"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
miércoles, 2 de enero de 2019
ADELFA MARTIN
Con los ojos muy abiertos
Pastor de cabras tu, lector voraz
escritor de versos y soldado
de orígenes humildes, un rapaz
luchador valiente y arrojado
Inmensa fue la obra que heredaste
Las Nanas de la Cebolla; inmortales.
Como un deber sagrado nos dejaste
perpetuar tu recuerdo en los chavales
Traspasaste las fronteras de la historia
a pesar del esfuerzo vil y asesino
de dictadura cruel y sanguinaria
que decidió por su cuenta tu destino
La mano negra y larga del tirano
desoyendo los pedidos y desvelos
te dejó morir enfermo y solitario
en fría celda, solo y sin consuelos
Desaparecer tu obra decidieron
eruditos sagaces y mendigos
del poder, que nacía vengativo.
Mas no supieron ver, ni nunca vieron
la gran solidaridad de los amigos
Ultimo acto de rebeldes desconciertos
de un joven torturado, no vencido
fue el morir con los ojos muy abiertos
para mirar fijamente a su enemigo
Pastor de cabras tu, lector voraz
escritor de versos y soldado
de orígenes humildes, un rapaz
luchador valiente y arrojado
Inmensa fue la obra que heredaste
Las Nanas de la Cebolla; inmortales.
Como un deber sagrado nos dejaste
perpetuar tu recuerdo en los chavales
Traspasaste las fronteras de la historia
a pesar del esfuerzo vil y asesino
de dictadura cruel y sanguinaria
que decidió por su cuenta tu destino
La mano negra y larga del tirano
desoyendo los pedidos y desvelos
te dejó morir enfermo y solitario
en fría celda, solo y sin consuelos
Desaparecer tu obra decidieron
eruditos sagaces y mendigos
del poder, que nacía vengativo.
Mas no supieron ver, ni nunca vieron
la gran solidaridad de los amigos
Ultimo acto de rebeldes desconciertos
de un joven torturado, no vencido
fue el morir con los ojos muy abiertos
para mirar fijamente a su enemigo
JOSÉ LANDA
Las naves
Para Raúl Blanqueto y
Carlos Vadillo,
en la ebriedad de sus
memorias.
Las
naves que no fueron las que nunca han sido otra cosa
que
traficantes de fierezas
Buscan
un sitio en la memoria de hombres pobladores de
los
muelles
Sus
esqueletos quedan ahora como cascos habitación del
óxido
después de una batalla
Vencedores
de una pelea víctimas de la hecatombe del
invencible
tiempo
Sangran
la sangre es un río sin desembocadura el grito
es una
espina muda en la ingle
De
aquellas naves ninguna dura las arenas hablan de
capitanes
y marineros que nadie conoce
Los
libros cuentan de ladrones asesinos escoria de otros
siglos
blanco del odio y la indiferencia de estos días
Ya el
salitre recorre antiguos nombres apellidos que son
moneda
corriente en las calles
Ya el
olvido recobra lo que le pertenece incluso la huella
que
alguna vez dejaron esas naves en la brisa
para
alabanza y gloria de sus héroes
Han
pasado los años sólo queda de las hazañas de fieros
navegantes
estas palabras que nada cuentan de
ellos
ni los alaban
Y esta
obsesión de pensar que existieron
ALAIN BOSQUET
Como un deseo...
Como un deseo,
y nadie sabe si será de silencio
o de perfume.
Como un impulso,
y nadie sabe si lo proporcionan las hormigas,
las nubes de la noche, las yeguas locas.
Como un enigma,
y nadie sabe si le corresponde a Dios,
al hombre , al polvo,
resolverlo.
Como un prólogo,
y nadie sabe si le seguirán los frutos,
las palabras, los reproches disimulados.
Como una ciencia
y nadie sabe a quién corresponde,
útil o caprichosa
o mil veces contradictoria.
Como un asombro,
y nadie sabe si existe alguien
para asombrarse, para ser feliz,
para determinar las grandes desgracias.
Como una ley,
y nadie sabe si hay que proferirla,
callarla, escribirla de nuevo
o llevarle cada mañana máscaras nuevas.
Como un deseo,
y nadie sabe si será de silencio
o de perfume.
