"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
jueves, 30 de noviembre de 2017
FERNANDO DE LA CRUZ
Oda al dolor del mundo
¿Será
común decir “me duele el mundo”
como
duelen los pies sobre el asfalto
lleno
de vidrios rotos en estrellas
o como
duele el humo de los coches
que con
el sol invade mi ventana?
No hay
remedio
contra
las balaceras que caen por temporadas
y
desbordan los ríos, ni contra terremotos
ni
crisis financieras; nada alivia a los niños
que
trabajan en los supermercados
ni
aquellos reclutados por ejércitos,
grupos
de choque o mafias.
Y los
extorsionados que cierran su negocio
por no
poder pagar; y los maestros
con sus
“quinientas horas semanales”,
como
reza el poeta, el maestro Parra; y las violadas
y
también los violados;
y el
que quiere votar y ya no puede
porque
un pariente o jefe vendió su credencial…
Y todos
los etcéteras del universo entero.
Duele
el miedo
de
salir a la calle. Duele el paso
que
damos los migrantes
como
duelen también los que se quedan
sin
posible salida en su dolor.
Es un
lugar común imprescindible
decir
“me duele el mundo”
pero no
es suficiente
pues el
dolor que cabe en una frase
es
menor a la suma de sus partes
MIJAIL LAMAS
Fundación de la casa
XVI
Hay
días en que te dejo ir sola por la calle,
para
ver que a tu paso el mundo no protesta.
Me
gusta constatar que mi mirada
no es
la única que brinda su homenaje
a tu
lujoso andar desmañanado.
Observo
que, muy cerca,
va
alguno caminando que ahora te desea
en esa
seriedad en que te envuelves.
Y tus
pequeños pies no se apresuran
porque
no has visto en tu reloj la hora.
Con
impaciencia cruzas
el aire
enrarecido
de la estación
del metro.
Te
sigo, duplicando mis esfuerzos
porque
te has percatado
que,
como siempre pasa,
se te
ha hecho un poco tarde.
Te vas
apresurando,
yo te
sigo muy cerca.
Pero me
gustaría
poder
captar de ti todos los ángulos.
Como
ahora que ya miro tu ademán de disgusto
por un
sucio piropo
que te
ha soltado algún desconocido.
Pero te
sobrepones con firmeza.
Tal vez
tan sólo pienses
que yo
tendría que estar siempre a tu lado.
Pero de
nuevo ocurre:
La
gente se interpone entre nosotros.
Ya n o p u e d o a l c a n z a r t e.
Ahora
irás sentada
si hubo
un poco de suerte
en el
asiento de un vagón muy lleno.
CITLALI GUERRERO
A tus pies donde mueren golondrinas
1
Sentada
en la tarde
miro
los colores tenues
las
velas sobre el fondo verde de mis ojos
la
madrugada
los
días en que no duermo
2
A tus pies donde diariamente mueren
golondrinas
está mi
cuerpo abatido por el sol
descompuesto
por pequeñas particulas
perversas
y necias a la felicidad
Escondida
como billetera vacía
está mi
cuerpo derretido por el sol
3
Partir en cuerpo y alma me dijo
Partir
le dije en cuerpo y alma
Mis
alegrías se han agotado
Sueño
todas las noches que soy el mismo cuerpo repetido
Me
levanto y al lado encuentro una mariposa verde
He de
partir mientras mi garganta se traga la amargura de mis días
El
cansancio se acumula como lepra sin remedio
Partir
de aquí donde somos la copia mal copiada del olvido
Mis
pasos son una manía por vivir
Repetidos
Repetidos
Repetidos
CARLOS ORTIZ ZÚÑIGA
Sobre Acalayam
Las
murallas no permiten el paso,
sólo el
leve rumor de las balas,
afilado
el involuntario anzuelo vulnerable.
En los
once días Acalayam naufraga en el caos,
sus
habitantes simplemente saben del fuego,
de
escombros en la madrugada.
En cada
segundo aprenden
sobre
las plegarias inscriptas en los muros,
los
ejercicios de la piedra.
Su fe
es un libro compacto
de
repetidas imágenes montadas por el miedo.
En sus
calles pasan las horas
-trenes
sin retorno.
