sábado, 8 de febrero de 2020


JORGE MADRID





Hay silencios



que se atraviesan
como ortigas en la garganta.
Silencios que sepultan,
que confrontan los recuerdos,
que recogen de los pájaros
sus entrañas derramadas sobre los geranios.
Silencios que se alimentan de impiedad
y golpean con toda su fuerza,
los huesos.

CIRCE MAIA




  
El medio transparente



Lo mejor sería no pensar demasiado
en ellas, las palabras. Ellas vienen
así o de otro modo y no es tan importante.

Vidrios, ventanas son y habría que limpiarlas
con cuidado, por eso. No pintarlas
–¿qué verías detrás?– y no adornarlas.

Por mirar el adorno en la ventana
no miraste hacia afuera.
El más breve vistazo
hubiera sido al menos suficiente
para mirar la luz del otro lado.

Sí, esa luz de afuera
sobre un rostro que pasa.



BLANCA ELENA PANTIN







Nos saludó
desde el horizonte dorado
y nos acompaño
largo rato
con sus saltos
su gracia
desde el pastizal
-el prado-
la liebre



IRIS KIYA






Ce soir, Gerda

Ce soir, Gerda
Si le confesara su nombre, no me creería
  Gerda Taro.



Y qué pasaría si te dijera que tiene el hálito de hace cinco días,
siempre quiere un poco de vino, vino tinto
vino que palpita en las esteras de su casa,
y se cansa de ser mujer,
ella le abre la cara a los soldados a regañadientes
les presta un par de golpes
les presta el puño
les presta a la boxeadora que no pudo ser
porque cuando boxea no escribe
cuando escribe, no fotografía
pero cuando toma fotos da tumbos sobre la mesa
con el vino, con los soldados
y entonces en la calle la miran y la saludan
y yo pienso como boxeador no como fotógrafo
porque a veces soy un boxeador atrapado en el cuerpo de un fotógrafo
Muhammad Ali no lo hubiera dicho mejor:
“Imposible” no es un hecho, es una opinión.

y la gente dice que yo opino todo el tiempo
pero ellos no saben nada acerca de mí,
de mis fotos, de mi muerte, de mi limbo
estoy condenada
la guerra me ha hecho ser mejor boxeadora
he dejado de escribir,
he empezado a boxear,
quiero que los golpes lleguen despacio
quiero quedar grogui
quiero que el vino aletargue mi voz
en ese orden, en esa transición
dejar de respirar
y ser simplemente Gerda
ce soir, Gerda
-gritaron
Ce soir, à bientôt!
quiero boxear ahora,
pero no puedo levantarme
déjenme prender este cigarro
luego nos vamos.


Masacre en la calle Harrington
Sebastian Melmoth – Compilador



CARMEN NOZAL






Natal
La palabra aguacero
venía a caballo entre la niebla


De: "Un látigo para domar la lengua"


INGRID BRINGAS





La sonrisa de Emily Dickinson



Todas las mañanas a las siete y media
preparaba la mermelada sobre el mantelito blanco
el hambre, el corazón pide placer primero
– con la convicción de encontrar el amor
en una criatura olvidada.

El amor como único secreto
el amor como un lugar donde se bebe el rocío del otro
una cama, una mesa, un pan
potentes caballos negros
inmaculados lugares públicos donde la gente se ama
el ritual de la risa sobre la tarde del tedio
casi invisible
para un par de rostros grises y duplicados
besar pronto la luz de la sonrisa
que entra por la ventana y suaviza los bollos duros
qué solitarias se sienten las ciudades tan llenas de gente.

La sonrisa como carne fragmentada
en su dedo la sortija de ágata
la cicatriz blanca
¿me atreveré a comerme la mermelada?
A reír hasta ahogarnos.