Fandango
¡Qué
altos están los cerrojos!
¡Qué
cortos mis dedos de hierba!
Le
pediré a Febrero que traiga
sus
alas de luna bermeja,
que
quiero alcanzar los pestillos
de un
cuarto desnudo en la niebla
―que
quiero zurcir las paredes
con
hilos de plomo y centella.
¡Rogad
a Febrero que corra
con
pasos de lluvia ligera!
que
debo sellar los sepulcros
de un
kiosco varado en la sierra.
¡Ay,
corazón de la Noche,
granada
de carnes morenas,
prestadme
tus alas de lumbre!
¡Prestadme
tu paño de pena!
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