Acalayam
está situada entre cascajos
de
acero y metal retorcido,
bajo la
anónima piel del reptil,
sepultada
entre los hilos del aire y el humo.
No es
posible esta ciudad sin el odio,
el
temor de la muerte,
no se
entiende sin la angustia y la nostalgia
de los
que imaginan encontrar frente al espejo
el
rostro de su asesino.
Acalayam
es el ensayo del dolor,
la
infinitud del vacío,
una la
brisa oscura,
una
abeja campaneando bajo la lengua.
La
memoria se queda aprensada
remueve
las piedras,
cada
bulto entre las cenizas es un recuerdo.
El luto
no da para más.
Adentro
se enfrentan las causas,
efímeros
aviones partiendo
como
pájaros ciegos.
En
alguna parte alguien gira
la
cabeza para mirar al cielo.
El
miedo se agazapa, se olvida:
hoy es
una de esas tardes inútiles.
LEONARDO VARELA
Vencer al Minotauro
De la
valiente Ariadna no pude retener sino el oro más fino de sus cabellos
Celoso
por el padre que la desposaría con la muerte,
me
adentré en la ciudad
sin
saber qué recodo de mi sombra ayudaría a vencer al Minotauro
Consciente
de haber sido una esperanza nada más, fruto
de la
inconsciencia heroica,
a
seiscientas doncellas que serían sacrificadas
las
hice mis esposas. Discretamente ungido
por sus
besos, me deslice en la noche, tembloroso
y
ebrio, desvelado
por las
arpas que el viento tañía entre sus muslos
y la
miel que vertieron en sus labios
Llegué
hasta aquí, pero me siento solo y aburrido
Extraño
vuestros mantos, los peines delicados
con que
ordenáis el tiempo, vuestros raros perfumes
Sería
tan hermoso
ser el
más miserable de todos los esclavos
De: “Palabras para sobrevivir en el desierto”
DIANA AZCONA TREJO
XII
Tu
sueño:
vacío
en clave de anestesia
Polvo
polvo
que se
asienta en los ojos
por
saberte ¿invierno?
en los
jamases de mi pies.
De: “Crónicas de hospital”
miércoles, 29 de noviembre de 2017
ALEJANDRA RETANA BETANCOURT
Los tristes no olvidamos. Te
preguntaba dónde estaba mi casa y apuntabas al norte. Las horas eran esa miel
escasa que lubricaba mis ojos en la oscuridad. Quería cantar que era feliz,
pero no sabía renunciar a la tristeza. Los tristes perdemos todo porque nos
negamos a olvidar. Salíamos a caminar sin rumbo, lujo de los que no tienen
prisa, de los que son dueños de la tarde. Veíamos a dos niños meter flores en
la alcantarilla y yo quería llorar porque sentía que a veces éramos como esas
flores, nunca como esos niños. Siempre quise llorar, de tristeza, de alegría,
de ansia embravecida. Quería que colgáramos un mapa de la ciudad en la
habitación y dibujar sobre él un rostro cuyas lagrimas desembocaran en tu
calle. Quería tanto pero callaba porque la gente triste siempre calla, se
prohíbe el deseo. Me hubiera grabado tu nombre en la espalda de no haberla
tenido cubierta de otros ya. Me decías que sólo teníamos una estrella y lo
creía y pensaba que mi estrella apuntaba al norte, que ella no sabía nada de
ti, que no brillaba cuando me desnudabas. Te vi arder, vi todo arder, y no
encontré deidad alguna ni testimonio en la ceniza. Quería algo que no me atreví
a nombrar, no fuera a ser que lo encontrara. Mas, ante todo, yo quería ser la más
triste de los dos.
PATRICIA LABORDE
A Samuel Noyola, poeta desaparecido
¿Dónde escribes tus versos, Samuel?
¿Dónde los insuflas?
¿Dónde los insuflas?
En el viento
en la superficie de un lago
sobre la tierra del campo
en el asfalto?
en la superficie de un lago
sobre la tierra del campo
en el asfalto?
Acaso en tu propio vaho
cubriendo aquella ventana
o en lengüetazos de fuego
o sobre el témpano helado?
cubriendo aquella ventana
o en lengüetazos de fuego
o sobre el témpano helado?
