejanas, extiendes la mano, su
alfabeto es inasible. El otro, más cercano al sueño de tus pies, está lleno de
pesadas aves, sus plumas han encontrado en la tierra un pequeño rincón de
pereza. Yo prefiero imaginar la quietud de estas al vuelo de aquellas otras. Su
canto es el sonido de las cosas que hunden sus alas en la tierra. El canto del
cuerpo apenas toca el aire, aletea, y dibuja contra la arena la pesadez de las
sombras o la levedad de la luz
amodorrados
bajo una palma o en su nido de tierra, los pájaros anteceden a las islas, pero
suceden a los cúmulos que se alzan sobre el mar. Hoy sé que algunas aves pueden
escuchar las raíces de una larga caída y atisbar vocales interiores, extrañas,
incluso para mi sangre
la
terredad de un pájaro es su canto, no: su canto es el sonido, la parte
invisible de nuestra terredad. Cuando pienso en un ave, pienso en una balanza
entre la bravura del aire y lo manso y maternal de la arcilla. Los pájaros
sueñan con el tiempo, con la duración que transcurre y con la que se queda.
Reúnen en sus alas el reloj de sol y la vela marítima
el
alfabeto de un pájaro no es sólo de tierra. Algunos han abandonado el aire y se
han sumergido en el agua. El mar en junio es un acuario de aves. Al amanecer
escucha en la algarabía de los muelles nuevos umbrales sumergidos; escucha,
porque nada en la tierra, nada que sea boca u oído es ajeno al canto
alguna
vez dije: “Los peces no sueñan, son los seres más profundos del alma nadie
puede tocarlos”. Pero leí sobre los pájaros de agua, y supe que para estas aves
levantar el vuelo es trazar rápidas siluetas en la lentitud, ir dejando las
ondulaciones de un alfabeto de aire en la resistencia de las olas. Los pájaros
entran y salen del agua como una adivinanza
algún
día preguntarás por cualquier ave, y sabrás que nunca dijiste lo que en tu
lenguaje querías nombrar. Pero lo escuchaste todo: Los pájaros usan los oídos
del hombre para comunicarse entre sí en un lenguaje transparente y sin palabras
el
cuerpo de un pájaro es su propio canto: al respirar son una gaita y cuando
sueltan el silbido adelgazan como un flautín. Otros son libres en la mañana
como un cilindro musical y al atardecer se encierran en un arpa. Me gustan
aquellos cuyas consonantes son un monocorde. Así puedo escuchar con prudencia e
interpretar las pausas que va dejando mi vida
pájaros.
Los he visto extender las alas anchurosas. Los he visto abrirse más que el
canto del gallo que despierta al pueblo, o las aves migratorias que miran en
cada ciudad iluminada sus propias constelaciones. Pájaros. Abren sus alas y son
más anchas y pesan más que mi canto
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