domingo, 10 de febrero de 2019


EDITH SÖDERGRAN





Vierge moderne



No soy mujer. Soy un neutro.
Soy un niño, un paje y una osada decisión,
soy un rayo risueño de un sol escarlata...
Soy una red para todos los peces golosos,
soy un brindis en honor a todas las mujeres.
soy un paso hacia el azar y la ruina,
soy un salto en la libertad y en el yo...
Soy el murmullo de la sangre en el oído del hombre,
soy un escalofrío del alma, el ansia y la negación de la carne,
soy el anuncio de nuevos paraísos.
Soy una llama inquisitiva e intrépida,
soy agua, honda mas audaz hasta las rodillas,
soy fuego y agua sinceramente unidos por libre decisión.


Versión de Renato Sandoval e Irma Sítanen


MARITZA CINO ALVEAR





3



Plágiame las obsesiones
mis historias de fantasmas,
mi primera ausencia.

Conviérteme en tu océano
en el secreto de una larva
en la envoltura de los astros.
  
Condéname
sin el inútil parafraseo de la vida
con el placentero anonimato de la muerte.




LUCILA NOGUEIRA


  


VI



Tus paredes de oro, Moctezuma
Cortes las derritió y te hizo esclavo
Pero Colón volvió encadenado
Pizarro se vio al fin ejecutado

La inocencia de Adán, dijo caminha
No fue mayor que la de los colonizados
Fue en amazonas donde Lope de Aguirre
Soñó estar viviendo en Eldorado.



JUAN SANCHÉZ PELAEZ





En la noche dúctil con un gladiolo en tu casa...



En la noche dúctil con un gladiolo en tu casa
En la noche, escucha,
Oh frágil vanidad en los brazos,
Y tu sueño pesa viviente como ráfaga del río.

Más allá en los vergeles
Prueba, verifica mi debilidad y mi fuerza.
Mi camino que ignoro hasta encontrar tu paso, tu huella
Tibia en la tierra,
El nacimiento del nuevo día.


De: "Animal de costumbre"



MANUEL SCORZA





La cita



Son las siete;
la calle está oscura;
ya no vendrás.

Aunque llegaras
todas las tardes
a la orilla de esta cita,
y aguardaras, inmóvil,
todas las horas que en el mundo faltan
ya no me hallarás,
porque esperándote perdí mi juventud.

Y no como el guerrero
que las manos moja
en la espuma bermeja de la guerra.
¡No como los ardientes varones que conocí! :
¡Alexander extraviado en la espesura!
¡Gabriel amarrado a los torrentes!
¡Eugenio deshojado a la aventura!
¡Amaro, que un día solo con tu fusil partiste!
¡Os envidio, jóvenes vehementes,
a quienes no bastándoles los crepúsculos,
por mirar llamaradas
incendiaron su propia edad florida!

Yo, miserablemente
perdí mi juventud;
aguardando que cumplieras
la cita de los parques,
gasté los veloces años.
¡Oh cafés humosos donde fingí
leer los diarios de mi feroz melancolía!

Esperándote perdí la juventud
y me pesa.
Son las siete:
y estoy solo.


De: "Los adioses "


HERNÁN LAVÍN CERDA





El fantasma



Cuando murió Marcello Mastroianni, mi mujer se puso a llorar con un entusiasmo envidiable, como si nuestra galaxia, que nunca ha sido nuestra, se hubiese desprendido apocalípticamente de sí misma, evaporándose entre las nebulosas de otra galaxia.
–No te preocupes  –le dije con una sonrisa de monje medieval–. Aquí estoy yo, no sufras tanto, no me atormentes y ya no llores así, a lo bestia. Ven y abrázame, amor mío, micifuz, Muñeca de los Espíritus, fucsia mía, ragazza, Minina del Perpetuo Socorro. Ven semidesnuda y tócame una vez más: recuerda que aún soy tu fantasma de carne y hueso. ¿Por qué no me abrazas y me besas con absoluta devoción, como en la primera noche del primer día? Tratándose de fantasmas, todos somos iguales. ¿Qué virtudes tiene aquel Mastroianni que no tenga yo?