sábado, 8 de febrero de 2020

IRIS KIYA






Ce soir, Gerda

Ce soir, Gerda
Si le confesara su nombre, no me creería
  Gerda Taro.



Y qué pasaría si te dijera que tiene el hálito de hace cinco días,
siempre quiere un poco de vino, vino tinto
vino que palpita en las esteras de su casa,
y se cansa de ser mujer,
ella le abre la cara a los soldados a regañadientes
les presta un par de golpes
les presta el puño
les presta a la boxeadora que no pudo ser
porque cuando boxea no escribe
cuando escribe, no fotografía
pero cuando toma fotos da tumbos sobre la mesa
con el vino, con los soldados
y entonces en la calle la miran y la saludan
y yo pienso como boxeador no como fotógrafo
porque a veces soy un boxeador atrapado en el cuerpo de un fotógrafo
Muhammad Ali no lo hubiera dicho mejor:
“Imposible” no es un hecho, es una opinión.

y la gente dice que yo opino todo el tiempo
pero ellos no saben nada acerca de mí,
de mis fotos, de mi muerte, de mi limbo
estoy condenada
la guerra me ha hecho ser mejor boxeadora
he dejado de escribir,
he empezado a boxear,
quiero que los golpes lleguen despacio
quiero quedar grogui
quiero que el vino aletargue mi voz
en ese orden, en esa transición
dejar de respirar
y ser simplemente Gerda
ce soir, Gerda
-gritaron
Ce soir, à bientôt!
quiero boxear ahora,
pero no puedo levantarme
déjenme prender este cigarro
luego nos vamos.


Masacre en la calle Harrington
Sebastian Melmoth – Compilador



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