Algo
Me
aproximo con un temblor
tan cauteloso, sintiendo
como siempre la definitiva
tonta
pregunta de cómo estuvo,
qué tal se sintió,
y quién lo ha de preguntar. Recuerdo
una
vez en un cuarto alquilado
en la Calle 27, la mujer que amaba
entonces, literalmente, después
que
habíamos hecho el amor en la espaciosa
cama, sentada sobre
un lavadero de dos grifos, ella
tenía
que orinar pero estaba nerviosa,
avergonzada supongo de que
la viera a ella quien
hace
sólo un momento estuvo completamente
abierta a mí, desnuda, en
la misma cama. En cuclillas, su
cabeza
reflejada en el espejo,
el pelo oscuro ahí, su cara
completa, los hombros,
sentada
con las piernas abiertas, abrió
un grifo y temerosa orinó. Qué
el amor podría aprender de tal atisbo.
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