Tus versos
luciérnagas siempre emigrando…
luciérnagas siempre emigrando…
Permanecen, tal vez,
encriptados
en la memoria
del último de tus lacayos.
encriptados
en la memoria
del último de tus lacayos.
PABLO OSORIO
VIII
Ellos dicen
sentencian
y acusan
A lo mejor
quizás
tal vez
es posible
Que sus premoniciones
después de todo
no sean tan malas:
"Seguir adelgazando
hasta que un día
desaparezcas"
JESSICA FREUDENTHAL
Poema curita
Tú no ves, con tus ojitos de botón,
que yo podría volarte la cabeza;
tú no escuchas,
con tus orejas de corcho,
la música que engendra mi saliva.
Tú no sientes,
con tu corazón de hormiga,
que mi corazón,
es de carne molida por tu culpa.
Y cada vez que me golpeas
ni te fijas
que los moretones
pintan un hermoso lienzo
en mi piel blanca
abandonada.
Y yo no entiendo,
como tú
con esos ojitos de botón,
tus orejas de corcho,
el corazón de licuadora
y tu lengua de alfiletero,
puedes tenerme así:
Empolvada y rota,
hecha jirones debajo de la cama,
con las piernas abiertas
y el vestido levantado,
la piel de porcelana y los labios de papel,
toda enamorada
chorreándome
las ganas en las bragas.
Y yo no entiendo por qué admito
que me tengas así,
si yo podría volarte la cabeza....
que yo podría volarte la cabeza;
tú no escuchas,
con tus orejas de corcho,
la música que engendra mi saliva.
Tú no sientes,
con tu corazón de hormiga,
que mi corazón,
es de carne molida por tu culpa.
Y cada vez que me golpeas
ni te fijas
que los moretones
pintan un hermoso lienzo
en mi piel blanca
abandonada.
Y yo no entiendo,
como tú
con esos ojitos de botón,
tus orejas de corcho,
el corazón de licuadora
y tu lengua de alfiletero,
puedes tenerme así:
Empolvada y rota,
hecha jirones debajo de la cama,
con las piernas abiertas
y el vestido levantado,
la piel de porcelana y los labios de papel,
toda enamorada
chorreándome
las ganas en las bragas.
Y yo no entiendo por qué admito
que me tengas así,
si yo podría volarte la cabeza....
CARLOS MARZAL
El pozo salvaje
Por más que aburras esa melodía
monótona y brumosa de la vida diaria,
y que te amansa;
por más lobo sin dientes que te creas;
por más sabiduría y experiencia y paz de espíritu;
por más orden con que hayas decorado las paredes,
por más edad que la edad te haya dado,
por muchas otras vidas que los libros te alcancen,
y añade lo que quieras a esta lista,
hay un pozo salvaje al fondo de ti mismo,
un lugar que es tan tuyo como tu propia muerte.
Es de piedra y de noche, y de fuego y de lágrimas.
En sus aguas dudosas
reposa desde siempre lo que no está dormido,
un remoto lugar donde se fraguan
las abominaciones y los sueños,
la traición y los crímenes.
Es el pozo de lo que eres capaz
y en él duermen reptiles, y un fulgor
y una profunda espera.
En tu rostro también, y tú eres ese pozo.
Ya sé que lo sabías. Por lo tanto,
Acepta, brinda y bebe.
monótona y brumosa de la vida diaria,
y que te amansa;
por más lobo sin dientes que te creas;
por más sabiduría y experiencia y paz de espíritu;
por más orden con que hayas decorado las paredes,
por más edad que la edad te haya dado,
por muchas otras vidas que los libros te alcancen,
y añade lo que quieras a esta lista,
hay un pozo salvaje al fondo de ti mismo,
un lugar que es tan tuyo como tu propia muerte.
Es de piedra y de noche, y de fuego y de lágrimas.
En sus aguas dudosas
reposa desde siempre lo que no está dormido,
un remoto lugar donde se fraguan
las abominaciones y los sueños,
la traición y los crímenes.
Es el pozo de lo que eres capaz
y en él duermen reptiles, y un fulgor
y una profunda espera.
En tu rostro también, y tú eres ese pozo.
Ya sé que lo sabías. Por lo tanto,
Acepta, brinda y bebe.
