"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
miércoles, 4 de diciembre de 2019
VIRGILIO DÁVILA
Nostalgia
¡Mamá!
¡Borinquen me llama!
¡Este
país no es el mío!
¡Borinquen
es pura flama,
y
aquí me muero de frío!
Tras
un futuro mejor
el
lar nativo dejé,
y
mi tienda levanté
en
medio de Nueva York.
Lo
que miro en derredor
es
un triste panorama,
y
mi espíritu reclama
por
honda nostalgia herido
el
retorno al patrio nido.
¡Mamá!
¡Borinquén me llama!
¿En
dónde aquí encontré
como
en mi suelo criollo
el
plato de arroz con pollo,
la
taza de buen café?
¿En
dónde, en dónde veré,
radiantes
en su atavío,
las
mozas, ricas en brío,
cuyas
miradas deslumbran?
¡Aquí
los ojos no alumbran!
¡Este
país no es el mío!
Si
escucho aquí una canción
de
las que aprendí en mis lares,
o
una danza de Tavárez,
Campos,
o Dueño Colón,
mi
sensible corazón
de
amor patrio más se inflama
y
heraldo que fiel proclama
este
sentimiento santo,
viene
a mis ojos el llanto…
¡Borinquén
es pura flama!
En
mi tierra, ¡Qué primor!
En
el invierno más crudo
ni
un árbol se ve desnudo,
ni
una vega sin verdor.
Priva
en el jardín la flor,
camina
parlero el río,
el
ave en el bosque umbrío
canta
su canto arbitrario,
y
aquí… ¡La nieve es sudario!
¡Aquí
me muero de frío!
HANS MAGNUS ENZENSBERGER
él
ríe
está preocupado
expone bajo el cielo mi cara y mis cabellos
hace salir palabras de mi boca
tiene dinero y miedo y pasaporte
y riñe y ama
y se mueve
y lucha
pero no yo
que soy el otro
el que no se ríe
el que no tiene cara que exponer al cielo
ni palabras en la boca
a quien desconozco y es un desconocido de sí mismo
no yo: el otro: siempre el otro
que no gana ni pierde
que no está preocupado
i ni se mueve nunca
el otro
que se es indiferente
de quien no sé nada
a quien nadie conoce
ni me conmueve
ese soy yo.
está preocupado
expone bajo el cielo mi cara y mis cabellos
hace salir palabras de mi boca
tiene dinero y miedo y pasaporte
y riñe y ama
y se mueve
y lucha
pero no yo
que soy el otro
el que no se ríe
el que no tiene cara que exponer al cielo
ni palabras en la boca
a quien desconozco y es un desconocido de sí mismo
no yo: el otro: siempre el otro
que no gana ni pierde
que no está preocupado
i ni se mueve nunca
el otro
que se es indiferente
de quien no sé nada
a quien nadie conoce
ni me conmueve
ese soy yo.
1962
De: "Poesías para los
que no leen poesías"
Versión de Heberto Padilla
JUAN GREGORIO REGINO
Veinte días
Guardemos
nuestro amor por veinte días.
Veinte
días de paz para iniciar la limpia.
Guardemos
nuestro sexo en el petate
para
aliviarnos, y así detener nuestra vida
para
viajar al futuro.
Guardemos
nuestra inquietud de madrugada,
en
las noches hagamos oraciones que la alejen,
y
que nada entre o salga de esta casa,
ni
siquiera el suspiro del humo
o
la brisa que cachetea el viento.
Matemos
nuestra carne con incienso,
detengamos
la pasión que nos consume,
porque
la carne es una hoguera que quema.
Condenemos
así la carne frágil y
que
nuestra alma vuele y llegue
adonde
no hay límites ni abismos.
Allá
donde sólo nosotros conocemos la puerta,
como
si fuera nuestra casa.
Allá
donde únicamente caben
los
que son parte del mundo;
los
que cuidan y llenan de luz el universo.
Los
que pueden sostener una vela durante
veinte
días,
mientras
menstrúa la luna.
GEORG TRAKL
Día de muertos
A
Karl Hauer
Hombres
y mujeres, tristes compañeros,
Esparcen
hoy flores rojas y azules
Sobre
tumbas tenuemente iluminadas.
Van
como pobres marionetas antes de morir.