Como un impulso,
y nadie sabe si lo proporcionan las hormigas,
las nubes de la noche, las yeguas locas.
Como un enigma,
y nadie sabe si le corresponde a Dios,
al hombre , al polvo,
resolverlo.
Como un prólogo,
y nadie sabe si le seguirán los frutos,
las palabras, los reproches disimulados.
Como una ciencia
y nadie sabe a quién corresponde,
útil o caprichosa
o mil veces contradictoria.
Como un asombro,
y nadie sabe si existe alguien
para asombrarse, para ser feliz,
para determinar las grandes desgracias.
Como una ley,
y nadie sabe si hay que proferirla,
callarla, escribirla de nuevo
o llevarle cada mañana máscaras nuevas.
DEREK WALCOTT
Has olvidado el calor. Podría venir ardiendo de una cerca
de zinc...
Has
olvidado el calor. Podría venir ardiendo de una cerca de zinc.
Ni siquiera las palmeras de la orilla del mar se agitan en paz.
El Imperio se mofa de todos los pensamientos en futuro.
Sólo los bajíos de este océano interior murmuran
versos de otro mar, al que éste recuerda-
mitos de islas análogas de olivo y mirto,
el sueño del Golfo adormilado. Aunque sus templos,
bloques blancos contra el verde, sean hoteles, y sus pórticos
centros comerciales, con el tiempo harán buenas ruinas;
por lo tanto ¿qué más da si la mano del Imperio es tan lenta como
una tortuga firmando el oleaje en lo que se refiere a tratados?
El genio llegará a contradecir la historia,
y está ahí en sus cuerpos tostados, en las olivas de los ojos,
como cuando los chulos de la Atenas demótica entretejieron el caos
de Asia, y las chicas de las aldeas de estacas, putas teñidas de alheña,
eran las hetairas. La marea vespertina baja, y el hedor
de imperios ulteriores -alzándose de bayas que orlan
los dobladillos de tiranos y playas- alcanza un tribunal
donde las nubes descienden sus escalones como senados que pasan,
no diferentes de cuando, bajo hojas de mirto que canturrean,
compartieron una sombra, el poeta y el asesino.
Ni siquiera las palmeras de la orilla del mar se agitan en paz.
El Imperio se mofa de todos los pensamientos en futuro.
Sólo los bajíos de este océano interior murmuran
versos de otro mar, al que éste recuerda-
mitos de islas análogas de olivo y mirto,
el sueño del Golfo adormilado. Aunque sus templos,
bloques blancos contra el verde, sean hoteles, y sus pórticos
centros comerciales, con el tiempo harán buenas ruinas;
por lo tanto ¿qué más da si la mano del Imperio es tan lenta como
una tortuga firmando el oleaje en lo que se refiere a tratados?
El genio llegará a contradecir la historia,
y está ahí en sus cuerpos tostados, en las olivas de los ojos,
como cuando los chulos de la Atenas demótica entretejieron el caos
de Asia, y las chicas de las aldeas de estacas, putas teñidas de alheña,
eran las hetairas. La marea vespertina baja, y el hedor
de imperios ulteriores -alzándose de bayas que orlan
los dobladillos de tiranos y playas- alcanza un tribunal
donde las nubes descienden sus escalones como senados que pasan,
no diferentes de cuando, bajo hojas de mirto que canturrean,
compartieron una sombra, el poeta y el asesino.
Versión de Vicente Araguas
ERVEY CASTILLO ALCUDIA
Oficios
¿Qué
oficio este
de
poner nuestro rostro entre las manos
hasta
poder quitarlas
sobre
la hoja en blanco?
ROGER WOLFE
6. El
poder de la palabra
Usté no
sabe
con quién
se está metiendo
dijo el borracho
en la
comisaría.
con quién
se está metiendo
dijo el borracho
en la
comisaría.
Porque
soy
poeta
y fui tocado
por los dioses
con el poder
de la palabra.
poeta
y fui tocado
por los dioses
con el poder
de la palabra.
Y le
partieron
la otra ceja
antes de darle
por el culo
con su propia
estilográfica.
la otra ceja
antes de darle
por el culo
con su propia
estilográfica.
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