sábado, 15 de marzo de 2025


 

JUAN CERVERA

 


 

 

I

 

Andaban por los caminos,

y aunque cuentan que iba solo,

yo sé que venías conmigo

 

De: “Coplas proverbiales”

 

 

ARTURO GUTIÉRREZ PLAZA

 

  

 

Saudade

 


Me gustan las canciones tristes

en idiomas que desconozco.

 

Ellas me hacen saber

que la tristeza

es un canto

que serenos escuchamos

sin afán de comprender.

 

De: “Un sobre sin abrir”

 

 

MELISSA SAUMA VACA

 

 

 

Agradezco

 


Agradezco

el instante en que elegí vivir este momento
la firmeza de mis pies en el suelo
la levedad de mis brazos en el viento


el equilibrio

 

el fuego cada atardecer
las mañanas de agua fresca

 

transitar esa fina línea que divide el cielo de la tierra
sentir lentamente cómo se disuelve

 

poder abrazar cada uno de mis reflejos
sentir en este cuerpo


el pulso del universo.

 

 

 

IVÁN TREJO

 

 

 

 

 Cada uno de estos versos son las plumas

de una urraca que desflora la tinta/ un desvuelo

a media ala/ la leve conjetura de un trazo

en el cielo/ la esplendente sombra de un canto a la deriva.

 


De:”Nota aclaratoria”

 

 

ROBERT CREELEY

 

 

 

Algo

 

 

Me aproximo con un temblor
tan cauteloso, sintiendo
como siempre la definitiva

tonta pregunta de cómo estuvo,
qué tal se sintió,
y quién lo ha de preguntar. Recuerdo

una vez en un cuarto alquilado
en la Calle 27, la mujer que amaba
entonces, literalmente, después

que habíamos hecho el amor en la espaciosa
cama, sentada sobre
un lavadero de dos grifos, ella

tenía que orinar pero estaba nerviosa,
avergonzada supongo de que
la viera a ella quien

hace sólo un momento estuvo completamente
abierta a mí, desnuda, en
la misma cama. En cuclillas, su

cabeza reflejada en el espejo,
el pelo oscuro ahí, su cara
completa, los hombros,

sentada con las piernas abiertas, abrió
un grifo y temerosa orinó. Qué
el amor podría aprender de tal atisbo.

 

ANTONIO LUIS GINÉS

 

 

 

Mitades

 

 

Piensa en todo lo que ha dejado de hacer.
Nunca pudo estar en dos sitios al mismo tiempo. Por
más que intentó desdoblarse, su sombra pisaba un lugar
y él otro. Lo que vivió no parece tanto, y presiente que
es mucho más lo que dejó de tener entre las manos,
mucho lo que la mente y el cuerpo jamás conocieron:
quizás demasiado para respirar tranquilo los días que aún
le quedan por llenar.
Pero es de noche, invierno cerrado, y las imágenes, los
pensamientos, se suceden sin orden; caen como una
rapaz sobre su presa. Él está aturdido, no puede respirar,
por más que abre la boca, nadie le oye
pedir oxígeno.