ANTONIO PLAZA
Hojas secas
Tú despertaste el alma descreída
del pobre que tranquilo y sin ventura,
en el Gólgota horrible de la vida
agotaba su cáliz de amargura.
Indiferente a mi fatal castigo
me acercaba a la puerta de la parca.
Más infeliz que el último mendigo,
más orgulloso que el primer monarca.
Pero te amé; que a tu capricho plugo
ennegrecer mi detestable historia...
quien nació con entrañas de verdugo
sólo dando tormento encuentra gloria.
Antes que te amara con delirio
viví con mis pesares resignado;
hoy mi vida es de sombra y de martirio;
hoy sufro lo que sufre un condenado.
Perdió la fe mi vida pesarosa;
sólo hay abismos a mis pies abiertos...
quiero morir... ¡feliz el que reposa
en el húmedo lecho de los muertos!...
Nacer, crecer, morir. He aquí el destino
de cuanto el orbe desgraciado encierra;
¿qué importa si al fin de mi camino
voy a aumentar el polvo de la tierra?
¿Y qué la tempestad? ¿Qué la bonanza?
¿Ni qué importa mi futuro incierto,
si ha muerto el corazón, y la esperanza
dentro del corazón también ha muerto?...
¿Sabes por qué te amé?... Creí que el destino
te condenaba como a mí, al quebranto,
y ebrio de amor, inmaterial, divino,
quise mezclar mi llanto con tu llanto.
¡Ah!... ¡coqueta!... ¡coqueta!... yo veía
en ti de la virtud excelsa palma...
¿ignoras que la vil coquetería
es el infame lupanar del alma?
Di, ¡por piedad! ¿qué males te he causado?
¡Por qué me haces sufrir?... Alma de roble,
buscar el corazón de un desgraciado
para jugar con él, eso es... ¡innoble!
¿Me hiciste renacer al sentimiento
para burlarte de mi ardiente llama?...
Te amo hasta el odio, y, al odiarte siento
que más y más el corazón te ama.
Fuiste mi fe, mi redención, mi arcángel,
te idolatró mi corazón rendido.
Con la natura mística del ángel,
con el vigor de Lucifer caído,
que tengo un alma ardiente y desgraciada
alma que mucho por amar padece;
no sé si es miserable o elevada,
sólo sé que a ninguna se parece.
Alma infeliz, do siempre se encontraron
el bien y el mal en batallar eterno;
alma que Dios y Satanás forjaron
con luz de gloria y lumbre del infierno.
Esta alma es la mitad de un alma errante,
que en mis sueños febriles reproduzco,
y esa mitad que busco delirante,
nunca la encontraré: pero... ¡la busco!
Soy viejo ya, mi vida se derrumba
y sueño aún con plácidos amores,
que en vez del corazón llevo una tumba,
y los sepulcros necesitan flores.
Te creí la mitad de mi ser mismo;
pero eres la expiación, y me parece
ver en tu faz un atrayente abismo,
lleno de luz que ciega y desvanece.
No eres mujer, porque la mente loca
te ve como faceta de brillante
eres vapor que embriaga y que sofoca.
aérea visión, espíritu quemante.
Yo que lucho soberbio con la suerte;
y que luchar con el demonio puedo,
siento latir mi corazón al verte...
ya no quiero tu amor... me causas miedo.
Tú me dejas, mujer, eterno luto;
pero mi amor ardiente necesito
arrancar de raíz; porque su fruto
es fruto de dolor, fruto maldito.
Quiero a los ojos arrancar la venda,
quiero volver a mi perdida calma,
quiero arrancar mi amor, aunque comprenda
que al arrancar mi amor, me arranque el alma.
Tú despertaste el alma descreída
del pobre que tranquilo y sin ventura,
en el Gólgota horrible de la vida
agotaba su cáliz de amargura.
Indiferente a mi fatal castigo
me acercaba a la puerta de la parca.
Más infeliz que el último mendigo,
más orgulloso que el primer monarca.
Pero te amé; que a tu capricho plugo
ennegrecer mi detestable historia...
quien nació con entrañas de verdugo
sólo dando tormento encuentra gloria.
Antes que te amara con delirio
viví con mis pesares resignado;
hoy mi vida es de sombra y de martirio;
hoy sufro lo que sufre un condenado.