Y
cómo se ven llenos de miedo y humildad,
Cual
sombras, de pie tras negros arbustos.
Los
lamentos del nonato penan en el viento otoñal,
Y
las luces van a la deriva, confundidas.
Las
quejas de los amantes respiran entre las ramas
Donde
los cuerpos de una madre y su hijo se descomponen.
La
danza de los vivos parece irreal
Y
extrañamente dispersa en el viento vespertino.
Su
vida es tan atribulada, llena de plagas desoladoras.
Dios
tenga piedad del infierno femenino y su tormento
Y
esos lamentos de muerte sin esperanza alguna.
Los
solitarios vagan en silencio en el gran salón de las
estrellas.
JOSÉ MANUEL CABALLERO
Vuelvo
a la habitación donde estoy solo
cada noche, almacén de los días
caídos ya en su espejo naufragable.
Allí, entre testimonios maniatados,
yace inmóvil mi vida: sus papeles
de tornadizo sueño. La madera,
el temblor de la lámpara, el cristal
visionario, los frágiles
oficios de los muebles, guardan
bajo sus apariencias el continuo
regresar de mis años, la espesura
tenaz de mi memoria, toda
la confluencia simultánea
de torrenciales cifras que me inundan.
Mundo recuperable, lo vivido
se congrega impregnando las paredes
donde de nuevo nace lo caduco.
Reconstruidas ráfagas de historia
juntan el porvenir que soy. Oh habitaci6n
a oscuras, súbitamente diáfana
bajo el fanal del tiempo repetible.
Suenan rastros de luz allá en la noche.
Estoy solo y mis manos
ya denegadas, ya ofrecidas,
tocan papeles (este amor, aquel
sueño), olvidadas siluetas, vaticinios
perdidos. Allí mi vida a golpes
la memoria me orada cada día.
Imagen ya de mi exterminio,
se realiza de nuevo cuanto ha muerto.
Mi propia profecía es mi memoria:
mi esperanza de ser lo que ya he sido.
De: "Memorias de poco tiempo"
cada noche, almacén de los días
caídos ya en su espejo naufragable.
Allí, entre testimonios maniatados,
yace inmóvil mi vida: sus papeles
de tornadizo sueño. La madera,
el temblor de la lámpara, el cristal
visionario, los frágiles
oficios de los muebles, guardan
bajo sus apariencias el continuo
regresar de mis años, la espesura
tenaz de mi memoria, toda
la confluencia simultánea
de torrenciales cifras que me inundan.
Mundo recuperable, lo vivido
se congrega impregnando las paredes
donde de nuevo nace lo caduco.
Reconstruidas ráfagas de historia
juntan el porvenir que soy. Oh habitaci6n
a oscuras, súbitamente diáfana
bajo el fanal del tiempo repetible.
Suenan rastros de luz allá en la noche.
Estoy solo y mis manos
ya denegadas, ya ofrecidas,
tocan papeles (este amor, aquel
sueño), olvidadas siluetas, vaticinios
perdidos. Allí mi vida a golpes
la memoria me orada cada día.
Imagen ya de mi exterminio,
se realiza de nuevo cuanto ha muerto.
Mi propia profecía es mi memoria:
mi esperanza de ser lo que ya he sido.
De: "Memorias de poco tiempo"
CARLES RIBA
Por tres fulgores conocí el amor,
tres fulgores nocturnos:
por astros blancos, pecho abierto,
fucilar del ocaso mustio.
Que venida de lejos los brazos extendías,
¡cómo yacías en tu cuerpo que brillaba!
Te veía y tomaba fuera de nuestros días,
y eras cierta en la orilla de una oscura mar brava.
Por tres caminos encontré el amor ,
por tres se ha escabullido:
por astros reyes, por congoja,
por alba de oriente florido.
tres fulgores nocturnos:
por astros blancos, pecho abierto,
fucilar del ocaso mustio.
Que venida de lejos los brazos extendías,
¡cómo yacías en tu cuerpo que brillaba!
Te veía y tomaba fuera de nuestros días,
y eras cierta en la orilla de una oscura mar brava.
Por tres caminos encontré el amor ,
por tres se ha escabullido:
por astros reyes, por congoja,
por alba de oriente florido.
Versión de José Agustín
Goytisolo
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