viernes, 21 de marzo de 2014

CLAUDIO RODRÍGUEZ




Esta Iluminación De La Materia



Esta iluminación de la materia,
con su costumbre y con su armonía,
con el sol madurador,
con el toque sin calma de mi pulso,
cuando el aire entra a fondo
en la ansiedad del tacto de mis manos
que tocan sin recelo,
  con la alegría del conocimiento,
esta pared sin grietas,
y la puerta maligna, rezumando,
nunca cerrada,
  cuando se va la juventud, y con ella la luz,
salvan mi deuda.




JOSÉ HIERRO



La aventura


 
Buscas los días. Desandas el viejo camino.
Dices: 'Fue aquí..., por aquí...'

Buscas los días. Te aferras a escenas
que son el reflejo de un sueño en la sombra de un sueño.

          Buscas los días. Te sumes en aguas heladas.
Andas a tientas. 'Fue aquí...' Te desgarras la carne.
(De las negras agujas del pino caen gotas de música.)
Era aquí.

          Buscas los días. ( Mas fácil hacer germinar esta piedra.)
Tañe la mar sus fugaces guitarras de cobre poniente.
Las olas, al borde del alma, revientan en polvo de estrellas.

          Pretendes volver a tus días.
Hilos de plata (la araña que teje el recuerdo),
hilos de plata atraviesan la noche serena y desnuda.
Cruzas, por ellos, los días, desandas el viejo camino:
tus días.

                    Te buscas a ti.


MIGUEL DE UNAMUNO Y JUGO






Es una antorcha al aire esta palmera,
Verde llama que busca al sol desnudo
Para beberle sangre; en cada nudo
De su tronco cuajó una primavera.

Sin bretes ni eslabones, altanera
Y erguida, pisa el yermo seco y rudo;
Para la miel del cielo es un embudo
La copa de sus venas, sin madera.

No se retuerce ni se quiebra al suelo;
No hay sombra en su follaje; es luz cuajada
Que en ofrenda de amor se alarga al cielo;

La sangre de un volcán que enamorada
Del padre sol se revistió de anhelo
Y se ofrece, columna, a su morada.



JOSÉ ZORRILLA Y MORAL





I

Es el signo fatal del que algo vale;
Quien de las medianías sobresale,
El genio egregio, mientras vive, lidia
Con los ruines mosquitos de la envidia,
Con todo el que de vulgo nunca sale:
No hay quien no le rebaje o se le iguale,
Y aún todo el que no es algo, por desidia,
En vez de trabajar, crecer, seguirle
Y alcanzarle, se goza en zaherirle,
Del mundo por la tumba hasta que sale.
Entonces elegías, epitafios,
De luto nacional muestras ruidosas,
Lápidas, monumentos, cenotafios,
Estatuas coronadas de oro y rosas:
Todo lo que ya es inútil al difunto
Y a su nación de vanagloria asunto.
¿Por qué no confesarlo, aunque nos pese?
Esa es la sociedad, el mundo es ese.

II

Así Serra vivió, y en su tristeza,
Viéndole agonizar le abandonamos:
No por ruindad, ni envidia, ni vileza;
Por esta dejadez y esta torpeza
Que con la leche del país mamamos;
Porque éste es el país de la nobleza.
Somos raza entusiasta y generosa,
Mas vence al entusiasmo la pereza;
No estalla, si a estallar no se le acosa;
Nuestro alegre país no se apercibe
De que se muere nadie mientras vive:
Y mientras vive el genio, nadie inquiere
Si vive bien, o si viviendo muere.

III

Serra vivió de nuestra tierra al uso:
Yo, su memoria al bendecir, me acuso
De no haberme atrevido en esta vida
A sondar la alma grande que Dios puso
En una carne por el mal roída:
Yo no le conocí; yo en tierra extraña
Le admiré y le aplaudí lejos de España.
Su polvo al conducir al cementerio,
No le puede decir lo que hoy le digo,
Por no turbar la calma y el misterio
Del sagrado lugar que le da abrigo,
Y por no aparentar que me exhibía
Otra vez en lugar del que moría.

IV

Duerme en la tumba en paz, Serra festivo:
Dios todo lo equilibra y lo compensa:
El mundo olvida a quien inciensa vivo:
¡Feliz aquel a quien difunto inciensa!
Prueba evidente de que en vida vale
El que, de ella la salir, al mundo sale.
Ardió del genio creador la llama
Viva en ti: de tu espíritu el imperio,
Unida a aquél con deleznable trama,
Dominó hasta su fin la materia;
Nutrida en larga enfermedad tu fama,
Volará de hemisferio en hemisferio,
Pues hoy por genio tu país te aclama.
Pero por genio al aceptarte en serio,
Te abandonamos ¡ay!, viva laceria,
A vivir en la sombra y la miseria,
Para llevarte en triunfo al cementerio.
Tal fin en existencias semejantes
De tiempo inmemorial nadie aquí extraña:
Así mueren los genios en España;
Así murió Colón, así Cervantes.
¿Por qué? Sin duda porque Dios lo quiere:
Nadie es grande en España hasta que muere.

V

Poeta, ¡duerma en paz tu polvo inerte!
Aunque tu patria te esquivó, te amaba;
Podrías, si te alzaras, convencerte:
Tu gloria empieza do tu vida acaba.
Yo en tierra extraña, con la nuestra en guerra,
Te admiré y te aplaudí sin conocerte;
Y hoy, más viejo que tú, me cabe en suerte
Llorar sobre la tumba que te encierra.
Duerme en paz, y a mirar no te levantes
Qué estela dejas tras de ti en tu tierra:
Fueron tu vida y muerte las de Serra,
Pero es tu porvenir el de Cervantes.




PEDRO SALINAS

  

Amor, amor, catástrofe



Amor, amor, catástrofe.
¡Qué hundimiento del mundo!
Un gran horror a techos
Quiebra columnas, tiempos;
Los reemplaza por cielos
Intemporales. Andas, ando
Por entre escombros
De estíos y de inviernos
Derrumbados. Se extinguen
Las normas y los pesos.
Toda hacia atrás la vida
Se va quitando siglos,
Frenética, de encima;
Desteje, galopando,
Su curso, lento antes;
Se desvive de ansia
De borrarse la historia,
De no ser más que el puro
Anhelo de empezarse
Otra vez. El futuro
Se llama ayer. Ayer
Oculto, secretísimo,
Que se nos olvidó
Y hay que reconquistar
Con la sangre y el alma,
Detrás de aquellos otros
Ayeres conocidos.
¡Atrás y siempre atrás!
¡Retrocesos, en vértigo,
Por dentro, hacia el mañana!
¡Que caiga todo! Ya
Lo siento apenas. Vamos,
A fuerza de besar,
Inventando las ruinas
Del mundo, de la mano
Tú y yo
Por entre el gran fracaso
De la flor y del orden.
Y ya siento entre tactos,
Entre abrazos, tu piel,
Que me entrega el retorno
Al palpitar primero,
Sin luz, antes del mundo,
Total, sin forma, caos.




EMILIO PRADOS



Media noche


(Málaga, 6 de enero)


Duerme la calma en el puerto
bajo su colcha de laca,

mientras la luna en el cielo
clava sus anclas doradas

¡Corazón
Rema!