Perdió la fe mi vida pesarosa;
sólo hay abismos a mis pies abiertos...
quiero morir... ¡feliz el que reposa
en el húmedo lecho de los muertos!...
Nacer, crecer, morir. He aquí el destino
de cuanto el orbe desgraciado encierra;
¿qué importa si al fin de mi camino
voy a aumentar el polvo de la tierra?
¿Y qué la tempestad? ¿Qué la bonanza?
¿Ni qué importa mi futuro incierto,
si ha muerto el corazón, y la esperanza
dentro del corazón también ha muerto?...
¿Sabes por qué te amé?... Creí que el destino
te condenaba como a mí, al quebranto,
y ebrio de amor, inmaterial, divino,
quise mezclar mi llanto con tu llanto.
¡Ah!... ¡coqueta!... ¡coqueta!... yo veía
en ti de la virtud excelsa palma...
¿ignoras que la vil coquetería
es el infame lupanar del alma?
Di, ¡por piedad! ¿qué males te he causado?
¡Por qué me haces sufrir?... Alma de roble,
buscar el corazón de un desgraciado
para jugar con él, eso es... ¡innoble!
¿Me hiciste renacer al sentimiento
para burlarte de mi ardiente llama?...
Te amo hasta el odio, y, al odiarte siento
que más y más el corazón te ama.
Fuiste mi fe, mi redención, mi arcángel,
te idolatró mi corazón rendido.
Con la natura mística del ángel,
con el vigor de Lucifer caído,
que tengo un alma ardiente y desgraciada
alma que mucho por amar padece;
no sé si es miserable o elevada,
sólo sé que a ninguna se parece.
Alma infeliz, do siempre se encontraron
el bien y el mal en batallar eterno;
alma que Dios y Satanás forjaron
con luz de gloria y lumbre del infierno.
Esta alma es la mitad de un alma errante,
que en mis sueños febriles reproduzco,
y esa mitad que busco delirante,
nunca la encontraré: pero... ¡la busco!
Soy viejo ya, mi vida se derrumba
y sueño aún con plácidos amores,
que en vez del corazón llevo una tumba,
y los sepulcros necesitan flores.
Te creí la mitad de mi ser mismo;
pero eres la expiación, y me parece
ver en tu faz un atrayente abismo,
lleno de luz que ciega y desvanece.
No eres mujer, porque la mente loca
te ve como faceta de brillante
eres vapor que embriaga y que sofoca.
aérea visión, espíritu quemante.
Yo que lucho soberbio con la suerte;
y que luchar con el demonio puedo,
siento latir mi corazón al verte...
ya no quiero tu amor... me causas miedo.
Tú me dejas, mujer, eterno luto;
pero mi amor ardiente necesito
arrancar de raíz; porque su fruto
es fruto de dolor, fruto maldito.
Quiero a los ojos arrancar la venda,
quiero volver a mi perdida calma,
quiero arrancar mi amor, aunque comprenda
que al arrancar mi amor, me arranque el alma.
martes, 28 de noviembre de 2017
ÁNGEL CARLOS SÁNCHEZ
Adormecidas palabras sueñan despertar
1
1
Éste es un poema de bajo presupuesto
o quizá es un sueño que ha pasado de moda
aunque tiene sus misterios igualmente:
advertimos que a falta de metáforas
le hemos puesto vidrios de colores,
un espejo algo viejo, deslucido,
una nube muy blanca
y un pequeño cacto casi seco.
A falta de un buen ritmo
repetimos una y otra y otra vez
la palabra silencio
y a cada rato usamos el qué,
muchos artículos, la “i” griega.
El libro del que forma parte
no llegará a tener la cantidad
de cuartillas que exigen en los premios.
Por otro lado, importa poco:
quién sabe cuáles
sean realmente los criterios
para asignarle esos dineros a uno sólo.
Igualmente es poca la poesía
para gastarla así,
por algunas monedas de plata.
Ya se dan cuenta
que recurrimos sin temor hasta a la prosa.
Lo importante es que el poema
tendrá en algunos lados agujeros suficientes,
no para admitir por ellos
el flujo de la luz o la belleza
sino para que permita ver
cómo hasta la palabra más reseca
es capaz de mostrarnos el mundo.
