domingo, 13 de abril de 2014

VICTOR BIDÓ


 

Oda a la mujer

 

Mujer,
desde tu ventana se ven las espadas marinas
de los enamorados perforados en la guerra,
ellos traen torcidas armas que jugaron a los
naipes del cielo, sin sentir la muerte en
sus sombras cruzaron el ala nocturna: ellos
devuelven el sudor amado de tus brazos, el
reír hambriento de tu pecho
como ráfagas de fruto en el corcel de la
mirada de un niño feliz y muerto.

Mujer,
saludos, palmadas, retiro, memoria de abejas,
cristal de niña de furia dejan en los abalorios
aquellos que sacrificaron la esperanza
para darte la vida en la brevedad de la
caricia. Oh, eres: verdor del trueno en los
campanarios del verano, en ti esta el humo
de tus amados muertos.

 
De “Cuaderno de Condenado”


CÉSAR AUGUSTO ZAPATA




Reunión del cuerpo fragmentado

 

Pensar es ya decir .

Quien la carne habló primero en una hora
Supo hendir el abismo, Eco inaugurar.
Estuvo solo más que antes,
Frente a la cicatriz multiplicada.

Solo el primer hombre que nombró la soledad:
¡Levedad, profunda levedad!

Hundida la espada a fondo, mana el agua.
Después que habló el mortal
Todo lo que digo ya es escombros,
Deshechos sonando, engendros, aire.

Qué dios ebrio puso en el barro palabras como uñas
Para destruir lo que en su lugar era una cifra.
Soplar sobre el polvo que llamo ayer y se disipa.


Volver a empezar es una hermosa quimera. 

 

 

DIONISIO DE JESÚS


 

 


He levantado el cáliz

 
 
He levantado un cáliz para brindar por el que nunca
fue. Por el que se ha escondido en el borde de su abismo
a fornicar silencios. Por el que no perdona ni
venera padre ni madre. Por el que siempre da un paso
en falso. Por el que fue no-ser. Por el que ha vivido
eternamente en la derrota. Por el que quiero ser suma
inútil de rostros en los espejos

 

 

MANUEL GARCÍA-CARTAGENA


 
 
Centro del Mandala

 
Alabado sea tu hoyo, cosa que vive,
grande es el humo que no me llega,
todo lo que te late me palpita y tumba
armándome vencedor de los quicios rotos.

He aquí tu himen, amada muerte,
por él maté a las últimas
manos que me saludaban.

Alto como el mejor asesino,
mentí mi vida
mientras el mundo me veía
crecer y hacerme.

Ahora en tu boca pasto y bufo,
duermen los buitres que merodean mi lengua,
no hay desiertos tan dulces
como tu cueva.

 

JOSÉ MÁRMOL


  

Al nombre de alguna mujer 

 

tu cuerpo es un deseo de ti por todas partes. tu cuerpo es
un imán tensando mis rodillas. eternidad de un día
desde la que borracho de urgencias me disuelvo. fugacidad
con brazos para estrecharme a un fuego. tu cuerpo es
una flor brotando de un espejo. un temor con esperma
recogido en el vientre. la pelvis una playa que agrupa
un mar de besos. tu cuerpo es un recuerdo que no tiene
pasado. permanencia del agua en racimos de unas
horas. tu cuerpo es la noche con su nada redonda. el
sonido. el metal. la soledad. la campana que hincha
la neblina sobre las viejas piedras de la catedral. tu cuerpo
es un deseo de ti por todo el tiempo. escasos los
dedos. tremendos los ojos y unas ingles llanas de las que
crecen nubes. tu cuerpo es una música para nunca
tocada. tu cuerpo no amanece. tu cuerpo inventa alas.
azul en lo azul. desde lo blanco blanco. voz en la
voz y por el viento soplo. tu cuerpo es un deseo de ti
por todo sitio. tu cuerpo es una danza de ti si el
piano flota. tu cuerpo es un reclamo de amor en cada
gesto. tu cuerpo es un deseo de ti por todas partes. 

 

 

MANUEL RUEDA


  

A la poesía

  

Voy hacia ti. Derribo los cerrojos
que guardan tu morada. Entreabro puertas
que dan a salas frías y desiertas
sólo encendidas por celajes rojos.

La memoria me guía, de tus ojos
la luz de tus verdades encubiertas,
y tiemblan celosías casi muertas
cuando voy tras tu soplo y tus sonrojos.

Dónde estás, dónde estás, tú, la que ansío,
forma de mi desvelo y mi vacío
susurrando en mis últimas estancias.

Dura carne de amor en el espejo
donde vives dormida entre distancias
entregándome sólo tu reflejo.