miércoles, 4 de abril de 2018


CECILIA BUSTAMANTE





Son en el aire



En las alturas andinas
el aire es un cuchillo
que nos empezó a templar.
Altivamente
soy de la puna
como ese huayno que rueda
entre las cabuyas,
sobre los cactus florecientes,
sobre la laguna deslumbrante
y llega donde nace el río
en un momento de amor.
Por las quebradas
con cariño y voluntad,
como dicen los quechuas,
la temida danza empieza.
Por el Quispicanchis
en la última isla
que pisó el Wiracocha.



ADHELY RIVERO





Árbol



Este árbol
ha permanecido
en el mismo lugar
Yo he cambiado mi residencia
mi espacio
lejos de los árboles
que en la infancia
daban sombra
Dios expone demasiado a sus criaturas



FERNANDO DEL PASO





VI



¿A dónde fue la rosa, la más fina
entre todas, la rosa invertebrada?
se fue la rosa tras la rosa amada,
la rosa elemental, rosa de harina.

La rosa cenital, rosa marina,
¿a dónde fue la rosa inmaculada?
Tras su sombra fue, tras de la nada,
la prodigiosa rosa cristalina.

¿Se deslumbró la rosa con su estrella?
No más hondo dolor, pena más honda,
Que a la rosa, por rosa, la consuma.

¿Se fue la rosa tras su propia huella?
Se fue, sedienta de su amargura fronda,
Ciega, la rosa, con su propia espuma.


De: “Sonetos de la rosa enamorada de sí misma”



ALEJANDRO ZAMBRA




  
El fantasma



De pronto reconoces al fantasma
Que vive desde siempre en nuestra casa
No es miedo sin embargo lo que sientes
Es sólo el natural desasosiego
De imaginar que somos sin saberlo
Los nuevos habitantes de un lugar
Poblado de presencias y de ausencias
Y en cierto modo el tiempo es una broma
Que solamente a veces comprendemos
Y lo que comprendemos no nos gusta
O nos gusta en el fondo demasiado
Porque desde hace tiempo o desde siempre
Buscamos un lenguaje en las murallas
Buscamos una voz que nos reciba
Y a veces las palabras nos conceden
Esta extraña ilusión de permanencia
Y salimos tan blancos en las fotos
Y tan confusamente detenidos
Que el pasado se vuelve más lejano
Y el futuro un lugar tan impreciso
Que solamente vale despertar
Muy tarde en la mañana repasando
Los detalles de un sueño un poco raro
Las partes de una historia tan confusa
Y entonces reconoces al fantasma
Que vive en esta casa desde siempre
Y empieza el desayuno y hace frío
Y siento que al mirarte no descubro
Lo que confusamente permanece
Y mientras revolvemos el café
El ritmo se acelera y se detiene
Porque amamos el ruido y el silencio
Las queridas palabras que encontramos
Y perdemos y volvemos a encontrar
Y es bueno imaginar que sólo somos
Los nuevos habitantes de una casa
Poblada de presencias y de ausencias
Es bueno es verdaderamente hermoso
Jugar a los disfraces con el tiempo
Y ensayar una voz que nos reciba
Porque amamos el ruido y el silencio
Y mientras revolvemos el café
El tiempo desespera las señales
Que solamente a veces comprendemos
Y lo que comprendemos no nos gusta
O nos gusta en el fondo demasiado
Porque desde hace tiempo o desde siempre
Queríamos quedarnos en las rocas
La tarde nada más para admirar
Los bellos accidentes en el cielo
Y entonces comprendemos poco o nada
Del mar y de las olas y del miedo
Del aire que recibo y recibimos
Porque amamos el ruido y el silencio
Y es sólo el natural desasosiego
La fuerza que acompaña nuestros pasos
Y nos gusta en el fondo demasiado
Jugar a los disfraces con el tiempo
Y salimos tan blancos en las fotos
Y tan amablemente detenidos
Que somos en las rocas o en la casa
Los nuevos habitantes de lugares
Poblados de presencias y de ausencias
Y siento que al mirarte no descubro
Lo que confusamente permanece
En nuestro corazón y en nuestros pasos.




ALFREDO R. PLACENCIA





El paso del dolor



I

La noche del dolor es grave y densa.
En dos filas formaos,
poetas, hijos de la noche inmensa,
y dejad de pensar.
¿En qué se piensa
cuando en el alma se desploma el caos?

Una noche infinita,
con su mortal gravitación de roca,
sobre la soledad se precipita.
En ella entremos.
A nosotros toca
saber lo que esa noche entraña y grita.

Por aquí va la entrada
de esa noche sin límites ni nada
a que os convido yo.
Venid conmigo.
Vuestra pisada huelle la pisada
que hollando va la del dolor que sigo.

Nadie penetrará más que nosotros
en esa noche imperturbable y quieta.
Tan difícil la entrada y tan secreta
puso a Dios a los otros,
como a la mano y fácil al poeta.

Ninguna flor de luz abre su broche.
Mas no habrá que temblar ante el derroche
de tanta sombra que dormita en calma.
Vosotros, como yo, tenéis el alma
grande, y triste también, como la noche.

En dos filas formaos,
poetas, seres que acaricia el caos,
y entremos ya.
Cuando el dolor sintiereis,
si teneros en pie no consiguiereis,
de rodillas estad. ¡Arrodillaos…!



JOSÉ MANUEL CABALLERO





Barranquilla la nuit



Cuerpo inclemente, circundado
por un vaho de frutas, desguazándose
en la tórrida herrumbre
portuaria,
                          ¿no eran
los labios como orquídeas
mojadas de guarapo, no tenían
los ojos mandamientos de cocuyos
y allí se enmarañaban
la excitación y la indolencia?

Mórbida efigie de esmeralda
y musgo, entrechocan sus pechos
entre la mayestática cochambre
de la noche.

                            Desnuda
antes que alerta y disponible,
desnuda nada más, desmemoriada
sobre un cuero de res, el vientre
húmedo de salitre y en el cuello
el amuleto pendular de un dado
cuyo rigor jamás aboliría
los tercos mestizajes del azar.

Rauda la carne y prieta
como un sesgo de iguana, surca
los fosos coloniales, deposita
en las inmediaciones del marasmo
una aromática cadencia
a maraca y sudor y marigüana,
mientras cumple el amor su ciclo
de putrefacta lozanía
en el nocturno ritual del trópico.