De: “Sueños de bajo presupuesto”
ALEJANDRA LERMA
Hemos tardado mucho en construirnos
Hemos
tardado mucho en construirnos
los derrumbes, por el contrario, son instantáneos
los derrumbes, por el contrario, son instantáneos
Siglos
sobre eternidades para que existan las ciudades
años de resistencia para dar forma al amor
y sólo se requiere un pequeño segundo
menos
una milésima
y todo habrá acabado
años de resistencia para dar forma al amor
y sólo se requiere un pequeño segundo
menos
una milésima
y todo habrá acabado
No
valdrán oraciones
ni llantos hondos
la esperanza es un traje raído
ni llantos hondos
la esperanza es un traje raído
Quedaremos
igual que en el principio
desnudos
sangrantes
desposeídos de todo
creyendo que el vacío es la carga más pesada de llevar.
desnudos
sangrantes
desposeídos de todo
creyendo que el vacío es la carga más pesada de llevar.
MARGARITA MEJÍA
Después nada
I
Descubro
el puente
por donde el poema se abisma
por donde el poema se abisma
giran
ruedas
y en ellas los demonios
y en ellas los demonios
duele
el roce
triunfa el miedo
triunfa el miedo
II
Me
despierta en un sueño
tu boca en mi seno
tu boca en mi seno
reclamas
en público
tu potestad sobre mi cuerpo
y yo te la niego
tu potestad sobre mi cuerpo
y yo te la niego
Después
nada
el sol
brilla de pronto
una tarde cualquiera
una tarde cualquiera
nos
cruzamos en la calle
y caminamos
y caminamos
dando
pasos sobre el suelo caliente
como si pisáramos espinas.
como si pisáramos espinas.
ANGÉLICA HOYOS GUZMÁN
Lugares comunes
El hambre es nuestro alimento,
nuestra hermandad.
En la cocina fabricamos las miserias.
Se nos llena el abismo
con pasos apresurados
de paranoicos
en la prisión de un cuerpo
ajado por la lluvia.
No nos salva
ni la primera estrella de la noche
ni el rayo de la mañana
a través de los cristales
para bendecir un pan viejo.
El tiempo se nos escapa
en el basurero que apila los adioses,
allí donde mueren mujeres mientras escribo.
Los niños aprenden a caminar antes del bombardeo.
Poco importa esta letra de nada
este mundo entierra a sus hijos con los ojos abiertos
para mirar más de cerca.
La caligrafía se abandona al guiso del bistec
amargo entre sus tejidos.
Ni siquiera somos dignos de la queja
el alarido fugaz no nos resigna.
Al final Dios nos espera
para decirnos que él no es el principio.
A mediodía se esconden los fantasmas
con su traje repulsivo que amenaza con iluminar todo.
La bulla del tráfico persiste en lo que no seremos.
Es la diana de los sueños astillados.
Nos demuele
como pelota de hierro al edificio
de cualquier construcción defectuosa y telúrica.
En esta soledad multiplicada
nos abandonamos a la inercia de una palabra
que apenas balbuceamos.
Un calambre abdominal nos acecha
nos deja ausentes
abriendo la palma de la mano
en una avenida muy familiar.
ANGELA VALLE
Revuelo
Mira
que tu llegada
Me ha aturdido los pájaros del alma…
Que tu sola mirada
Causo revuelo a mis aves enlutadas…
Mi aletear insólito
Se ha dejado escuchar con tu presencia.
Mira que temblorosas
Buscan el nido y lloran al no hallarte.
Debes saber que han huido
Sacudidas por vientos inauditos
Las golondrinas de mis sueños, lejos
Desde que tu has venido.
Ven, encierra una a una
Con amorosa mano las bandadas
Que asustadizas vuelan
Y por la tarde de la vida anidan
Bajo tu alero, amor, y para siempre.
Me ha aturdido los pájaros del alma…
Que tu sola mirada
Causo revuelo a mis aves enlutadas…
Mi aletear insólito
Se ha dejado escuchar con tu presencia.
Mira que temblorosas
Buscan el nido y lloran al no hallarte.
Debes saber que han huido
Sacudidas por vientos inauditos
Las golondrinas de mis sueños, lejos
Desde que tu has venido.
