"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
miércoles, 10 de septiembre de 2025
MOSAB ABU TOHA
Anoche
llovió de nuevo.
La
planta nueva buscó
un
paraguas en el garage.
El
bombardeo se puso intenso
y
nuestra casa
por
el barrio
buscó
refugio
MARÍA LIMÓN
La
espalda arqueada
ante
el peso de un ramo de dalias
que
hace tiempo
dejaron
de estar frescas.
Ni
los niños
son
capaces de aguantar
la
carga que supone
una
naturaleza muerta.
De:
“Los bordes”
BLANCA MOREL
ha
amanecido
una
jauría de luz intenta penetrar los resquicios
la luz se filtra por
el envés de un pliego negro
este
error no
lo subsano si vieras…
es el firmamento
el
origen sucede en cualquier punto
De:
“Suma noche”
HENNING H. BERGSVÅG
Te
gustaba que presionase tus hombros
en
el colchón, atiborrase algunos dedos en tu boca,
que
te controlase, mantuviese tus palabras dentro.
Te
gustaba que te viese, que estuvieses fuera de alcance,
que
mis manos no alcanzasen. Te gustaba recostarte desnuda
boca
abajo frente a mí, devolverme la mirada,
ver
el deseo que me ponía frenético.
Escribe
como si estuvieses muriendo. Al mismo tiempo, supón que escribes para
un
público de pacientes moribundos. Así es.
Las
cosas son por completo como se presentan, y tras ellas
no
hay nada.
De:
“Tú no estás aquí”
Versión
de Juan Gutiérrez-Maupomé
MINERVA SALADO
Alicia
en mi ciudad
Los
espejos ocultos están frente al Paseo del Prado
para
que tú los atravieses.
Del
otro lado esperan todas las ilusiones
las
piedras en el centro de otro orden
los
rastros y los pasos.
Los
espejos descubren los caminos
sin
saber demasiado hacia dónde
penetran
en las estridencias de los sueños
fantásticos
como nunca antes
ilusorios
reales
para los que olvidaron la esperanza.
El
azogue de los espejos parece
una
tentación a la que pocos renuncian
los
otros yacen sobre las baldosas
sin
tiempo para más
esperando
en la raíces de una ciudad
que
cada día se evade
sin
dejar de ser ella.
Suplantada
acartonada
enmascarada
y
sin embargo ella bajo toda escenografía
creada
encallecida
abandonada
hermosa
para siempre
RODOLFO HÄSLER
Lima
Descubrir
el peligro convierte a la ciudad en un lugar
rutinario.
El horror da la pista de lo que hay que hacer
en
semejante circunstancia, pues se trata siempre de buscar
la
salida más rápida en lo que la violencia tiene de aproximación
a
nosotros mismos. Para convertirse en dueño del destino
hay
que comer del plato del peligro, hay que masticarlo y sacarle
su
jugo hasta asimilar su contrario. La tierra forma montañas doradas
y
polvorientas que pisamos imponiendo el temblor de nuestro cuerpo,
el
dolor de nuestro peso, y descubrimos, si miramos adelante,
que
el horror, como sabe César Moro, no es más que un nudo
para
ocultar debilidad. No hay que huir de la acción desconcertante,
tan
solo hay que sentir que no has sido elegido. Nada
perdura
con éxito infinito y la raíz de magia brota del espanto,
de
su boca envenenada, en su escozor tremendo. Todos agonizamos
lentamente
bajo un cielo sin sol, bajo la luz pasada por la tela
parda
de la incertidumbre, y todos nos quejamos hasta lograr salir,
hasta
lograr ingerir nuestro fragmento iluminado.
