domingo, 23 de septiembre de 2012


MANUEL MAGALLANES




Apaisement



Tus ojos y mis ojos se contemplan
en la quietud crepuscular.
Nos bebemos el alma lentamente
y se nos duerme el desear.


Como dos niños que jamás supieron
de los ardores del amor,
en la paz de la tarde nos miramos
con novedad de corazón.


Violeta era el color de la montaña.
Ahora azul, azul está.
Era una soledad el cielo. Ahora
por él la luna de oro va.


Me sabes tuyo, te recuerdo mía.
Somos el hombre y la mujer.
Conscientes de ser nuestros nos miramos
en el sereno atardecer.


Son del color del agua tus pupilas:
del color del agua del amar.
Desnuda, en ellas se sumerge mi alma,
con sed de amor y eternidad.



SONYA GARZA RAPPORT



¿Quien invento tu amor?



¿Quién invento el tono de tu voz

El rojo de tu mente, el color de tu piel

¿Quien invento tu pensamiento

Tu silencio ambiguo, y el sol de tus ensueños?

¿Quién tejio tu vida?

¿Quién invento tu amor?


DORA CASTELLANOS




Adolescente amor


¡Amado! Este es aquel amor que conocimos
antaño en nuestra vida; éramos casi niños,
hace ya mucho tiempo,
cuando tu boca me enseñó la risa
y tus labios el beso.
Este es el mismo amor; viene de lejos,
desde la adolescencia;
cuando en la tuya conoció mi mano
el dulce entrelazarse de los dedos
y abrió la noche entre su cielo oscuro
la blanca floración de los luceros.
Este es el mismo amor,
cuando jóvenes éramos
y yo aprendí en la noche de tus ojos
la vigilia y el sueño.


Recuerdo aquel amor, el de turbada
soledad y silencio;
el que marcó en la luz de los cocuyos
el camino del pueblo.
El que nos embriagó con su perfume
en los frutos del huerto,
el que nos enseño toda blandura
sobre el musgo pequeño.
¿Lo recuerdas amor?
Desde tus brazos contemplé la noche
hasta aclarar el cielo;
la luna se apagó, brilló la aurora,
y recuerdo con qué deslumbramiento
vieron nuestras pupilas sombradas
brotar el sol sobre los campos nuevos.
Hace ya mucho tiempo,
supimos la ternura de la hierba
bajo los pies traviesos,
aprendimos la música del agua
de su sonido fresco.
Escuchamos el mar, vimos el viento,
gozamos del arrullo, del aroma,
y del amor de todo el universo,
cuando puros, amantes exaltados
nos enseñó la vida su misterio.
El agua, el sol, la brisa, la montaña;
el libro del Señor estaba abierto
y nuestros ojos ávidos e insomnes
escrutaban el cielo.


Todo lo que es hermoso,
lo aprendimos entonces.
¿Cuándo fue? ¿Cuándo, amado?
En el amor sin tiempo...
Ahora todo nos parece tan lejos...
Vendrán los duros años de la vejez,
amor, seremos viejos.
toda nuestra verdad, será añoranza,
desteñido recuerdo:
el joven resplandor de las miradas,
el encendido fuego de los besos.
¡Oh nuestro amor de antaño!
quizá desde las venas apagadas
de la vejez sin término,
sintamos otra vez, entre suspiros,
el indecible gozo de querernos.
Que viva el corazón para sentirlo,
que guarde la memoria su recuerdo.
¡Vibrar de plenitud, vibrar de nuevo!
Llevemos su existencia hasta la muerte
que amarnos fue tan hondo y verdadero.

ENRIQUE MORÓN



Presencia


Cerca de mí tus ojos,
tu cintura de mimbre,
tu valor de quererme
y tu frágil anhelo
de brisas venideras.


Rotunda estás y eres
para mis labios curvos.


Cerca de mí tus venas
cantando como pájaros.


¡Qué delicada fuerza
me das cuando suspiras!


¡Qué multitud de naves
se alejan por tu frente
cuando en el aire piensas
melancólica y cierta!


¡Oh, tus pechos de novia,
circulares y prietos
como un canto campestre!


Cerca de mí pareces
un horizonte verde,
una esperanza tibia,
un dolor apagado.


Vienes y vas y vienes
para ser siempre nueva
realidad de la tarde
enervada en mis labios.


Vienes y vas y eres
la brisa que despierta
mi estambre. y mi silencio
cálido. Y mi sonrisa.

ANTONIO JOSÉ MIALDEA




Sobrevivir a veces



Te pareces al mar cuando me susurras
y a través de ti me fugo de este mundo de sombras.
En mi angustia te busco con amapolas negras.
Te recorres mis sueños pero nunca me llamas.
A veces te siento volar desde el infinito,
pero tan en silencio...
Que al recostarte en el atardecer de mis labios
siempre acabas quebrándome el lenguaje.
Sólo tus grandes ojos fijos en los míos ausentes
Sobreviven la noche, juntos, insomnes.