Ven, encierra una a una
Con amorosa mano las bandadas
Que asustadizas vuelan
Y por la tarde de la vida anidan
Bajo tu alero, amor, y para siempre.
ADRIANO DEL VALLE
Al lago mayor
El
reino mineral, vítreo, derrama
su doblado país, cúbico apenas,
y eslabonando peces y, azucenas
boga el reloj, el pétalo y la escama.
su doblado país, cúbico apenas,
y eslabonando peces y, azucenas
boga el reloj, el pétalo y la escama.
La
luna, deshojándose, embalsama
raíces de balizas y cadenas.
Calafatean lagartos y sirenas.
Zarpa el trino al socaire de la rama.
raíces de balizas y cadenas.
Calafatean lagartos y sirenas.
Zarpa el trino al socaire de la rama.
Se abre
de par en par al embeleso
el agua sosegada entre las flores,
con goznes de suspiros y amapolas.
el agua sosegada entre las flores,
con goznes de suspiros y amapolas.
Dulce
molusco, al aire se abre el beso
y derrumban los peces voladores
sus castillos de escamas en las olas.
y derrumban los peces voladores
sus castillos de escamas en las olas.
lunes, 27 de noviembre de 2017
MANUEL IRIS
Para brindar ahora
Homenaje a Pedro Lastra.
Para Raúl Diego y Denis Pech.
Para Raúl Diego y Denis Pech.
Después
diremos que hemos sido jóvenes,
que salimos en aviones a buscar palabras
y muchachas nuevas.
Que nos sentamos
la belleza en las rodillas, la encontramos amarga
y la injuriamos.
que salimos en aviones a buscar palabras
y muchachas nuevas.
Que nos sentamos
la belleza en las rodillas, la encontramos amarga
y la injuriamos.
Después
diremos que hemos sido mercenarios
de calles largas y licorerías.
de calles largas y licorerías.
Diremos
que hemos despertado alegres.
Que una
mañana desnudamos la poesía
y allí, frente a su cuerpo irregular y enorme
difícil de preñar
hemos tenido el miedo y el deseo
de que todo
termine.
y allí, frente a su cuerpo irregular y enorme
difícil de preñar
hemos tenido el miedo y el deseo
de que todo
termine.
Diremos
que nos hemos conformado
con hacer literatura:
que nos hemos conformado
con hacer literatura:
quisimos armar piedras
quisimos fundar tigres
quisimos construir un templo de ceniza
y alimentar su hoguera.
quisimos fundar tigres
quisimos construir un templo de ceniza
y alimentar su hoguera.
Después
diremos
que dejamos el lenguaje, que no nos hizo falta
y partiremos, viejos y cansados
callándonos que todo
es una gran mentira.
que dejamos el lenguaje, que no nos hizo falta
y partiremos, viejos y cansados
callándonos que todo
es una gran mentira.
De. “Nueva nieve”
DOUGLAS TÉLLEZ
Quizás viaje a la ciudad
Quizás
viaje a la ciudad este verano.
Quizás
no dé tiempo para recoger
todos
los fragmentos de rotos espejos.
Quizás
no logren volar los pichones a su abandonado nido.
Quizás
mis manos ya no puedan rozar el césped y podar
las
ramas de los almendros florecidos.
Quizás
ya no me reconozca el perro medio ciego, aunque me
ladre o
dócil mueva la cola.
Y los
niños que dormían en los lactantes pechos,
serán
rudos hombres con un cigarro en los labios,
con la
mirada entorpecida por el trabajo en la fábrica.
Quizás
esa ciudad que busco, ya no existe, solo es mi terca ilusión
por
encontrar el viejo camino de regreso.
RODRIGO QUIJANO
Fandango
¡Qué
altos están los cerrojos!
¡Qué
cortos mis dedos de hierba!
Le
pediré a Febrero que traiga
sus
alas de luna bermeja,
que
quiero alcanzar los pestillos
de un
cuarto desnudo en la niebla
―que
quiero zurcir las paredes
con
hilos de plomo y centella.
¡Rogad
a Febrero que corra
con
pasos de lluvia ligera!
que
debo sellar los sepulcros
de un
kiosco varado en la sierra.
¡Ay,
corazón de la Noche,
granada
de carnes morenas,
prestadme
tus alas de lumbre!
¡Prestadme
tu paño de pena!
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