Mitades
Piensa
en todo lo que ha dejado de hacer.
Nunca pudo estar en dos sitios al mismo tiempo. Por
más que intentó desdoblarse, su sombra pisaba un lugar
y él otro. Lo que vivió no parece tanto, y presiente que
es mucho más lo que dejó de tener entre las manos,
mucho lo que la mente y el cuerpo jamás conocieron:
quizás demasiado para respirar tranquilo los días que aún
le quedan por llenar.
Pero es de noche, invierno cerrado, y las imágenes, los
pensamientos, se suceden sin orden; caen como una
rapaz sobre su presa. Él está aturdido, no puede respirar,
por más que abre la boca, nadie le oye
pedir oxígeno.
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